Ricardo Vilca (1953-2007) fue un músico y maestro rural jujeño que logró capturar el sonido y el sentimiento de la Quebrada de Humahuaca. Pero su aporte principal tuvo que ver con la construcción de un estilo propio: la mezcla entre la música andina y la música clásica. Lo suyo tenía una ambición: crear una música con carácter universal. Y en esa búsqueda entendió que tenía que componer una música instrumental, abierta, reflexiva y en diálogo con la contemplación, el silencio y el espíritu de la naturaleza. Pero nada le resultó fácil. En su lugar de origen, su música tardó en ser reconocida y al principio sufrió desinterés por parte de sus coterráneos. La tildaban de aburrida o demasiado pretenciosa. Es que su música se salía de lo habitual: Vilca no componía huaynos, carnavalitos o sayas, ritmos conectados con el carnaval y la euforia. Su celebración iba por dentro y traducía el rumor del viento, el sonido de las piedras o la calma del río quebradeño.
A quince años de su fallecimiento, el director Javier García estrena un documental que rescata y le hace honor a su figura y a su obra, Ricardo Vilca: quebrada, música y silencio (2023), que podrá verse a partir de este jueves a las 18 en el Cine Gaumont. El trabajo de García viene de larga data: el director conoció a Vilca en un encuentro teatral en Humahuaca en 2002 y quedó impactado con su música. Entonces, tuvo la inquietud de realizar una investigación para luego darle forma a un documental que retratara su actividad artística y docente en medio de la puna jujeña. Pero la muerte de Vilca a causa de una neumonía en 2007 lo obligó a replantearse la idea del proyecto. “Así fue que a principios de 2015 sentí que era tiempo de materializar este documental. Había realizado una investigación profunda, pero faltaba regresar a lo sensitivo: al reencuentro con su lugar, charlar con su gente, transitar sus caminos, los espacios donde se había desarrollado todo”, cuenta el director, que se propuso concretar una película para que la “música de Ricardo no cayera en el olvido”.
La película parte desde el Encuentro del Árbol de la Amistad, una peña que Ricardo Vilca organizaba en su casa de Humahuaca y que su familia y amigos siguieron realizando cada 7 de enero después de su muerte. Allí, su mujer Mercedes y sus hijos, Violeta, Juanita y Dante, se encargan de mantener viva la memoria y el legado del músico jujeño. El documental de García propone un recorrido íntimo y profundo por los principales hitos de la obra de Ricardo Vilca, pero a la vez retrata las virtudes y defectos de su personalidad, a través de imágenes de archivo y testimonios de amigos, periodistas, familiares y músicos que compartieron proyectos con él.
En esa reconstrucción coral, se resalta su oído musical privilegiado o su enorme generosidad –“a veces iba caminando por la calle y se ponía tocar música con cualquiera que estuviera con un instrumento”, “regalaba los discos o los libritos para que toquen sus canciones”-, pero también sus problemas con el alcohol o la ausencia en el seno familiar en algunas etapas de su vida. “La base de la música de Ricardo es su sufrimiento, no solo la descripción del paisaje”, considera en el film el productor artístico del disco La magia de mi raza (1992)
En vida, Ricardo Vilca registró tres discos independientes: La magia de mi raza, Nuevo día (1997) y Majada de sueños (2003); y un cassette, Sueños de mi tierra (1989). Admirador de Bach, Piazzolla y de la música japonesa, Vilca entendió que la obra trasciende los territorios. "Había una resistencia a una nueva forma de música", contextualiza el músico y amigo José Jesús Castro. "Cuando yo le pregunté a Ricardo qué forma de música íbamos a hacer me dijo: 'Hermano, yo quiero unir lo ancestral con la música clásica’", cuenta Castro sobre la búsqueda innovadora de Vilca, que intentó romper esquemas y los mandatos musicales de la época. Pero el hecho de no hacer la música “carnavalera” más festiva o marketinera le hizo las cosas más difíciles. La falta de dinero y la poca consideración de los teatros –que le pagaban las presentaciones seis meses después- le trajo problemas con su familia y con los músicos de su banda.
"Nosotros hablamos poco pero canalizamos siempre a través de la música los sentimientos y las nostalgias", cuenta Vilca en un registro de archivo en VHS. Según el músico Horacio Martínez, "Vilca genera un quiebre musical en la provincia en relación a lo que se venía acostumbrando, que era música bailable, alegre y para entretener". En definitiva, Vilca no solo mostró la alegría de su cultura, sino también la tristeza y la profundidad del espíritu andino.
- Desde el jueves 22 de junio a las 18 en el Cine Gaumont.