Hoy presento mi renuncia a la Comisión Directiva de la UTE. Lo hago con profundo dolor y tristeza. Siempre traté, con aciertos y errores, de defender los derechos de mis compañeras y compañeros docentes. Como delegado de escuela, en la Junta de Clasificación, al frente de la Secretaría Gremial del sindicato o como representante paritario. En esta etapa estoy en desacuerdo con la política gremial de mi sindicato. Expresé en el Congreso del pasado 10 de junio estos desacuerdos. Creo que estamos asistiendo a una enorme transformación educativa conservadora en la Ciudad de Buenos Aires y el sindicato no está actuando como las circunstancias obligan.
La Ciudad es punta de lanza del proyecto educativo que quieren aplicar en el país: ingreso de universidades y empresas privadas en todos los ámbitos educativos, centralización de todas las decisiones para convertir a los docentes en meros aplicadores de sus políticas, judicialización de familias de estudiantes que militan en las escuelas, intervención de las cooperadoras que reclaman más presupuesto educativo, salarios a la baja, sobrecarga laboral, una política de destrucción de los profesorados, y un inédito sistema de plus salarial a cambio de capacitación en la Unicaba.
Esta política del Gobierno de la Ciudad tomó mayor fuerza desde diciembre del 2017, cuando consolidaron una mayoría absoluta en la Legislatura Porteña. La conducción de la UTE no estuvo a la altura de esta avanzada neoliberal. El sindicato se ha ido alejando de los trabajadores y se encerró en algunas decenas de compañeros, con quienes hacen concentraciones a la mañana para sacar una foto y subirla a las redes. Se perdió el interés y la capacidad para movilizar a las y los docentes que la UTE supo tener. No se analizan ni se disputan seriamente los conflictos.
Hace ya varios años que algunos y algunas integrantes de la Comisión Directiva venimos expresando la necesidad de generar cambios y una renovación generacional. En el reciente congreso anual del sindicato hice estos y otros planteos como la caída del poder adquisitivo del salario docente en la Ciudad. Teníamos salarios más altos que en la Provincia de Buenos Aires. Esta situación se terminó. El Suteba supo combinar, a lo largo del tiempo, confrontación con negociación. A diferencia de ello, la política que nos dimos en la UTE, evitando cualquier tipo de confrontación por el salario, no terminó dando buenos resultados. Todo esto a pesar de ser una jurisdicción rica y que sufre una grave crisis por falta de docentes. Las condiciones laborales que empeoran año a año, con salarios que alcanzan cada vez para menos, acompañado por una pobre política sindical, generaron un clima de desilusión y sentimiento de falta de representación.
En el congreso, la Memoria presentada por la Secretaría General planteó que en el 2022 los trabajadores le ganaron a la inflación por 14 puntos. Ya en otras ocasiones, el secretario adjunto había manifestado en la comisión directiva y aún en los medios de comunicación, que el salario superó a la inflación en los dos últimos años. Decirles esto a los docentes, es simplemente decirles una mentira. Es parte del alejamiento de la realidad y de la intención de construir relatos autojustificatorios. No se puede votar afirmativamente una Memoria con este contenido. Los conflictos docentes que se están produciendo en algunas provincias deberían hacernos reflexionar.
El congreso se realiza una vez al año. Como no querían escuchar críticas, limitaron escandalosamente el uso de la palabra a dos minutos y muchos congresales ni pudieron hablar. Estas prácticas nunca se habían implementado en ningún congreso.
Como afiliado y militante, seguiré a disposición de todas y todos aportando mi experiencia y acompañando al numeroso grupo de compañeras y compañeros que, con mucho esfuerzo, soportando injurias, provocaciones y hasta amenazas, está construyendo la Corriente de Les Trabajadores de la Educación, con la intención de generar mayorías para recuperar la UTE que supimos ser.