La causa por el homicidio de Cecilia Strzyzowski parecía encaminarse a una recta final. Durante este miércoles declaró una de las protagonistas centrales del crimen, Marcela Acuña, madre de César Sena. Cuando se creía que iba a confesar, la mujer dio una versión difícilmente creíble, por lo menos de acuerdo a los fragmentes que trascendieron hasta ahora. Que llegó a su casa el viernes 2 de junio, fue a buscar lavandina a un depósito y vio un bulto que —según dijo— entendió que era un cuerpo humano. Sin embargo, según el relato que se conoció, siguió como si nada.
Es decir, que aseguró no haber matado a Cecilia, que sólo vio el bulto y que en ese momento estaban en la casa César y una empleada, Fabiana González. La declaración —habrá que verla palabra por palabra— no tiene lógica, más teniendo en cuenta que Acuña es abogada, hija de abogado, e ideóloga del movimiento social que lleva el nombre de su marido, Emerenciano Sena. Nadie puede creer que no hizo nada de nada.
Tumulto y declaración poco creíble
Acuña llegó y se fue de la fiscalía en medio de un enorme tumulto, con decenas de personas gritándole “asesina” y “prisión perpetua”. El momento fue de enorme tensión y más de un periodista rodó por el suelo. Acuña declaró unos 40 minutos y no aceptó responder preguntas.
Para la familia de Cecilia, la hipótesis más probable es que Acuña asesinó a la chica y tramó la historia de que Cecilia y César estaban camino a Ushuaia. Era la forma de ocultar el crimen. Por ahora, la versión presenta groseras incoherencias. Por ejemplo, que el 2 de junio César y Cecilia llegaron a la casa de los Sena a la mañana y en ese momento sus padres no estaban.
Más allá de contradicciones, toda la expectativa estaba en que la mujer confesaría el homicidio ante los fiscales. Eso aparentemente no ocurrió. Sucede que la declaración oficial de Acuña no se conoce, sólo se filtraron algunos dichos: “soy inocente, no maté a nadie”, “vi un bulto en la habitación”, “vi un bulto envuelto en una frazada”, “no tienen pruebas para acusarme”. Habrá que estudiar, con el texto en la mano, el contenido preciso de su indagatoria. Además, como se sabe, un imputado no está obligado a decir verdad.
Eramos pocos y apareció el sacerdote
Como consignó Página/12 en su edición del miércoles, César Sena, protagonista central del asesinato, pidió la asistencia de un sacerdote. Así fue que llegó a la comisaria Rafel Del Blanco quien, a la salida, de manera asombrosa, dialogó con los medios y contó lo hablado con Sena. El religioso adujo que no se trató de una confesión, por lo cual no regía el secreto.
“¿Será, padre, que alguna vez podré perdonar a mis padres lo que me hicieron?”, dijo Del Blanco que le dijo Sena. Y continuó con los dichos de César: "Ese día yo la encontré más cariñosa que de costumbre. Mucho más cariñosa. Ella, cuando declare y cuente lo que tiene que contar, sabe que no me va a ver nunca más. O no me va a volver a besar nunca más". El sacerdote razonó: "Desde ya que hablaba de Cecilia como de una persona muerta” y "está muy enojado con la mamá".
El sórdido asesinato produce episodios sorprendentes que, por otra parte, no se terminan de entender.
Contradicciones ¿y enfrentamiento?
Si se toma lo ocurrido en el expediente en las últimas 48 horas, salta a la vista que hay un evidente choque de versiones.
- Marcela Acuña afirma que ella no mató a nadie y que en el momento en el que llegó a la casa, cuando ya habían matado a Cecilia, sólo estaban César y la empleada doméstica, Fabiana González. A ellos les echó, tácitamente, la culpa.
- En la jornada del lunes declaró Gustavo Obregón, asistente de Emerenciano y Marcela, y marido de Fabiana González. Declaró que junto a César llevaron “unas bolsas” y las tiraron en el Río Tragadero. Está claro que apuntó, como mínimo, a César y tal vez a sus padres.
- César, que todavía no declaró, le dijo al sacerdote --también tácitamente-- que el crimen fue cometido por su madre y que él no la va a perdonar.
O sea, cada uno culpa al otro. Habrá que mirar en detalle cada declaración y, en especial, ver las pruebas materiales.
Los móviles que dan vuelta
Hasta ahora, los fiscales esbozan dos móviles posibles.
- César y Cecilia se casaron en secreto, luego Marcela Acuña negoció un divorcio, pero la pareja igual seguía unida. Por esa razón, Marcela habría asesinado a Cecilia, para que no se quede con "el heredero".
- César y Cecilia se pelearon, como ocurrió en otras oportunidades, y él fue el autor del femicidio.
En ambos casos, el asesinato se concretó el 2 de junio, o a la mañana si fue César, o cerca del mediodía si fueron Marcela o Emerenciano.
Restos, llave, dije
En el atardecer de este miércoles, mientras declaraba un testigo de identidad reservada, se aprestaba a declarar Angela, hermana de Cecilia, con la que tenía una relación muy estrecha. Lo más probable es que aporte datos sobre las peleas entre Cecilia y César, pero no da la impresión de conocer cómo fueron las últimas horas de la chica.
Lo trascendente parece estar en las pericias. Habrá que demostrar que los huesos del Río Tragadero son efectivamente de Cecilia, que la llave que se encontró junto a una valija abre puertas de los lugares a los que iba la chica o que el dije en forma de cruz --que apareció en el río-- es el que ella usaba.
Ya se sabe que los rastros que parecían sangre en la casa de los Sena no son sangre. Es material orgánico, pero no sangre. Si el crimen fue allí, en algún lado tiene que haber evidencias.
Y está pendiente la declaración de César. Este miércoles a la mañana se decía que pidió declarar, pero no en la fiscalía, sino en la comisaría. El individuo ya amagó varias veces y no se concretó.
La realidad es que Cecilia lleva 20 días desaparecida y cuando se pensaba que había llegado el tiempo de las confesiones, todo se volvió a complicar.