Todo comenzó con un fax: la oferta de compra por 10 millones de pesos de la joven promesa del Club Atlético Libertad del Puerto provocó un cimbronazo a toda escala en la humilde institución. La organizada tensión interna entre la dirigencia, la barra y el poder político local voló por los aires cuando esa propuesta millonaria se materializó. Nadie quería quedarse afuera de una venta que, aún a mitad de campeonato y con posibilidades de frustrar el tan deseado ascenso, podía no solo solucionar los problemas económicos del club: también los de todos y cada uno de los involucrados. Una oportunidad que “El tío” (Gustavo Garzón), el jefe de la barra, bien lo supo y no pensó dejar pasar, desatando una pelea feroz y sangrienta que modifica el esquema de poder interno. Ese es el nudo dramático de Barrabrava, la serie que este viernes Prime Video sube a su catálogo, en un drama que trasciende lo deportivo y lo criminal para contar historias humanas detrás de los paravalanchas.
Barrabrava no es la típica serie sobre la violencia y los negocios delictivos que se mueven alrededor y en el interior de cualquier barra del fútbol argentino. Obviamente que los aspectos más oscuros y criminales de los barras están presentes, pero en una trama que prefiere hacer foco en los vínculos humanos, las lealtades y las situaciones no resueltas en el seno de una familia. En la ficción protagonizada por Gastón Pauls y Matías Mayer, la lucha no se reduce al poder dentro de una barra de un club del ascenso, sino fundamentalmente al que se dirime en el seno familiar a partir de una serie de hechos que condicionan su funcionamiento. En este caso, el que se pone en juego entre César (Pauls) y Polaco (Mayer), dos hermanos que lideraban la barra hasta que una interna los deja sin su tío, solos, sin dinero ni protección, en una situación inédita que pondrá a prueba su hermandad.
“La serie va a contar la historia de una familia, con todos los vaivenes que puede tener cualquier familia, sujeta y afectada por el entorno en el cual está sumergida, que en este caso es el de la barrabrava. La crisis en la barra redunda en todas las posibles desgracias, conflictos y adversidades que terminan cayendo en la familia, en forma directa e indirecta. Es una serie que trata sobre los vínculos humanos, complejos y afectivos, dentro de una familia”, le cuenta a Página/12 Mayer.
Filmada durante la pandemia en Montevideo, Uruguay, bajo la dirección de Jesús Braceras (el realizador de Monzón), Barrabrava utiliza el disparador de la violencia en el fútbol y el poder de los grupos que se suben al paravalancha para retratar la condición humana, la eterna lucha entre el raciocinio y los impulsos. “La serie -detalla Pauls- aborda el tema de la pasión y los bordes pocos claros que tiene. Estamos acostumbrados a que en el mundo del fútbol la pasión se desborde permanentemente, en las canchas, en las afueras y hasta en las plazas. Y las familias también están cruzadas por el amor, por la pasión, y en la que retrata la serie hay muchos secretos, muchas cosas no dichas, muchas cosas no aclaradas, muchos roles muy rígidos que también tienen que ver con el supuesto macho argentino, que debe defender a muerte la camiseta y también a cada integrante de tu círculo íntimo”.
Entre el reordenamiento de la barra ante la caída de su líder histórico, en un club donde todo debe pasar por el aval de quienes manejan la tribuna, y las consecuencias que trae en la familia de los barras caídos en desgracia, Barrabrava expone una historia a flor de piel. “Acá no hay buenos tan buenos ni malos tan malos", analiza Pauls. Es gente que defiende su lugar, como pueden. Cada uno cuida su terreno y su manada, como lo hacemos nosotros en la vida real, probablemente con otras herramientas. Todos lo sabemos: hay gente que parece muy buena y es muy mala, y otros que parecen no tener sentimientos y hacen mucho bien. La serie expone algo animal que está en la esencia de los seres humanos, en una sociedad que por un lado dice descartar lo animal, pero a la vez exacerba lo animal todo el tiempo. Barrabrava es un coctel muy potente en ese sentido”.
Una de las facetas más interesantes de la ficción de Prime Video es que la propuesta logra incorporar al ámbito “machirulo” de las barras a las mujeres. Y no lo hace desde el rol femenino dentro de las barras, sino desde el lugar que ocupan las mujeres (madres, esposas, hermanas, hijas) alrededor del mundo del fútbol, en la convivencia con todo lo que rodea al mundo de la pelota. Allí está por ejemplo, Celeste (Liz Solari), la mujer de un futbolista que tras un recorrido por distintos países del mundo regresa al club de sus amores. “Vuelve a su lugar de origen, con una crisis de identidad, que es algo muy natural en este universo, al que conozco porque tuve una madre que fue mujer de un futbolista, y amigas y cuñadas que lo son”, detalla Solari ante Página/12. “El rol de las mujeres en el fútbol es muy importante y no se lo abordó en otras series como debería, más allá de las botineras. Las mujeres tienen mucha presencia y son muy importantes para los futbolistas, que asumen desarraigo y conviven con las frustraciones y las presiones. Hay un trabajo en equipo entre los futbolistas y las mujeres que no tiene el reconocimiento debido”, subraya la actriz.
Apoyada en una gran producción, que no escatima en escenas de enfrentamientos cuerpo a cuerpo pero tampoco se regodea de ellas, Barrabrava centra su atención en el trasfondo del espiral de violencia y negociados de quienes manejan la popular, el estacionamiento, los puesteros de chori y hasta el porcentaje de pases de jugadores de los clubes. Pablo Alarcón, Mónica Gonzaga, Cande Molfese, Miguel Ángel Rodríguez, Angelo Mutti Spinetta, Violeta Narvay y Eva Dominici forman parte del elenco de la serie de ocho episodios que indaga el universo de los barras desde otra perspectiva.