Si la violencia urbana produjo en Rosario movilizaciones masivas inspiradas en el dolor y el hastío popular, la que generó ayer le sumó a esos sentimientos la contundencia de un mensaje político sostenido por docenas de instituciones públicas de la ciudad, y directo al poder político. Como dijo una mujer que cruzó la ciudad en bicicleta para participar, esta marcha sirve para que la derecha no tenga el monopolio del discurso sobre políticas de seguridad.
La marcha multisectorial contra la inseguridad y el crimen organizado unió en extensa caravana la rotonda de Oroño y Pellegrini con la plaza San Martín, y caló más hondo que movidas anteriores como las que convocaba el colectivo #RosarioSangra.
El paro de colectivos restó quizás cuerpo a la movilización, y sin embargo esta fue multitudinaria. Los cálculos más sobrios oscilaron entre 25 mil y 30 mil personas. Sí el paisaje ralo de vehículos en el centro ayudó a destacar la columna de personas detrás de sus banderas, que avanzaron por bulevar Oroño. Sindicatos, organizaciones sociales y políticas, estudiantiles, comerciales, religiosas, clubes, vecinales. También familiares de víctimas de la violencia urbana en todas sus formas. Más de 140 instituciones civiles. Un Aleph del corpus social de la ciudad.
Mención a destacar, el deficiente control de tránsito municipal, lo que propició roces entre los marchantes y algunos automovilistas intolerantes que pretendían cruzar Oroño a toda costa.
En esas horas iniciales, la Corriente Clasista y Combativa y el gremio de recolectores montaron piquetes a lo largo de avenida Circunvalación y media docena de esquinas clave, para hacer sentir la jornada de protesta social.
Miles de personas pronunciaron un elocuente “basta” y exigieron “urgente e inmediato delineamiento y ejecución de políticas públicas concretas que den un corte efectivo a este flagelo”. El documento final puso en foco la "mal llamada Hidrovía Paraguay - Paraná" por la cual –se afirmó– "entra y sale el grueso del narcotráfico".
En esa línea, planteó "necesario visibilizar y denunciar a los sectores económicos y financieros que blanquean y se enriquecen a costa de este sistema que genera cada día más desigualdad y violencia". Un enfoque inclusivo, distinto al que habían pregonado hasta aquí otras convocatorias atravesadas por discursos más viscerales, menos reflexivos.
El documento que dejó la marcha multisectorial comparó las "bandas narcocriminales" con "verdaderos terroristas" que ya no solo disputan territorio de mercados ilegales, sino que "mediante maniobras extorsivas intentan quedarse con la propiedad privada", y mencionó los "atentados contra escuelas, comercios, sindicatos y los propios trabajadores".
Por lo tanto, apuntaron que "el narcodelito y su organización ha logrado infiltrarse en los tres poderes, e incluso en la propia policía de la provincia de Santa Fe, que claramente ha perdido el control de las calles", reprocharon. Asimismo, remarcaron: "Nos encontramos presos en nuestros propios hogares, rogando volver a casa sanos y salvos, con los delincuentes libres en las calles sembrando pánico y miedo, y llevándose día a día la vida o la tranquilidad de algún ciudadano inocente".
En este orden, el colectivo convocó a "pensarnos en colectivo, en otra realidad, otras relaciones sociales desde la amorosidad, la red en el territorio, la fuerza organizada". Esta apelación surge del movimiento Escuelas como Territorios de Paz, promovida desde el sindicato docente Amsafé.
Ante cualquier lectura equívoca, el documento aclara que la movida es ajena a toda bandería política, más aún en estos días de campaña pre primarias. Pese a todo, se vio entre el gentío a varios precandidatos y precandidatas.
La interpelación al poder político exigió "que agudicen su inteligencia, las acciones no pueden simplificarse en que el problema de fondo de la “inseguridad” se resuelve sólo con más fuerzas federales, policiales y etc. patrullando las calles. Medida que tampoco se ha puesto en ejecución en la medida suficiente", indicó.
En ese orden, definió la seguridad garantida como "todos con un trabajo digno y bien remunerado, con luz y agua, vereda y cordón cuneta, desagüe, calles iluminadas y conexiones seguras y espacios verdes cuidados y seguros. Más seguridad es inclusión social, más y mejor educación y salud pública. Más cultura y deportes".
El escrito leído frente a la sede local de Gobernación dedicó un párrafo a repudiar la represión estatal contra la población jujeña movilizada en protesta, y finalizó con la sentencia "No habrá paz sin justicia social. Por una Rosario en paz".
Un sector que inició la convocatoria fue el sindicato de docentes privados Sadop. Su titular, Martín Lucero, valoró "la solidaridad de las pastorales, organizaciones sociales, padres de la comunidad educativa que se plegaron a este clamor. Queremos vivir y trabajar en paz, una vida normal, cosa que hoy hasta salir de casa es motivo de preocupación. No pedimos mano dura, porque eso solo le afecta a los sectores populares y no a los que lavan la plata del narcotráfico. Pedimos una Justicia justa".
"Entrar y salir de las escuelas en esta ciudad se transformó en una situación de riesgo y no puede seguir así. Esperamos que esta marcha unitaria sea una señal más fuerte aún y aparezcan las respuestas que aún no han aparecido", dijo por su parte Juan Pablo Casiello, de Amsafé Rosario.
Analía Ratner, de La Bancaria, entrevió "un límite inadmisible al que hemos arribado, si nuestros niños y niñas no pueden ir a la escuela tranquilos por el temor a ser baleados. Lo mismo para quienes cada día debemos ir a trabajar. No pedimos mano dura, sino más contención social, más educación".
Edgardo Arrieta, del Sindicato de Dragado y Balizamiento: "Es una convocatoria contundente pero no un éxito porque debemos seguir peleando. Ojalá esto sea una bisagra y que las autoridades se pongan los pantalones largos".
La extensa columna cerró en las últimas cuadras con un enjambre de camiones recolectores de residuos, en nombre de una de esas cuadrillas que fue blanco de una balacera días atrás. Marcelo Andrada, del sindicato de Recolectores señaló: "Vinimos trabajadores y ciudadanos comunes del centro que se arrimaron. La inseguridad la sufrimos todos. Esto es un mensaje para el gobernador, con el pueblo no se jode".