Dos nadadoras recuerdan tiempos idos desde la urgencia del presente: si no hacen algo, el club que las convoca podría tapar con cemento la misma pileta donde nadaron con gloria. Con dirección y texto de Cristina Carozza y actuaciones de Angie Beltrame y Soledad Palomeque, las funciones de Nadadoras, estamos vigentes son a sala llena en Teatro de la Manzana (San Juan 1950); quienes aún no la vieron tienen la oportunidad de hacerlo hoy y el sábado próximo, en el horario de las 21.

“La obra surge como un monólogo, durante la pandemia, a partir de unos cursos de dramaturgia con Cecilia Propato. El monólogo se llamaba Esther, y era sobre una nadadora. Surgió así porque Cecilia trabaja con la indagación poética de las imágenes, y fue a partir de la imagen de una nadadora que, entre varias cosas, se me ocurrió escribir sobre una nadadora de nado sincronizado, emulando películas de los años ’50. Esa imagen me retrotrajo a muchas cosas familiares, de otros tiempos, pero lo traje a la actualidad. Con el advenimiento de lo presencial, me encontré con Angie Beltrame, charlamos el monólogo y se transformó en una obra para dos personajes. En esa etapa tuve una supervisión de Cecilia Propato, en una búsqueda que me llevó cuatro meses de trabajo. Ya con el equipo armado y las actrices elegidas, encaramos la obra, investigando tanto desde la dramaturgia como en cuestiones como el nado sincronizado, los entrenamientos, los clubes; todo un trabajo paralelo a la escritura que me resultó enriquecedor”, comenta Cristina Carozza a Rosario/12.

“A medida que la supervisión dramatúrgica ocurría yo me iba problematizando con otras cosas, como la historia y la estructura. Y me interesó el tema de los clubes porque es lo que contiene a la pileta, el club permite una historia y además es un club de barrio; ahí surgió esto de que fueron dos nadadoras olímpicas, que salieron de un barrio y llegaron a Atlanta ’96. Todo eso permitió dar motivo de lugar y de pertenencia”, continúa.

-Y desde el protagónico de dos mujeres.

-Quisimos tomar el rol que ocupan las mujeres dentro del mundo del deporte, cómo son afectadas por el alto rendimiento, así como las cuestiones que pasan de los abusos; en este sentido decidimos profundizar mucho y nos encontramos con mucho material, con mucho para decir sobre qué pasa con los cuerpos y con estos entrenamientos tan intensos, aún más en el caso del rol de la mujer. Las mujeres siempre tuvieron que demostrar más “sacrificio” –si bien la palabra no me gusta– para llegar a un lugar así. Decidimos pararnos en ese lugar y recuperar la mirada femenina sobre la cuestión deportiva y ver qué pasaba con los cuerpos que son atravesados por los años, cuando ya nos sos la misma persona. Ellas se reencuentran muchos años después y quieren retomar algo, cuando estos cuerpos han sido cambiados porque la vida cambia y porque todo sucede en periodos de tiempo. El tiempo tiene un factor muy importante en todo esto.

-Asumirlo no es fácil.

-Para nada fácil; en este caso nosotras lo llevamos a un lugar teatral, a un lugar de conflictos y de reflexiones, en relación a un montón de cosas que sucedieron hace mucho tiempo y que traés al presente. Cosas, cuerpos e historias que fueron, que hay que atravesar –como decíamos con Cecilia– por lo teatral; traer lo de otro tiempo al presente me parece lo interesante.

-El lugar social ocupado por los clubes dice también en ese sentido.

-Hay una cuestión en todo esto que tiene que ver con la identidad, con quiénes fuimos y quiénes somos. En la propuesta que hacemos, en este club hay una renovación de la comisión directiva y ellas son convocadas porque fueron grandes deportistas del club y porque quieren tapar las piletas de natación para poner canchas de futbol 5 (risas). Hay algo fuerte en ese sentido de recuperar lo que fuimos, ¿no?

-Hablabas de películas de los años ’50, seguramente las de Esther Williams.

-En realidad, podría haberme quedado ante la primera imagen de Esther Williams –de hecho, los personajes se llaman Esther y Rita– y el ballet acuático, pero tuve la necesidad de que eso disparara a estos tiempos y así apareció lo del nado sincronizado. Primero fue recordar a mi vieja, haciéndome ver las películas de Esther Williams, de Rita Hayworth, toda aquella época. Tenemos que recuperar esas imágenes primordiales, pero atravesadas por las cosas que nos mueven ahora. A medida que pasa el tiempo, tenemos la tendencia de ir hacia atrás y de recordar lo que hicimos, pero te quedás en esa o pensás en qué hiciste y qué vas a hacer; siempre está el peligro de que el pasado te atrape.

-En este sentido, ¿cómo fue el trabajo con las actrices?

-En primer término, ya nos conocemos; yo fui profesora de ellas. Y en La Puesta, el espacio que tenemos con Claudia Piccinini, también hemos hecho otras obras. Conocernos no es un dato menor, porque te da un lugar de pertenencia y de confianza, hay un terreno ganado. Luego fueron entrenamientos de distinto tipo: cómo plantearnos desde el agua y trabajar con los elementos, probamos cosas dentro de la dramaturgia, y trabajamos qué es estar en sincro: para que eso suceda alguien tiene que ceder, estar en sincro no quiere decir que todo el tiempo estamos iguales sino que siempre hay diferencias.

Nadadoras, estamos vigentes cuenta con dirección, dramaturgia y puesta en escena de Cristina Carozza; actuaciones de Angie Beltrame y Soledad Palomeque; asistencia de dirección, dramaturgia y producción, de Claudia Piccinini, Mercedes Córdoba, Emiliano Marcos y Bibiana Zambello; supervisión y asesoramiento en dramaturgia de Cecilia Propato.