El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional del actual gobierno fue un punto de quiebre para el Frente de Todos. Cristina Fernández de Kirchner no lo avaló mientras se negociaba y después lo cuestionó públicamente. Máximo Kirchner renunció a la presidencia del bloque de Diputados del oficialismo y votó en contra en el Congreso. Martín Guzmán quedó herido como ministro de Economía y, bajo presión, renunció de la peor manera, durante un acto de la vicepresidenta, para dejar expuesta la fractura política. Ahora que empieza una nueva campaña electoral, en filas kirchneristas se asegura que para no repetir la experiencia traumática, Unión por la Patria debe incorporar en su programa de gobierno la reformulación del convenio con el FMI, bajo el precepto de que "primero hay que crecer con autonomía para poder pagar".
Hay tres ideas fuerza que resumen la propuesta: obtener más plazo para devolver la deuda monumental que tomó Mauricio Macri, atar los desembolsos que hará el país a la disponibilidad de divisas genuinas que surjan del comercio exterior y rechazar injerencias de los burócratas de Washington en el manejo de la política económica.
La pregunta que se instaló anoche mismo, cuando Unión por la Patria oficializó la candidatura presidencial de Sergio Massa es si los planteos que hace el kirchnerismo serán asumidos por el líder del Frente Renovador. La sintonía política entre ambos espacios en este momento es clara, pero la incógnita es qué ocurrirá en caso de que el oficialismo se sostenga en el poder.
El ministro de Economía está llevando personalmente las negociaciones con el Fondo Monetario para apurar los desembolsos de este año y utilizar una porción de los recursos en el mercado de cambios, a fin de sostener la mayor estabilidad posible. Pero hasta el momento no entregó definiciones sobre lo que está pidiendo Cristina Kirchner, de producir un cambio radical en el acuerdo pactado por la actual administración.
Solución política
Esta semana, seis presidentes de la región intercedieron por la Argentina ante su par de Estados Unidos, Joe Biden, para que facilite un entendimiento de corto plazo del país con el FMI, de modo de dispensar los incumplimientos del acuerdo en marcha y facilitar la transición hasta la llegada de un nuevo gobierno. La firmaron Lula da Silva de Brasil; Andrés Manuel López Obrador, de México; Luis Arce, de Bolivia; Gabriel Boric, de Chile; Gustavo Petro, de Colombia, y Mario Abdo Benítez, de Paraguay.
Remarcaron que la Argentina "ha demostrado una indudable voluntad por honrar sus compromisos", pero una sucesión de eventos disruptivos, con la sequía como último detonante, le impidieron cumplir las metas y ahora es necesaria una flexibilización para no agravar la crisis y generar las condiciones para la recuperación.
Cristina Kirchner también expresó con claridad que no sugiere dejar de pagarle al FMI, sino que busca rediscutir las condiciones para hacerlo. "Si no logramos que el programa que impone el FMI a todos sus deudores sea dejado de lado y nos permita elaborar un programa propio de crecimiento, industrialización e innovación tecnológica, será imposible pagarlo, por más que digan lo que digan", advirtió en la masiva movilización del 25 de mayo.
"Fue un préstamo político y política tiene que ser la solución, que dejen de querer dirigir la política del país y clausurarnos la industrialización y convertirnos únicamente en proveedores de materias primas", dijo en esa oportunidad, con Massa en el escenario.
Más plazo
El préstamo más grande de la historia del FMI que tomó Macri durante su gobierno obligaba a la Argentina a devolver 6900 millones de dólares entre 2020 y 2021, 18.800 millones en 2022, 19.000 millones en 2023 y 4800 millones en 2024. Ese arreglo estaba destinado a su renegociación desde el principio, porque era evidente que el país no podría afrontar un cronograma de vencimientos tan exigente. Juntos por el Cambio, además, había agotado las fuentes de financiamiento externas y dispuso un insólito reperfilamiento de la deuda en pesos.
Desde esa situación caótica, el actual gobierno consiguió primero recuperar el crédito en moneda nacional, después acordó la refinanciación de la deuda con acreedores privados y finalmente pactó un nuevo esquema de pagos con el Fondo Monetario, que se extiende de 2026 a 2034. Hasta entonces, el organismo entrega el dinero para cubrir los vencimientos del crédito que había tomado Macri.
A partir de 2026 hay que hacer pagos netos cada vez más importantes, que llegan a 2300 millones de dólares ese año; 5300 millones en 2027; 7700 millones en 2028; 8200 millones en 2029; 7900 millones en 2030; 7600 millones en 2031; 6600 millones en 2032; 3400 millones en 2033, y 800 millones en 2034.
Para la próxima administración corresponden 7600 millones de dólares entre capital e intereses a partir de 2026, monto que en principio podría ser afrontado. Sin embargo, si se suman las obligaciones con acreedores privados y otros organismos, la cifra se eleva a 11.700 millones en 2026 y 15.300 millones en 2027. Es decir, 27.000 millones de dólares. Y en 2024 hay que cancelar pagos de la reestructuración con privados por 7300 millones, más 11.200 millones en 2025.
Finalmente, entre 2028 y 2031, los desembolsos al FMI previstos hasta el momento llegan a 31.400 millones, más 44.200 millones a los privados y otros organismos. Son montos imposibles de asumir, entienden en el kirchnerismo. Su argumento principal es que sin una renegociación de la deuda con el Fondo, el país quedará en una situación de inestabilidad permanente que le impedirá volver a los mercados para refinanciar el resto de sus compromisos. La conclusión, como dijo Cristina, es que el próximo gobierno debe barajar y dar de nuevo para obtener más plazo para pagarle al FMI.
Cómo pagar
La otra cuestión que plantea el kirchnerismo es establecer nuevos mecanismos de pago al Fondo Monetario, atados a la evolución de las exportaciones. "Hay que pagar con el excedente de la balanza comercial", indican, aunque aún no es claro cómo sería el mecanismo.
El tercer punto es que el FMI no pretenda digitar la política económica. "El camino es el mismo que nos mostró Néstor: primero hay que generar las condiciones para un ciclo de crecimiento sostenido, con inclusión social, y después afrontar los compromisos con solvencia", asegura uno de los economistas de ese espacio.
De ahora en más, Massa tiene la palabra, como ministro y candidato a presidente, con esas expectativas por detrás.