La memoria se nutre de búsquedas, de historias, de investigaciones que escarban en el pasado. Es un trabajo en constante progreso, irrompible, que deviene en construcción colectiva. El deporte suele amplificar esa secuencia con su poder de penetración. Donde hay un atleta desaparecido, un familiar lo reivindica, lo siente como una herida que jamás cierra. Sebastián Piovoso, un arquitecto platense, intenta completar la trayectoria de vida de su tío Antonio, arquero de Gimnasia hace 50 años y secuestrado por un grupo de tareas de la última dictadura. No está solo, de ahí el esfuerzo mancomunado. Porque también existen personas comprometidas como Jorge Meza, un profesor de Azul, ex preso político que escribió un libro de casi 600 páginas sobre las víctimas del terrorismo de Estado ligadas a su ciudad. Por ahí pasó aquel número uno y estudiante de arquitectura cuyo rastro se perdió en el centro clandestino de detención La Cacha. Su caso hizo que unieran voluntades los dos y que se sepa mucho más del único futbolista profesional de Primera División que continúa desaparecido.

Sebastián es hijo de Héctor Alfredo Piovoso Mengarelli, el hermano mayor de Antonio Enrique, nacido en La Plata el 13 de agosto de 1953 y criado en el barrio Gambier. Cuando su abuela Elsa desempolvó un viejo sobre amarillento con fotografías de su tío y se las mostró, tomó conciencia de que le habían cortado una rama esencial a su árbol genealógico. “Yo no me veía parecido a nadie de mi familia y fue como encontrarme con parte de mis raíces. Al conocer a mi tío en esas imágenes, me di cuenta que tenemos muchas cosas parecidas. Los dos estudiamos arquitectura, por ejemplo”, cuenta el sobrino de 44 años.

En la cancha auxiliar de Vélez con la camiseta pincha. Piovoso es el arquero de buzo oscuro. (Foto gentileza Sebastián Piovoso)

Meza llegó a la vida de Piovoso desde otro lugar. Creyó que debía recorrer su trayectoria militante e incluirla en el libro "Heridas del porvenir", publicado en 2022 y prologado por Adolfo Pérez Esquivel. Es un trabajo muy extenso y documentado sobre veintiún desaparecidos nacidos en Azul, que vivieron en esa ciudad bonaerense sobre la ruta 3 o tenían algún otro punto de contacto con ella. "Antonio, el arquero de Athletic", es el título del capítulo que le dedica al exfutbolista.

“Llegué a la historia de Piovoso porque mi hijo Martín estudiaba arquitectura en la Universidad de La Plata y es fanático de Gimnasia. Un día me contó que en el club funcionaba una comisión de Derechos Humanos. Él, además, había jugado como arquero en los juveniles de Athletic y por eso le pegó más la historia de Antonio. Cuando me lo nombró empecé a hacer un trabajo de hormiga en el archivo del diario El Tiempo, armé su historia y comprobé que había jugado tres o cuatro partidos amistosos en Azul allá por 1976”, recuerda Meza desde su casa donde recibió al Premio Nobel de la Paz 1980. Pérez Esquivel vivió en la ciudad ubicada a 300 kilómetros de Buenos Aires cuando era profesor de Bellas Artes entre 1960 y 1964. Algunas de sus esculturas perduran todavía en la geografía azuleña, como una llamada "A la madre" en la plazoleta vecina al municipio. Se inauguró en 1961.

El libro "Heridas del porvenir", del profesor Jorge Meza.

Piovoso también arrancó en la década del ’60 su carrera deportiva en las divisiones inferiores de Estudiantes. Pero debutó tiempo después en la Primera de Gimnasia y continuó en cuatro clubes de otras tantas localidades de la provincia de Buenos Aires: Huracán de Tres Arroyos donde compartió plantel con Carlos "el Chivo" Rivada, otro desaparecido; Atlético Mones Cazón del pueblo homónimo, Nación de Mar del Plata y el equipo azuleño. El 23 de marzo de 1976, un día antes del golpe cívico-militar, jugó su último amistoso en Athletic contra Juarense en la ciudad de Benito Juárez. Su equipo ganó 4 a 2.

“Claro que recuerdo a Piovoso, yo jugué con él y lo llevaba de regreso a La Plata en mi auto (…). Tenía un Peugeot 404 año 1966, terminaba el partido, nos comíamos un sándwich y lo llevaba a La Plata, mientras nos charlábamos todo el viaje. Yo lo llevaba a Piovoso con Pérsico y Beto Ávalos que eran también de La Plata. Tengo un arquero para traer que fue suplente del loco Gatti- dijo Ávalos- y lo trajo a Piovoso. Era bajito, buen muchacho, callado, no tenía problemas con nadie. Donde iba la pelota estaba él. Era como Gatti, vos te dabas vuelta desde la mitad de la cancha y el loco estaba afuera del área”, lo recuerda Carlos Farina, su ex compañero y marcador de punta, citado por Meza en su libro.

El arquero medía 1,77 -una altura no generosa para ocupar el arco-, era asmático, hincha de River y escuchaba siempre a los Beatles. Desde el semillero pincharrata escaló divisiones hasta llegar al banco de la Primera en un puñado de partidos en noviembre de 1971. Un tiempo de huelgas votadas por Agremiados que buscaba aprobar su Estatuto del Futbolista Profesional. Antonio fue suplente de Héctor "Chocolate" Baley, aquel arquero campeón del mundo en 1978, cuando Estudiantes como todos los clubes incluyeron juveniles para boicotear las medidas de fuerza. Lo dirigía Miguel Ignomiriello, hoy un técnico muy recordado de lúcidos 96 años.

La ficha de un Colón-Estudiantes, con Piovoso como suplente de Chocolate Baley.

En Gimnasia sumó tres partidos en el torneo Metropolitano de 1973. El 19 de abril lo hizo debutar José Varacka contra Argentinos Juniors en La Paternal. Reemplazó a Daniel Guruciaga que se lesionó y Gimnasia perdió 2 a 0. Poco más de dos meses tuvo que esperar para volver a jugar en Primera. El 24 de junio, hace exactos 50 años, entró para ocupar el lugar de Hugo Gatti. Fue su segunda derrota, ante All Boys por 3 a 2. Cuatro días más tarde ingresó de nuevo por El Loco y terminó nuevamente con un resultado negativo en contra. José Aurelio Pascuttini, el recordado zaguero de Rosario Central, le convirtió un gol tonto de tiro libre que fue su puerta de salida de Gimnasia. Los rosarinos ganaron 2 a 1.

Piovoso dejó el fútbol ya entrada la dictadura, pero nunca abandonó sus estudios. Una semana antes de que lo secuestraran en las galerías Williams de La Plata, en un estudio donde trabajaba, había rendido el final de Arquitectura 5. “El 6 de diciembre de 1977 se recuerda por el llamado Operativo Escoba, en el que grupos de tareas secuestraron en tan sólo un día a más de un centenar de militantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) en todo el país. El caso de Antonio Enrique Piovoso Mengarelli es emblemático: es el único jugador de fútbol que llegó a Primera División y está desaparecido”, describe Meza en su libro. El profesor jubilado del Instituto de Formación Docente presentará su obra en cada ciudad o pueblo donde recogió los testimonios de quienes conocieron al arquero. Como Sebastián, sigue haciendo memoria.

[email protected]