Con la lista de unidad que logró a escasos minutos del cierre de cara a las PASO (Elecciones Primarias Abiertas y Obligatorias), el peronismo de Catamarca demostró su madurez y dominio político.
Por primera vez en más de tres décadas, el partido ha logrado parir dirigentes políticos que son capaces de sacarse los ojos entre sí por el éxito de la continuidad de un proyecto político.
El peronismo de Catamarca supo trascender el proyecto kirchnerista con el que llegó a recuperar el poder en 2011, tras 20 años de gobierno del Frente Cívico y Social. Tomó del kirchnerismo lo que necesitaba, y se reinventó.
Con una oposición rota, que no logra trascender el éxito noventista del frente castillista, el adversario peronista es hoy el mismo peronismo.
Sin embargo la disputa interna, lejos de debilitarse, el proyecto ensanchó la militancia con nuevos dirigentes en un mapa que abarca toda la provincia.
El peronismo logró reinterpretar la tradición justicialista, y conjugar la necesidad de un proyecto desarrollista. El nuevo peronismo de Catamarca está marcado ya por la tensión entre estas dos variables, lo cual puede ser una discusión superadora de lo que se impuso hasta ahora.
Mientras tanto, el proyecto nacional de la oposición no cuaja en el armado local. El esqueleto radical no logra resucitar para revivir a los embates del enlatado PRO.
Mientras una oposición agrietada araña sus propias listas, los peronistas lograron no sólo acuñar dirigentes de todas las latitudes de la provincia con ganas de hacerle frente a cargos electorales de peso, sino que se perfecciona en la disputa del poder. Una cualidad indispensable para la permanencia de un proyecto político.
El peronismo de Catamarca logró trascenderse a sí mismo. Si el cierre de listas fue agitado, 2027 anticipa un escenario nuevo y beligerante, en el que Raúl Jalil y Lucía Corpacci van a tener la oportunidad entregarle a las nuevas generaciones, la continuidad del proyecto que alcanzaron juntos.