“Olelé, olalá, Riquelme es de Boca y de Boca no se va”, cantó casi toda la Bombonera en medio del discurso final, para endulzar los oídos del vicepresidente de Boca a seis meses de las elecciones en el club. 

¿De dónde no se va? ¿De su lugar en la conducción? A eso se referían, claro. Un contundente aval para sus aspiraciones políticas. Hay otro lugar del que nunca se va a ir y ese es el corazón de los hinchas, en el que está instalado desde hace mucho.

La fiesta del partido de despedida fue el marco ideal para la reválida que se presume eterna. Hubo otra expresión política que no fue masiva y pasó inadvertida para muchos. Cuando se acababa todo, un grupo aislado cantó “Angelici botón, sos sun hijo etc etc…”. Otra forma de aval.

Las muchas banderas amarillas con la figura de Román haciendo el tipo Gigio (inevitable no asociarlo con el destinatario de aquel gesto, Mauricio Macri) no pareció nada casual, como tampoco lo fue el texto/poema de presentación que estuvo a cargo de Matías Barzola, que destacó el hecho de que no se vendió para llegar a su puesto dirigencial.

Riquelme logró convocar a grandes figuras, y dejó un potente mensaje a los que lo acusan de que no se lleva bien con nadie.

La fiesta fue un poco más lenta y desprolija que la de Maxi Rodriguez en Rosario, el día anterior, tuvo poco humor, menos sorpresas y fue medio machirula: Maxi había metido en escena a Soledad Pastorutti y Luciana Aymar, y en la Boca la única presencia femenina fue la de una chica que ayudó a Oscar Córdoba en el calentamiento.

Hubo eso sí, algunos momentos divertidos generados por el ingenio del hincha. A Messi le pidieron disculpas (“me tenes que perdonar, pero en la Boca el más grande es Román") le pidieron lo imposible (“teque teque toca, toca /esta hinchada esta reloca /te pedimos Leo Messi /que te pongas las de Boca”),  y lo ovacionaron en varias oportunidades. 

En la “ovacionómetro” detrás de Riquelme y Messi también se fueron acomodando, cada uno en su momento, Carlos Bianchi, Angel Di María, Leeandro Paredes (sobre todo cuando en el segundo tiempo se puso la camiseta de Boca) Hugo Ibarra, Sebastián Battaglia, Chicho Serna, Blas Giunta (jugó de cinco, pesa cinco toneladas, duró cinco minutos) y Clemente Rodriguez, que en medio de un partido medio plomizo se mandó una corrida maradoneana que estuvo cerca de terminar en gol.

En el “silbómetro” compartieron el podio Daniel Angelici y el árbitro Patricio Loustau (en fiestas de este tipo se salvan los referis), y un poquito más abajo Javier Saviola, cuando lo presentaron.

El picadito lo ganó Boca 5-3, lo que motivó algunas chanzas de los que dicen que últimamente no le gana a nadie. Pero nunca son muy serios esta clase de amistosos. En la Bombonera exultante el partido fue apenas una anécdota.