En la intimidad, allí en el alma humana, suceden irreconocibles ramalazos que pueden provocar que la persona se vuelque hacia algún consumo de alguna sustancia que modifique su estado psicológico, físico y espiritual. Estos comportamientos ocurren desde el inicio de la humanidad.
Ahora, el circense estado de las cosas en función a la problemática de las adicciones en nuestras tierras es caótico y preocupante.
Todas y todos son expertos para opinar y debatir acerca de los acontecimientos individuales, familiares y sociales relacionados al consumo. Ni hablar de la instalación del narcotráfico en la ciudad de Rosario y el país. A los protagonistas pasajeros del poder político, en ocasiones, da náuseas escucharlos: sus discursos son tan patéticos como interesados.
¿Que vínculo habría desde aquellos seres iniciáticos danzando bajo el efecto de brebajes naturales, con un adolescente que se quema el cerebro fumando las porquerías que le venden como pináculo de un placer miserable?
Ninguno. Debemos dinamitar aquellos razonamientos que nos aten a liberalismo y conservadurismos obsesivos e interesados.
La información y la formación adecuada, la solidaridad, la experiencia, la intuición, el arte, la espiritualidad. Desde esos lugares habrá que pensar esta problemática.
Para que no se transforme en un circo, con las personas involucradas como marionetas de una sociedad que manipula las conductas mirando su propia nariz, tan contaminada como un basural desechado en el olvido.
Osvaldo S. Marrochi
Presidente Fundación Esperanza de Vida