¿El teléfono móvil y las llamadas redes sociales nos generan adicciones? Estas herramientas condicionan lo que vemos, nos proponen noticias, preocupaciones, entretenimiento e interpretaciones del mundo. Disputan permanentemente nuestra atención y muchas veces lo logran.
Según el último informe del Observatorio de Comunicación y Temáticas Sociales de la Universidad Nacional del Comahue, el 83,3 % de las personas encuestadas acordó con la afirmación que “las redes sociales generan adicción”. Contra un 12,9 % que estuvo “algo” de acuerdo y un 3,8 % en desacuerdo.
En el mismo informe se sostiene que el 84,3 % está de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación: “el teléfono móvil es una adicción”. Solo el 3,8 % está en desacuerdo con dicha frase.
Esta adicción se sostiene a partir de la disputa permanente por nuestra atención. Para poder vendernos más en esta sociedad hiperconsumista nos bombardean con estímulos. Utilizan las huellas de nuestros afectos y placeres que dejamos en los usos digitales para ofrecernos productos de mercado a nuestra imagen y semejanza.
El profesor Fabian Bergero, uno de los autores del trabajo, sostiene que “las redes tienden a envolvernos en burbujas en las cuales no confrontamos nuestras opiniones con opiniones divergentes. Nos mantienen en nuestra zona de confort para evitar las llamadas disonancias cognitivas. Lo complejo es que el único modo de construir conocimiento es confrontando nuestras opiniones con aquellas que dicen lo contrario a lo que queremos escuchar”.
“Paralelamente hay redes como tiktok que tiene un algoritmo que tiende a reproducir aquello que vemos y nos gusta hasta el infinito. Apunta a darnos más de lo que nos gusta y eso puede hacernos perder muchísimo tiempo y en cierto modo puede ser también embrutecedor”, sostiene Bergero.
Lo complejo es que las mismas redes que nos aislan en burbujas y absorben nuestro tiempo, son las mismas que nos permitieron visibilizar situaciones de violencia institucional, exigir el #NIUNAMENOS o bien, como ocurrió recientemente, denunciar la represión en Jujuy.
Cabe preguntarse si la participación en estas plataformas digitales no termina funcionando como un placebo, es decir, compartimos mensajes en Facebook mientras no nos involucramos en otro tipo de organizaciones y militancias.
Paralelamente, mientras navegamos en nuestro móvil, empresas periodísticas buscan disputar también nuestra atención. A partir de la aplicación de métricas e indicadores, construyen titulares ganchos, a veces engañosos o directamente falsos, con la intención de atraparnos. A la caza de los clickbait, de tus visualizaciones, se construyen noticias de impacto que hace pocos años no hubieran sido noticiables. Es decir, pareciera no importar la profundidad, el análisis o el trabajo periodístico: solo importa que veas.
Saturados de información trivial, adictos a supuestas redes sociales que paradójicamente nos van aislando cada vez más, debemos recuperar y fortalecer los espacios de comunicación y encuentro colectivos. Fortalecer miradas críticas. Vernos y detenernos a escucharnos en profundidad. Esto es imprescindible para el diálogo genuino y la construcción de una sociedad más equitativa.
* Licenciado en Comunicación Social UNLZ. Especialista en Comunicación y Culturas UNCO. Profesor de la Universidad Nacional de Río Negro.