El aeroparque porteño fue la sede del discurso fundacional de Unión por la Patria. La recepción del Skyvan que, durante la dictadura, despegaba desde allí con un propósito macabro –tirar a las aguas a quienes estaban secuestrados en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA)– fue la plataforma de Cristina Fernández de Kirchner para hablarle a la militancia y para apuntalar al candidato de la unidad, Sergio Massa, en uno de los temas que más celosamente ha protegido el kirchnerismo: las banderas de memoria, verdad y justicia. Sin ahorrarse críticas al presidente Alberto Fernández por el cierre de listas ni a sus aliados, CFK explicó el ajedrez electoral que debió jugarse por su proscripción, le apuntó al Fondo Monetario Internacional (FMI) por condicionar el proyecto de país y habló de una democracia con límites. “Nuestro compromiso es con el destino de nuestra patria –a lo que mal o bien le hemos entregado la vida–”, dijo la vicepresidenta y agregó que literalmente su compañero, Néstor Kirchner, la había ofrendado. “El tuvo la suerte de poder cumplir parte de los sueños de aquella generación, yo confío en que ustedes sepan continuarlo”.
A espaldas de CFK estaba el avión que llegó el sábado al país con un historial siniestro: haber sido el que el 14 de diciembre de 1977 despegó a las 21.30 para arrojar al Mar Argentino a las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco y a otros nueve militantes secuestrados por reunirse en la Iglesia de la Santa Cruz para trazar estrategias para buscar a sus seres queridos desaparecidos. A modo de confesión, CFK dijo que no quería ni acercarse a la aeronave que entre 1971 y 1994 fue parte de la flota de la Prefectura Naval Argentina.
Algo similar les pasaba a Cecilia De Vincenti y Mabel Careaga, las dos hijas que impulsaron la repatriación del Skyvan desde 2020 y que el sábado lo habían visto aterrizar en Aeroparque, el mismo lugar desde donde partía en los años del terrorismo de Estado. Cecilia contaba que estaba conmocionada. “Es difícil. Está el avión acá y va a ser parte de la historia, pero desde ahí tiraron a mi mamá”, confiaba la mujer, que es hija de la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, antes de que comenazara el acto.
La escena sirvió para una presentación en sociedad de Sergio Massa, flamante candidato presidencial de Unión por la Patria, y también para reivindicar después de bajar su precandidatura a Eduardo “Wado” de Pedro, que jugaba de local en ese auditorio. El ministro del Interior fue el más ovacionado de todos.
La presencia de Massa no fue azarosa. Fue a quien fueron a ver Cecilia, Mabel, Héctor Francisetti y Taty Almeida para gestionara la repatriación desde Estados Unidos, donde era usado para paracaidismo o entrenamiento militar. La reunión fue en noviembre pasado. El ministro de Economía escuchaba hablar y escribía en su teléfono, lo que le hizo sospechar a la referente de Madres de Plaza de Mayo que el pedido iba a caer en saco roto. Cuando Taty terminó de hablar, Massa le anunció: “Vamos a comprar el avión”.
Después de ese encuentro, Massa tenía pautada una reunión en el Senado con CFK. Ella lo recibió pidiéndole que se involucrara en el tema –que también seguía el senador Oscar Parrilli–.
–Voy a tratar de traerlo para el 8 de diciembre– se entusiasmó Massa, que pensaba hacer coincidir el arribo del Skyvan con el 45º aniversario de los secuestros de la Iglesia de la Santa Cruz.
–¿De qué año? –lo cortó la vicepresidenta.
“Le apostó. Está bien apostar porque para ganar hay que apostar”, concedió CFK en el acto mientras el auditorio celebraba su intervención.
El avión va a emplazarse en el Espacio Memoria y Derechos Humanos –exESMA–. “Es una forma de ayudar a poner un granito más de arena en un camino que la Argentina no ha terminado”, dijo Massa, que resaltó que el Skyvan es un símbolo de las páginas oscuras de la Argentina que hay que dejar atrás.
“Era una asignatura pendiente para con las víctimas de los vuelos de la muerte”, le agregó Taty Almeida, que estaba sentada en primera fila. Entre ella y Estela de Carlotto –la titular de Abuelas de Plaza de Mayo– estaba ubicado “Wado” de Pedro. Un poco más lejos se había ubicado Lita Boitano, presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas.
Lo inconcebible
“Este avión entró en nuestras vidas un 14 de diciembre de 1977 sin siquiera sospecharlo”, arrancó Careaga y recordó que el camino hasta toparse con el Skyvan fue largo. “Creo que empezó en la dictadura cuando escuchábamos a los sobrevivientes hablar del ‘traslado’ o del 'pentonaval'”, agregó en referencia a jerga del horror de la patota de la ESMA. En segunda fila la escuchaban dos exdetenidas-desaparecidas, Ana Soffiantini y Miriam Lewin –que, además, fue quien halló el avión junto con el fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo–. “No teníamos capacidad de pensar que existiera tanta maldad. Pero así fue: tal cual lo contaban los sobrevivientes”, agregó Careaga, que afirmó que el avión sintetiza la historia del genocidio.
Cecilia De Vincenti tenía los ojos empapados. “Es tan horrorosa la historia que a veces me cuesta contarla. No puedo creer que lo último que haya visto mi mamá fuera un avión que la tiraba al mar”, se sinceró la hija de la fundadora de Madres de Plaza de Mayo. “Este avión hay que ponerlo en la exESMA para que los negacionistas, que dicen que no pasó, lo vean”, pidió.
CFK levantó el guante y reclamó una ley contra el negacionismo –una iniciativa en la que había trabajado el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, que estaba sentado junto a la vicepresidenta–. Se volvió necesario una legislación de este tipo –sostuvo CFK– a partir de 2015, cuando Mauricio Macri llegó al gobierno.
"Lejos de eliminarnos, nos sembraron"
Ana Bianco, la hija de Mary Ponce, también participó de la recepción del Skyvan. "Se cierra un ciclo que empezó en 1977 con la conformación del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo, uno de los movimientos políticos más importantes del siglo XX y el único que tuvo a tres de sus primeras dirigentes secuestradas, torturadas y asesinadas". Para ella, la vuelta del avión se inscribe en una lucha colectiva que también permitió que se juzgara a dos de los pilotos que hicieron el vuelo del 14 de diciembre de 1977. "Es la materialidad del terrorismo de Estado", comentó.
Después de los discursos, la vicepresidenta se acercó a saludar a las referentes del movimiento de derechos humanos que estaban en primera fila, ladeadas, entre otros, por Juan Martín Mena --el secretario de Justicia--; el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof y Malena Galmarini, la presidenta de AYSA. También estaba en esas primeras sillas Ricardo Casal, el funcionario del Ministerio de Economía que trabajó con la repatriación.
Más atrás se acomodaban, entre otros, el ministro de Justicia, Martín Soria; el subsecretario de Derechos Humanos bonaerense, Matías Moreno, el diputado Leopoldo Moreau y Carlos Zannini, el procurador del Tesoro. En la otra fila se encontraba Eduardo Jozami, el director de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa que acompañó a Mabel Careaga, Cecilia De Vincenti y Taty Almeida el sábado, cuando el Skyvan volvió a aterrizar en Aeroparque.
Estela de Carlotto salió emocionada del acto. Iba del brazo de dos de los nietos que restituyeron su identidad gracias a la lucha de las Abuelas, Guillermo Pérez Roisinblit y Victoria Montenegro.
"Yo no me voy con tristeza en el sentido de ver el avión, sino por quienes perdieron la vida en ese avión. Pero mientras no perdamos la memoria estas historias no se van a repetir. Lejos de eliminarnos, nos sembraron", dijo la dirigente de Abuelas de Plaza de Mayo mientras se retiraba del Aeroparque Jorge Newbery.