“Anson y yo somos fans de la serie original porque nuestras madres nos la hicieron ver cuando teníamos siete u ocho años, así que ya cuando caminamos por el Enterprise por primera vez fue tremenda experiencia”. Rebecca Romijn se sienta derecha en su asiento, con todo el aplomo que sus años como modelo aportaron a sus posteriores pasos como actriz. Romijn se hizo conocida como la intérprete de Mystique en la trilogía cinematográfica de los X-Men y ahora es Una Chin-Riley, la segunda al mando de la emblemática nave de la serie Star Trek: Strange New Worlds. A su lado, en un traje de riguroso negro, pero más despatarrado en la silla está Anson Mount, que le pone el cuerpo al Capitán Pike. Viéndolos es fácil notar cuánto de ellos mismos tienen su personajes.

En Paramount+ ya comenzó su segunda temporada. La primera concluyó con el personaje de Romijn encarcelada y los primeros capítulos de este año se centran en ese problema, con una serie de pasajes que hacen transitar a la serie por uno de los lugares que mejor le caben: el de usar a la ciencia ficción como alegoría de conflictos sociales y propuestas por un mundo mejor, más equitativo.

“Acá vemos el juicio a Una –cuenta Romijn, sobre el segundo capítulo, ya disponible en la plataforma- y pudimos contar un típico drama judicial en que tratamos temas como la discriminación o la persecusión, temas que uno creería que ya habríamos superado en el mundo futurista de Star Trek, pero que todavía tenemos que estar abordando”. Aunque la actriz deja la interpretación del capítulo en manos del público, para ella supone un “mensaje muy importante” y “una alegoría para muchas cosas”. Y enumera: “puede ser sobre persecución religiosa, o racial, puede ser sobre la comunidad gay, los derechos trans, puede ser sobre inmigración ilegal, es abierta a interpretación”.

La ultraderecha más recalcitrante está envalentonada en todo el mundo y los Estados Unidos post-trumpista no son la excepción. Cualquier programa con el más mínimo aire progresista es tildado con sorna de “woke” (literalmente, “despierto”, aunque en la Argentina se diría “progre”). Cuando se menciona el tema, Mount se endereza en la silla y le cambia la cara. “We are woke as hell!”, suelta con feroz orgullo una frase que podría traducirse como “¡somos unos progres del carajo!”.

“No sé cómo la derecha consiguió convertir ‘woke’ en un insulto, necesitamos recuperar esa palabra”, considera Mount. Star Trek siempre ha sido sobre inclusión y diversidad. Nunca fue otra cosa y eso es tan relevante hoy en día como era con la serie original. La visión inicial de Genne Roddenberry era exactamente así, y si a la gente no le gusta, es una mierda”, se planta el intérprete del Capitán Pike. Con su compañera se miran y ella toma la palabra. “A veces no les prestamos atención porque la verdad, si creen que Star Trek es otra cosa es porque no lo entienden. Y bueno. Hay muchos programas de televisión. Pueden ver otro”, abandona la sutileza Romijn.

Los personajes que interpretan ambos fueron creados a mediados de la década del ’60 para la serie original, aunque por entonces tuvieron pocos minutos de pantalla. Formaban parte de la tripulación del Enterprise en el capítulo piloto de la serie, mucho antes del ascenso del legendario Capitán Kirk y el Señor Spock (que en Strange New Worlds es apenas un oficial científico). Finalmente, en el universo ficcional de la serie Pike y Chin-Riley quedaron como los mandos anteriores de la nave. “Yo no tenía mucho de lo que agarrarme porque mi personaje apenas había tenido trece minutos de pantalla –cuenta la actriz- así que me planteé que era muy estricta con el protocolo, muy rigurosa y práctica en su hacer, pero más allá de eso, la verdad es que es un placer darle carnadura y poder tomarme con ella algunas libertades”.

Mount, en tanto, deja la mayoría de la responsabilidad en manos de los guionistas. “Hacer esto es una aventura fantástica, yo dejo que los escritores hagan su magia porque tampoco había mucho para seguir, cuando llegamos al programa era claro que Pike estaba en un lugar diferente de su carrera respecto a su aparición original, así que fui armándolo tomando las pistas que el guión me da: el guión es rey, y siempre vuelvo a eso para trabajar”, explica.

“Fue increíble cuando entramos al set por primera vez, para la segunda temporada de (Star Trek) Discovery”, rememora Rebbecca. “No sólo las paredes, la nave tiene un techo bajo, en caída, y resulta todo muy envolvente, así que cuando estás en el set realmente sentís estar en Star Trek, coincide su ‘capitán’. Lo más difícil del trabajo, reconoce Mount, está en la previa. “No te das cuenta, pero al leer el guión hacés mucho trabajo imaginando los escenarios donde transcurren los capítulos, pero la emisora invirtió en un equipo increíble, una pared gigante de alta definición donde aparecen el entorno y una vez que te metés el ambiente está ahí. Ahí se hace todo presente y es más fácil”. Tanto como saltar a velocidad warp.