El gobierno de Luis Arce y David Choquehuanca siempre fue un gobierno de transición para Bolivia, motivado por un golpe de Estado sangriento y el exilio de Evo Morales (foto).

La victoria popular de octubre de 2020, un año después del golpe, sin ninguna duda recuperó la democracia, pero no el proceso de cambio anterior al golpe de Estado de 2019.

A Luis Arce le tocó un panorama difícil, dejar atrás el golpe, sin reservas económicas, y en mitad de una pandemia, y se puede decir que su gobierno, ahora que cumple la mitad de su periodo, es un gobierno de claroscuros. Si bien recuperó económicamente el país, gobernar un país no es dirigir un Ministerio de Economía, y hasta el momento no está pudiendo sacar los grandes proyectos estratégicos del país, biodiesel, farmacéutica, química básica, que tenían como objetivo una industrialización de Bolivia.

Sospechas y denuncias

Además, el gobierno de Arce y Choquehuanca se está viendo ensombrecido por sospechas de corrupción en niveles intermedios, que incluso ha motivado que los ex Ministros del anterior gobierno, Carlos Romero (Gobierno) y Teresa Morales (Desarrollo Productivo e Inteligencia Financiera) hayan interpuesto una denuncia contra el Presidente de la petrolera estatal Armin Dorgathen, por daño económico al Estado debido a haber comprado diesel con sobreprecio a las grandes almacenadoras Trafigura y Vitol, a las que debido a todas las denuncias de corrupción que poseen, se las denomina la “Odebrecht de los hidrocarburos”. En México estas denuncias llevaron incluso a la suspensión de operaciones de Vitol.

Por su parte, Evo Morales ha estado trabajando para mantener el control y la cohesión del Movimiento Al Socialismo - Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP), que es la sigla electoral bajo la cual tanto el propio Evo como Luis Arce han sido presidentes. Una parte de las dirigencias han sido cooptadas por el gobierno de manera prebendalista, pero en las bases la afirmación mayoritaria es: “no estamos bien, con Evo estábamos mejor”.

Con ese objetivo, así como el de empezar a prepararse para las elecciones presidenciales de 2025, ha sido convocado el Congreso del MAS-IPSP para el 3-4-5 de octubre en Lauca Ñ, Trópico de Cochabamba, la sede de las 6 Federaciones del Trópico, confederación sindical que ya ha proclamado a Evo Morales como su candidato presidencial para 2025.

Los tres escenarios

Ante esta situación, Luis Arce, que ha sido invitado al Congreso, tiene tres escenarios: el primero y más lógico sería anunciar que no va a presentarse a la reelección, pues el proceso debe seguir bajo el liderazgo indígena que marca la historia, y pedir que se le deje gobernar y terminar lo mejor posible su mandato; el segundo escenario sería intentar disputarle a Evo Morales la conducción política del MAS-IPSP, y por lo tanto la candidatura presidencial, pero esto sería un error político similar al de un Alberto Fernández intentando disputar la conducción política a la líder del espacio kirchnerista Cristina Fernández de Kirchner. El tercer escenario, además de un error político, implicaría un suicido político, pues trataría, si Luis Arce hace caso a algunas voces que le susurran al oído, presentarse con otra sigla (podría ser la del viejo partido de Marcelo Quiroga Santa Cruz PS-1, del que Luis Arce es militante). Pero este tercer escenario, con un voto dividido, podría incluso facilitar el retorno de la derecha.

Ante esta situación de división al interior del movimiento popular, desde el Estado se está impulsando un anti evismo, con el objetivo de dañar la imagen personal, sin darse cuenta no solo que ante una guerra fratricida puede retornar la derecha, sino que están abonando el terreno para que cuando termine este mandato en 2025, y retorne el MAS-IPSP al Estado, se produzca una revancha política contra quienes no han sabido estar a la altura del proceso de cambio con liderazgo indígena y les sea aplicado el principio quechua de Ama Sua (no robar), pagando la desviación en los principios del proceso de cambio boliviano.

El sociólogo boliviano, fundador de la FLACSO, René Zavaleta, hablaba de poder dual para referirse a la ruptura, desde abajo, de la unidad de poder natural del Estado moderno. Por su parte, otro sociólogo, él marxista indianista Álvaro García Linera, hablaba de empate catastrófico para referirse al periodo 2006-2008 donde el gobierno liderado por Evo, tenía una parte del poder político, pero la derecha tenía otra parte del mismo, el poder económico y mediático.

Salvando todas las distancias, hoy tenemos un empate catastrófico que no está dejando recuperar el proceso de cambio y de transformación boliviano, y un poder dual que se expresa en el gobierno de Luis Arce, pero también en la conducción política del proceso cuyo líder es Evo Morales. El desempate hoy en día, solo puede venir a través de Evo Morales y el Instrumento Politico, y no entenderlo, es ir en contra de la historia de lucha con raíces indígenas de Bolivia.