La presión inflacionaria sobre el mercado de alquileres en Rosario dibujó en junio una mayor incidencia en las unidades más chicas, de uno y dos ambientes, que llegaron casi a duplicar su precio en los últimos doce meses, aunque a un ritmo menor de lo que el mercado imponía hasta el año pasado. El canon locativo de un monoambiente céntrico, sin incluir expensas ni servicios, llega hoy a representar más de dos tercios del salario mínimo vital y móvil, o de un haber mínimo jubilatorio.
Las cifras preocupantes quedaron expuestas en el último informe mensual del Centro de Estudios Económicos Scalabrini Ortiz (Ceso), que releva de manera sostenida los precios de oferta de alquileres en Rosario. Y lo que marca, además, es cierta desaceleración en el ritmo de aumentos del mercado de locaciones.
Mientras en el período entre 2020 y fines de 2022 los contratos de alquiler se actualizaban al 120 o 140%, por encima del Índice establecido por la nueva ley de alquileres sancionada ese año, desde los últimos meses se aprecia una ralentización de estas variaciones. "Se empieza a observar, a tres años de vigencia de la ley, cierto alineamiento de la oferta con la inflación real, con el Índice de Contratos", valoró la economista Celina Calore, del Ceso a Rosario/12.
El relevamiento midió que el Índice para contratos de locación, que regula la actualización de los alquileres dentro de un contrato ya vigente, muestra un incremento interanual de 100% al primer día hábil de junio. Esa es la prueba de la desaceleración apuntada. "Hasta el año pasado veíamos que quizás había una actitud especulativa del mercado con la que el propietario trataba de recuperar rentabilidad al momento de renovar contrato. Hoy vemos que eso se ha ralentizado", observó Calore.
En el análisis del mercado, se encontró con que el precio promedio de un departamento monoambiente de alquiler en junio oscila en $62.500, cuando un año atrás estaba en $32.000. Para el caso de un departamento de dos ambientes (un dormitorio), el costo asciende a $76.500 promedio. En junio del año pasado, costaba $40.000. Mientras que para alquilar un departamento de dos dormitorios (3 ambientes) en el área central de la ciudad, el precio medio llega a $100.000. Hace 12 meses costaba 58.000.
Estos valores, comparados en su proyección interanual, denotan una evolución de 95,3%, 91,3% y 72,4%, respectivamente.
Al cotejar el costo de alquilar con los ingresos mínimos, el estudio del Ceso expone cuánto incide la necesidad básica de contar con una vivienda. Un jubilado que cobre la mínima de $71 mil pesos debe destinar 88% de su ingreso al alquiler de un monoambiente, sin contar expensas ni servicios. Mucho menos, el costo general de una canasta básica.
Las expensas, por lo general, representan alrededor del 11 por ciento del costo del alquiler.
De la misma manera, un trabajador o trabajadora debe asignar al pago del alquiler de un monoambiente el 71% del salario mínimo vital y móvil ($88.000).
En este sentido, el estudio halló que mientras el mercado locativo siguió actualizando sus precios de oferta, el salario mínimo fue perdiendo terreno y quedando cada vez más chico frente al compromiso de pagar el alquiler. Hasta diciembre de 2021 el alquiler de un monoambiente insumía el 50% del SMVyM, pero durante 2022 esta relación se agrandó 20 puntos en detrimento del poder adquisitivo del salario; y para febrero de 2023 ya representaba el 68,6% del salario mínimo.
El estudio del Ceso expone que un inquilino que vive en un monoambiente, y desea mudarse a un departamento de un dormitorio debe pagar en alquiler $14.000 más por mes. Luego, para mudarse a uno de dos dormitorios deberá pagar $23.500 adicionales. "Este –señaló Calore– es el costo que soportan las familias cuando crecen en cantidad de integrantes y deben mudarse para evitar vivir en condiciones de hacinamiento".