Australia se convirtió en uno de los primeros países en autorizar el uso del éxtasis y de los hongos alucinógenos para tratar algunos trastornos mentales. Después de que en febrero la agencia de control de drogas legalizara estas sustancias, a partir de este 1º de julio el éxtasis y la psilocibina podrán ser prescritos por los psiquiatras para tratar el trastorno de estrés postraumático y algunos tipos de depresión.
En Canadá y en Estados Unidos está permitido el uso médico de una o de ambas sustancias, pero solamente en ensayos clínicos o en casos específicos.
En febrero, Australia reclasificó estos compuestos, después de que la Agencia de Productos Terapéuticos afirmara que los ensayos habían revelado que estas sustancias son "relativamente seguras" cuando se utilizan en un "entorno médico controlado". Los impulsores de este tratamiento esperan que estas sustancias puedan ayudar a pacientes que no respondieron a otros medicamentos.
Mike Musker, un investigador experto en salud mental y prevención del suicidio de la Universidad South Australia, dijo que la MDMA (éxtasis) puede tratar el estrés postraumático y que la psilocibina puede aliviar la depresión. La MDMA "le da a la gente la sensación de estar conectada y hacer que sea más fácil que las personas se conecten con su terapeuta y que también hablen de sus malas experiencias personales", explicó.
El experto afirmó que la psilocibina proporciona a los pacientes un "efecto psicoespiritual que no se obtiene con las drogas tradicionales". "Puede hacer que te sientas diferente sobre ti mismo y tu vida (...) y con suerte te dará ganas de vivir", agregó.
Musker no cree que haya un uso generalizado de estas drogas para tratar pacientes hasta 2024 y afirmó que el proceso no va a ser "tomarse una pastilla e irse". Para la MDMA, el tratamiento probablemente consista en tres sesiones de ocho horas de duración cada una, en un plazo de entre cinco y ocho semanas. Esto implica que los terapeutas acompañen a los pacientes, con lo que cada sesión podría costar unos 1.000 dólares australianos (660 dólares).
El médico David Caldicott, que es consultor de medicina de urgencia e investigador clínico sobre fármacos en la Universidad Nacional de Australia, dijo que esta reforma coloca al país "muy por delante del resto" en la exploración de los beneficios médicos de estas sustancias.
Pero Susan Rossell, neuropsicóloga cognitiva de la Universidad de Swinburne, en Australia, afirmó que aunque estos tratamientos "tienen un potencial", el país "se está adelantando cinco años a lo que debería". "Si se mira en las intervenciones (...) para cualquier otro tipo de enfermedad, ya sea algo cardiovascular o un cáncer, no se puede sacar un medicamento al mercado tan rápidamente como se ha hecho en este caso", señaló.
Un portavoz del Departamento de Salud indicó que la decisión de cambiar el reglamento "reconoce que la evidencia para el uso de estas sustancias en el tratamiento de enfermedades mentales aún no está bien demostrada". "Sin embargo, los beneficios para algunos pacientes (...) van a ser mayores a los riesgos", explicó. Además, insistió en que "actualmente hay una falta de opciones para pacientes con enfermedades mentales específicas que son resistentes al tratamiento".