El pasto, al parecer, no sólo es para las vacas. Es cierto: la mayoría de los tenistas argentinos, en el plano histórico, no generó un gran ruido para descollar como en otras superficies. Pero la afamada frase de Guillermo Vilas sería desmentida, incluso por su propia figura, durante algunos sucesos a lo largo de los tiempos.

Francisco Cerúndolo contribuyó, cincuenta años después, con otra razón para refutarla: este sábado superó 6-4, 1-6 y 6-4 al estadounidense Tommy Paul (17°), se consagró campeón en el ATP 250 de Eastbourne, en Inglaterra, y emergió como el tercer argentino que consigue al menos un título de singles sobre césped en el máximo circuito masculino.

El número uno de la Argentina debió sortear un doble escollo en la última jornada del torneo antesala de Wimbledon. La inoportuna lluvia del viernes lo frenó cuando marchaba 2-6, 7-5 y 5-2 ante el estadounidense Mackenzie McDonald, quien incluso había comandado el partido por 6-2 y 4-1 con doble quiebre a favor. En el arranque del sábado, sin embargo, Cerúndolo concretó el game que le faltaba y sentenció el triunfo por la vía rápida para meterse en la final.

"Fue muy difícil irme a dormir; estaba muy cerca de ganar y se me podía escapar. Uno ya quiere terminar el partido. Intenté relajarme, dormir temprano, no pensar mucho. Entré muy activo a la cancha y lo cerré rápido para después jugar la final más tranquilo", recordó Cerúndolo luego de la consagración.

Minutos después volvió a salir a la cancha central del Devonshire Park de Eastbourne para conquistar su segundo título de nivel ATP -había ganado en Bastad 2022-, incluso luego de atravesar pasajes de incertidumbre por el nivel de Paul, un gran jugador sobre césped, y por el medical time que debió solicitar el estadounidense cuando marchaba 4-1 en el segundo parcial. El argentino cedió aquel set por 6-1 pero no se dejó desbordar por el extenso parate que representó la atención médica para Paul.

"Fue una semana increíble. Haber ganado un título de ATP en pasto jamás me lo hubiera imaginado. Trabajo todos los días para ser un jugador cada vez más completo. Ojalá esto me sirva de motivación para Wimbledon. Demostrar este progreso en pasto es muy loco, tanto para mí como para los argentinos", reflexionó el argentino de 24 años, que se convirtió en el tercer jugador de su país que consiguió al menos un título sobre césped en el circuito mayor, luego del propio Vilas, quien marcó el camino del resto, y Javier Frana, el último que había sido campeón 28 años atrás en Nottingham.


El valor histórico


Cerúndolo se sumó al pequeño grupo de argentinos campeones en torneos de césped, en la rama de singles masculino. El calibre histórico de su gesta conlleva haber escrito su nombre en la mesa chica y haber tomado el legado de Vilas, el hombre que inició el sendero del tenis nacional como potencia en el mapa mundial y que levantara nada menos que cuatro trofeos en canchas de pasto.

El tenista más grande que naciera en territorio argentino logró cuatro de sus 62 títulos del Grand Prix sobre césped. Tres de ellos, de la mayor dimensión posible. El Campeonato de Maestros, en diciembre de 1974, fue el puntapié para convertir el tenis en un deporte popular. Años después llegaron las dos coronas en el Abierto de Australia, cuando se jugaba en diciembre y sobre superficie verde: 1978 y 1979. En el medio de ambos, un certamen de menor fuste: Hobart, en enero de 1979. Antes había perdido la final de Australia en 1977.

Debieron pasar 16 años para que otro argentino festejara en la superficie en la que nació el tenis un siglo y medio atrás: Frana celebró en Nottingham el último de sus tres títulos de ATP y, antes, había cedido en las definiciones de Newport 1991 y 1993. Otros argentinos se destacaron pero nunca fueron campeones, sobre todo David Nalbandian, finalista en Wimbledon 2002 y en Queen's 2012, y Juan Martín Del Potro, medallista de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y semifinalista en Wimbledon 2013 (Guillermo Coria y Guillermo Cañas fueron finalistas en el torneo de Hertogenbosch).

Cerúndolo, en ese contexto, logró una proeza de pocos. Formado en polvo de ladrillo, como casi la totalidad de los jugadores nacidos en la Argentina, derribó una histórica barrera -a veces real y otras veces surgida en el plano mental como una limitación- y estiró la suma de conquistas del tenis argentino, el cuarto más ganador de la historia en individuales masculino: las 229 victorias sólo son superadas por las 1052 de Estados Unidos, las 437 de España y las 287 de Australia.

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