Poeta, dramaturga, ensayista y cuentista, Salvadora Medina Onrubia (1894-1972) fue militante anarquista y feminista. Abuela de Copi y pareja de Natalio Botana, el fundador de Crítica, fue la primera mujer que dirigió un diario en la Argentina. Pero en el tiempo que le tocó vivir, a principios del siglo XX, no tardaron en juzgarla por ser madre soltera, anarquista, dramaturga y poeta con solo quince años. Salvadora reivindica su figura y, a través de sus escritos autobiográficos y sus obras literarias, recorre parte de la historia de esta mujer que no encajó en los estereotipos de su época. La realizadora Daiana Rosenfeld, nacida en 1985, es la responsable de este film que se estrena el jueves en el Cine Gaumont y que podrá verse también en la plataforma digital Cine.ar Play/estrenos.
En su anterior Los ojos de América Rosenfeld trabajó junto al director Aníbal Garisto. Partiendo de las investigaciones de Osvaldo Bayer, indagaron en la relación de Severino di Giovanni con América Scarfó, una jovencísima militante anarquista. “Estábamos investigando sobre las mujeres anarquistas de fines del siglo XIX y principios del XX y, entre los nombres que estudiamos, arrancamos con América”, cuenta Rosenfeld a PáginaI12. “Me interesaba la vida de Salvadora porque estaba parada desde otro lugar, un lugar más de poder. Estaba casada con uno de los hombres más poderosos del país y también trabajaba y estaba metida en el anarquismo desde otro lugar”, agrega.
–¿También le interesó por su complejidad?
–Primero por eso, pero más que nada porque por esa complejidad se han hecho lecturas que no sé si fueron erróneas, pero yo veía una mirada bastante patriarcal. Me pareció interesante desde esta complejidad empezar a desmenuzar un poco qué era lo que proponía Salvadora, aun con sus aparentes contradicciones o quizás por ser una mujer demasiado polémica y adelantada para esa época y poco comprendida. Quería reivindicarla.
–¿Por qué utilizó sus escritos autobiográficos y obras literarias para guiar el relato documental?
–Al ser un personaje tan rico hay algo muy interesante que es la mirada de la persona sobre sí misma. Me gustaba que lo que contara de sí misma pudiera dialogar con el público, ese diálogo entre lo íntimo y lo público. Rescatar su voz. De ahí la necesidad de ir a lo autobiográfico.
–¿Cómo trabajó la estética para que no se perdiera de vista que se trata de un personaje histórico?
–Como estaba dialogando este mundo interno con esta mujer pública tomé el escaso material de archivo audiovisual, las pocas fotografías que circulaban, pero necesitaba que Salvadora tuviera cuerpo y voz. Trabajé desde la reconstrucción, desde una recreación no teatralizada.
–¿Salvadora llegó al periodismo a través de la escritura?
–Sí, a través de la escritura empezó a colaborar en revistas como Fray Mocho y PBT. Vivía en Gualeguay y mandaba sus artículos que, en general, eran cuentos. Después escribió su primera obra de teatro anarquista, y ahí conoció a Natalio Botana porque le pidió financiamiento para poner en escena su pieza teatral. Y llegó al periodismo.
–¿Por qué no encajaba en ningún estereotipo de la época?
–En realidad, es difícil porque creo que ahora tampoco encajaría. Más que una mujer adelantada es atemporal. Fue muy juzgada porque cuestionó lo que han cuestionado muchas anarcofeministas y el feminismo en general: una sociedad patriarcal que lo único que hace es juzgar el rol de ser activista, dirigente política, mujer, profesional, escritora. Hoy mismo, si bien se ha adelantado en muchas cuestiones, a las mujeres se les sigue pidiendo un cierto lugar desde lo patriarcal: que sean profesionales y que tengan esto o lo otro pero que también sean madres y amas de casa. Ella luchó desde lo privado contra toda exigencia y todo estereotipo, pero la vida le jugó una mala pasada. No logró equilibrar a nivel personal todo lo que la sociedad les exigía a las mujeres de esa época.
–¿Cree que muchas de las reivindicaciones por las que peleaba se terminaron concretando?
–A medias, porque creo que seguimos teniendo los mismos problemas que al principio del siglo XX. Estoy investigando para una serie para Encuentro titulada Libertarias, que es sobre mujeres anarquistas y rescata la visión de estas mujeres de 1890. Es increíble porque este lema de “Ni Dios, ni patrón ni marido”, que el Estado no se tiene que meter en la vida privada de las personas es una lucha que se sigue dando. Si seguimos en un Estado patriarcal que no se mete en ciertos problemas de violencia de género estamos en la misma lucha: las pibas siguen desapareciendo.
–¿Qué lugar ocupa en la historia y qué lugar debería ubicar?
–Se la está reivindicando, se la explora desde la revisión de sus obras de teatro, pero siempre estuvo bajo la sombra de Natalio Botana, que también es un personaje muy complejo, por no decir otra cosa. Fue incomprendida y las pocas personas que la conocían la juzgaban desde una mirada patriarcal. Es interesante porque Salvadora, como tantas otras mujeres, con bases fuertes del anarcofeminismo, plantearon problemáticas que son muy necesarias para la sociedad, y sobre todo para las mujeres. Cuando la presenté en el Marfici, muchas personas no conocían su historia. Y decían cómo puede ser que hasta los historiadores de izquierda tampoco la reivindicaron con la lucha por la liberación de Simón Radowitzky, por ejemplo. Está bueno que se la reivindique por ella misma y no por ser “la mujer de”.