Las organizaciones sociales tienen presencia en las boletas de las PASO, aunque no tanta como la que hubieran querido. Tres de los actuales diputados de los movimientos sociales, Natalia Zaracho (del espacio de Grabois), Juan Carlos Alderete (CCC) y Juan Marino (Partido Piquetero) se presentan como candidatos para renovar sus mandatos en boletas de Unión por la Patria (UP), y hará lo mismo la primera intendenta surgida de un movimiento popular, Mariel Fernández (del Movimiento Evita, en Moreno). Al mismo tiempo, otros cinco precandidatos a intendentes competirán en las primarias, también de UP, intentando por primera vez poner un pie en municipios del Conurbano y disputarle la representación a figuras del peronismo partidario. Juntos por el Cambio no tiene precandidatos surgidos de movimientos sociales, con la excepción de Toty Flores, concejal de La Matanza. En la izquierda el FIT-U y Libres del Sur llevan algunos precandidatos, aunque en lugares sin grandes chances. Si se mira todo el panorama, puede decirse que los movimientos sociales tratarán de consolidar el terreno ya ganado y ensayar avances en intendencias donde tienen a favor el contar con fuertes organizaciones comunitarias.

“Al sistema político le sigue costando incorporar candidatos de los sectores más humildes”, define una referente que viene de las luchas de 2001 y ya ha sido candidata. Quien repase las listas encontrará que en los lugares con posibilidades hay una mayoría de políticos “profesionales”, con mayoría de abogados o economistas, salidos de franjas medias altas. Los candidatos de origen sindical son pocos, pero los hay, tanto en las listas de legisladores de UP (Mario Manrique, de Smata y María Reigada, del Suteba) como en JxC (Dante Camaño, de Gastronómicos). Las organizaciones sociales consiguieron meter más nombres que los sindicatos, pero sus candidatos se concentran en las boletas de UP y -en menor medida- en las de la izquierda. 

Los movimientos populares argentinos expresan una acumulación que tuvo lugar en los últimos veinte años. Tienen en su interior mucha organización barrial, a través de comedores y condesan también los esfuerzos por organizarse de los trabajadores informales. Son dos décadas en las que los alcances de esta militancia fue despareja, porque en los años kirchneristas, cuando la desocupación bajó y los trabajadores recuperaron ingresos, las organizaciones sociales se achicaron; pero no desarmaron, sino más bien que diversificaron sus actividades, y de organizar a los desocupados pasaron a hacer bachilleratos populares, cooperativas o emprendimientos productivos. Es decir, están --permanecen, juntan voluntades--, desde finales de los ‘90.

¿Rinde ese esfuerzo cuando llega el momento de votar?

Mariel Fernández, referente del Evita e intendenta de Moreno, cree que la organización social “no siempre se traduce en votos, porque las personas tienen que poder verte como una opción política institucional”. “Son dos planos diferentes, y esto es parte del aprendizaje de los movimientos populares”, opina.

Pero en cambio considera superada la duda sobre si los militantes que salieron de los piquetes tienen capacidad para gobernar. Los cuadros formados en la militancia social, en el caso de Moreno, pasaron de los comedores o de la promoción de salud barrial a la intendencia, y el gobierno municipal funcionó, y hoy es favorito para un nuevo mandato. Cuando llegaron a la gestión del Estado tenían gente fogueada en el campo de la militancia social, tanto en administrar recursos como en buscar soluciones, y ese conocimiento, se mostró, es un conocimiento político.

Lo mismo puede decirse de los diputados de movimientos sociales. Desde que ingresaron al Congreso nacional han puesto en la agenda temas como la necesidad de que las trabajadoras sociocomunitarias (comedores, promotoras de salud) perciban un salario, la ley de envases (para que las empresas se hagan cargo del reciclado del plástico que ponen en el mercado), el salario social complementario (sancionado durante el macrismo) y la ley de barrios populares (por la que hoy se están realizando 1100 obras de integración sociourbana). Todas estas son políticas pensadas desde abajo, en los movimientos populares, que pudieron ingresar a la agenda política, volverse visible para todos. Son otra cosa que las políticas sociales diseñadas por el Banco Mundial, el modelo habitualmente  empleado por la política “profesional”.

Los candidatos

En las listas de precandidatos a diputados nacionales de UP ingresó, como se dijo, Natalia Zaracho (cartonera del MTE). Por su ubicación, octava en la boleta de la provincia de Buenos Aires, va a ser electa. En un lugar límite, con un pie adentro y el otro afuera del Congreso está Juan Marino, un fuerte polemista del Partido Piquetero (16 en la lista a diputados nacionales de la provincia de Buenos Aires).

Juan Carlos Alderete va en la misma boleta, pero en el lugar 17; la estimación es que si UP recibe pocos votos para ingresar a la Cámara, que el histórico referente de los desocupados ingrese dependerá de que algunos de los que están en la lista, por arriba de él, renuncien para ocupar cargos en la gobernación, lo que es bien posible si Axel Kicillof accede a un segundo mandato. Fernanda Miño, catequista de la Cava y actual titular de la Secretaría de Integración Socio Urbana, va en el lugar 20 de la lista de diputados de UP, también por la provincia de Buenos Aires.

En la izquierda, el Partido Obrero lleva a un referente piquetero, Jeremías Cantero, en la lista de precandidatos a diputados nacionales por Caba. A su vez, la principal dirigente territorial de Libres del Sur, Silvia Saravia, una de las mujeres de las organizaciones sociales más conocidas por el gran publico, es precandidata a gobernadora bonaerense.

Las intendencias

Las organizaciones sociales llegaron a estos comicios con apuestas diferenciadas. Mientras unos se centran en la Cámara de Diputados, el Movimiento Evita va a dar la pelea por ganar intendencias en el gran Buenos Aires.

El Evita no tiene precandidatos a diputados en UP y eso, para ciertos observadores, indica que fue el gran perdedor en el armado de las listas. Aunque durante toda la gestión de Alberto Fernández el Evita fue un aliado clave para mantener bajo el conflicto en las calles, el Presidente “no pidió por ellos” como sí lo hizo por la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz y Daniel Scioli.

Con todo, el Evita logró que se realicen primarias en la provincia de Buenos Aires, en categoría intendentes, un objetivo por el que venía trabajando públicamente. Así instaló en el Gran Buenos Aires los siguientes candidatos:

Patricia Cubría –pareja del principal dirigente del Evita, Emilio Pérsico-, es precandidata a intendenta de La Matanza y competirá en las PASO con el actual jefe comunal Fernando Espinoza, figura del PJ que se presenta por la reelección. En San Martín, Leo Grosso disputará la candidatura con el actual intendente del peronismo, Fernando Moreira, que expresa al peronismo nucleado en torno al hoy ministro de Obras Públicas Gabriel Katopodis. En Ituzaingó Natalia Peluso intentó entrar a las PASO para medirse con Pablo Descalzo, hijo de Alberto Descalzo, que gobierna la intendencia desde su creación, aunque finalmente su precandidatura no fue habilitada. El Evita también disputará por la candidatura a la intendencia de Lanús, donde propone a Agustín Balladares y la de Tres de Febrero, con Lis Díaz, precandidata que en las PASO confrontará con Daniel Menéndez, también referente de un movimiento social (Barrios de Pie). Una sorpresa, porque el Evita y Barrios de Pie habían lanzado para estas elecciones un partido, la Patria de los Comunes, que parece haberse astillado a poco de andar.

¿Oveja negra o integrado?

Juan Grabois compitiendo con Sergio Massa por la candidatura presidencial en las primarias de UP es el gran tema de la militancia social.

Porque la precandidatura de Grabois, sin dudas, le aporta a los movimientos sociales. En la llamada batalla cultural amplía la agenda política vigente, al hablar de temas como el acceso a la tierra o la vivienda; subraya además el principal problema argentino en la salida de la pandemia, que es el crecimiento económico con empobrecimiento de la población. Y en lo concreto también aporta, porque los programas de gobierno gestionados por militantes de su espacio político-social, como el Plan de integración de barrios populares o el Argentina Recicla, son experiencias concretas. Y prefigurativas: nadie en los movimientos sociales se opondría a que esos programas fueran sostenidos y ampliados.

Sin embargo, para muchos sectores de la militancia este aportes coexisten con un peligro, el de caer en la trampa de la “integración” --la de ser aceptado como participante del juego para que finalmente no cambie nada.

Coco Garfagnini, inclinado a esta última lectura, sostiene: “La militancia está muy cansada y ve que las dos ofertas electorales, Cambiemos y UP son muy parecidas. Una es brutal y la otra moderada, pero las dos ponen al país a merced del FMI y el saqueo de nuestros recursos. Lo de Grabois --cree Garfagnini-- es una fórmula armada por los mismos que armaron la de Massa. Está puesta para contener defraudados”.

Cada postura tiene para atender su parte de razón. ¿Qué organizaciones, entonces, van a activar para sumarle votos a Grabois?

Seguro que sí: el Movimiento de Trabajadores de Excluidos, el Frente Darío Santillán y Nuestramérica. Todos son parte del Frente Patria Grande, la organización política que tiene como principal referente a Grabois.

Seguro que no: los que están en la Unidad Piquetera; una parte votará a los candidatos del Frente de Izquierda y otra lo más probable es que se mantenga en posición escépticas, sin llegar a militar para Que se Vayan Todos pero por ahí. 

Otro sector inclinado al No es el Bloque Social por el Trabajo (que incluye al Frente Milagro Sala). Lo mismo en la organización territorial de la CTA Autónoma, Fenat, y en la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT).

Los no definidos: son el Movimiento Evita, donde aún no dicen ni sí ni no. En la CCC responden que tampoco tienen tomada todavía una posición. Los militantes del espacio Grabois creen que "de alguna manera, van a apoyar" a su candidato. Se juegan cuestiones de competencia interna, pero la candidatura de Massa les duele mucho más.