Epígrafe: “La historia siempre importa un poquito”, asegura Elle Fanning.
A Catalina II y a Pedro les llevó un tiempo aceptar lo obvio. “Estamos hechos el uno para el otro”, dice el hombre al encontrar una daga bajo la almohada de la emperatriz. Es que el zar también duerme con un arma igual de filoso por las dudas. Vicisitudes de la tercera temporada de The Great (estreno el próximo 14 de julio por Lionsgate+). Esta particular revisión de la vida en la corte rusa del siglo XVIII creada por Tony McNamara (guionista de La favorita) mantiene su fijación con esta gobernanta hábil, locuaz y “dueña de una ira latente”. Sí, los diálogos punzantes, el tono desvergonzado y la puesta en escena manierista son las claves de un relato que bajo su humor esconde las garras del poder. Sin embargo, la gran clave de la ficción pasa la química entre los personajes interpretados por Elle Fanning y Nicholas Hoult.
La primera escena de “The Bullet or the Bear” enseña a la pareja frente a una consejera matrimonial. “Tuvimos algunas dificultades”, admite la protagonista. “Intentó matarme de muchas puñaladas”, rezonga él. “Se cogió a mi madre con un montón de penetraciones”, replica ella. Y así continúa la cosa entre alzamientos del pueblo, intrigas palaciegas, hurras y borracheras con licor de placenta. The Great nunca tuvo la intención de ser una biopic almibarada de Catalina II ni sobre su vínculo con Pedro (una mezcla de varios Romanov).
Gran parte del divertimento de la entrega es justamente la insolencia con la que se trata lo que sucedió en esa latitud en el siglo XVIII junto a un denodado desprejuicio estético y musical. “La Historia siempre importa un poquito”, dice la actriz en una conferencia de prensa virtual de la que participó Página/12. “Nuestro showrunner sabe un montón de hechos históricos, hizo una investigación enorme, toma de aquí y allá cosas del período. Como lo del test de embarazo que hacían con el trigo. Eso es verdad. Catalina fue la inventora de la montaña rusa. Y eso también es verdad. Tuvo algunas ideas de avanzada en lo político, pero no somos una clase didáctica, para eso están los libros. La mayoría proviene de la mente enrarecida de Tony McNamara”, se despacha la actriz.
-El programa asombró en su primera y segunda temporada por el tono. Nicholas y vos fueron nominados en varias premiaciones. ¿Eso sirvió para encarar esta nueva temporada con más ahínco?
-Nos quitó algo de presión, pero a la vez nos puso la vara muy alta. La primera y la segunda temporada, si las mirás bien, son bastante diferentes en cuanto a la forma y los temas que se tratan. Creo que en la última temporada encontramos el tono y ahora podemos jugar. La tercera es mi favorita por lejos. Tiene muchas sorpresas y vueltas de tuerca. No sé cómo será para los demás, pero estoy orgullosa de lo que ha generado. Es un programa que siento muy personal e importante. Desde el piloto hasta ahora han pasado cinco años, es mucho tiempo. Sé que ahora conozco mucho más al personaje. Dios, siento que es parte mía, así que no tengo miedo de meterme en lo que son momentos un algo desconcertantes, embarazosos o raros, porque estoy robustecida y entiendo quién es esta Catalina.
-¿Cómo ha cambiado el personaje en este camino?
- Empezó muy romántica y naif. Mantiene esa cualidad, pero ha crecido tanto que de ver su pasado no se reconocería. El destino siempre ha sido una parte importante de la historia, pero en estos episodios ella comienza realmente a cuestionárselo. “¿Esto es lo que debería hacer? ¿Soy la persona indicada para hacer este trabajo?”. De lo que también estoy segura es que es una Catalina fallida: no hace todo lo correcto o es demasiado pretenciosa con sus objetivos. Le gusta escucharse hablar y habla un montón. Al final de la temporada será completamente otra.
-El comienzo de cada capítulo recuerda que The Great es “una historia real en ocasiones” o “casi completamente falsa”. ¿Qué hay de real y falso en su matrimonio con Pedro?
-En términos históricos, ellos ya deberían haber terminado (risas). Pero Nicholas es muy bueno en lo suyo. Ninguno de los dos quiere que se acabe esta retorcida historia de amor. Por suerte todavía está dando vueltas. Su matrimonio está en un momento extraño: los dos quieren resolver las cosas, pero bueno… ella apuñaló a Pugachov creyendo que era Pedro. Él tuvo sexo con la mamá de ella, que luego murió cayéndose de una ventana. Así que cada uno tiene su merecido, una suerte de equilibro kármico. Van a citas con una bruja que los aconseja. Es decir, se preocupan y quieren que la cosa funcione. Y otra cosa: en esta temporada él es el papá que se queda en casa con el bebé. Mientras ella moderniza el país, él hace las tareas hogareñas.
-¿Cree que The Great dialoga con la actualidad?
-Así es. En la segunda temporada se habló de vacunas y pandemias, y tuvimos al embajador estadounidense en Rusia, así que hay paralelismos raros. Es todo obra de Tony, aunque él se muestre ambiguo con esas cosas. Es Rusia en un período particular, así y todo podés relacionarlo con cualquier país en varios momentos, con el plus de tocar temas universales.
-¿Se siente identificada con Catalina como mujer empoderada?
-Sí, pero con sus partes más débiles. Ella tiene que navegar con la vida que le tocó. Desde allí le puedo sumar al personaje. Es una comedia, pero con grandes cuotas de tragedia. Las emociones son reales no están hechas para generar un efecto gracioso. Pueden sacarte una risa, es cierto, pero lo que Catalina siente es verdadero.