Al finalizar tres días de deliberaciones en Mar del Plata, de las que participaron obispos y dirigentes políticos, gremiales y sociales, la Comisión de Pastoral Social de la Iglesia Católica, que preside el obispo Jorge Lugones, emitió un mensaje en el que reafirma la necesidad de “pasar de una democracia representativa a una democracia participativa, con la correspondiente pluralidad”. Advirtieron los obispos que “hay sectores que hoy cuestionan el sistema democrático, pero no debemos claudicar” porque “es el marco y estilo de vida que hemos elegido tener”. Y agregan sobre el particular que “ninguna solución basada en la eliminación del otro puede ser un buen camino para re-crear la democracia”.
El texto recoge, en trazos generales, los aportes de quienes participaron de la Semana Social, en particular las contribuciones del Presidente del Episcopado, obispo Oscar Ojea y del propio Lugones.
A “40 años de democracia y 10 años de Francisco” –tal es el título del documento- hace una fuerte reafirmación del valor de la democracia y la importancia de su consolidación, pero al mismo tiempo se presentan observaciones y se señalan “deudas pendientes”. Se dice, entre otras cosas, que “las pujas en lo económico y en lo político abrieron la puerta para una crisis de representación en las instituciones que fue de la mano con un proceso de desintegración y fragmentación del cuerpo social”. Por tal motivo, se agrega, “la democracia dejó de identificarse con la expresión de los intereses de la mayoría, del bien común, para pasar a ser una herramienta condicionada por poderes minoritarios o corporativos”.
Según lo expresan los obispos católicos “nos encontramos ante una democracia que por un lado requiere de mayor vigor y empatía con lo propio, pero que no alcanza a cobijar a todos los sectores y regiones de nuestra Argentina”.
Entre otras cuestiones se demanda “una democracia que signifique la construcción de ciudadanía plena, de ejercicio de derechos, que asegure condiciones para el bienestar de nuestro pueblo, que supere la fragmentación, con sensibilidad social, con Tierra, Techo y Trabajo que garantice igualdad de oportunidades, con independencia económica”.
Al mismo tiempo se pide “mejorar el acceso a la justicia y avanzar contra la impunidad, destacándose que el fin del Estado de bienestar no puede resolverse con leyes represivas, que no consideran los fundamentos sociales de tales problemáticas”.
Tras recordar que “en la recuperación de la democracia, al cabo de la noche más oscura, se soñaba con un ideal democrático con valores populares, que garantizarían la igualdad, el desarrollo económico, la integración republicana de la nación” hoy “es necesario recuperar la pertenencia a la patria para construir juntos una comunidad que defienda la vida y el interés de todos, no dejando a nadie afuera”. Y si bien “la consolidación de la democracia es permanente” no se deja de advertir que “hoy en América latina se registran golpes de estado blandos o se pretende desconocer la voluntad popular”.
Los participantes de la Semana Social subrayaron “la necesidad de sostener las políticas de derechos humanos construidas desde 1983 hasta la fecha como políticas de Estado”. Al respecto se pidió que la Iglesia haga uso “del poder sanador del conocimiento de la verdad sobre la historia” en lo que puede interpretarse como una alusión a la reciente divulgación de los resultados de la investigación que revela documentos eclesiásticos en tiempos de la dictadura reunidos en una serie de libros titulados “La verdad los hará libres”.
La Comisión de Pastoral Social concluye diciendo que “necesitamos un análisis sereno, reflexivo, profundo, de dónde estamos y hacia dónde queremos ir” y, parafraseando el beato mártir Enrique Angelelli –a quien sin embargo no se cita expresamente-, se dice que “necesitamos poner ‘un oído en el pueblo y otro en el Evangelio´”.