Alcaldes de Francia condenaron este lunes la ola de violencia que sacude al país por la muerte de un adolescente de origen árabe que fue baleado por un policía, luego de que un auto en llamas fuera lanzado contra la casa de un intendente. Los disturbios estallaron el martes pasado a raíz del homicidio de Nahel M, un francés de 17 años de ascendencia argelina y marroquí a quien un policía disparó a quemarropa durante un control de tránsito en Nanterre, cerca de París.
La crisis vuelve a poner en aprietos al presidente Emmanuel Macron tras meses de protestas por una reforma jubilatoria, y desnuda otra vez la frustración en barrios habitados por jóvenes franceses descendientes de inmigrantes que se sienten estigmatizados. El gobierno mantuvo en la noche del lunes el amplio dispositivo de 45 mil policías para tratar de continuar la desescalada de los disturbios que sufrió el país en las seis últimas noches.
Repudian el ataque al domicilio del alcalde
Hasta el momento las protestas dejan un saldo 3.200 detenidos, más de 700 policías heridos, unos cinco mil vehículos incendiados, diez mil contenedores de basura quemados y casi mil edificios dañados, según el ministerio del Interior francés. Aunque el número de detenidos se redujo a 157 en la noche del domingo al lunes, el presidente Emmanuel Macron pidió mantener una "presencia masiva" en el terreno.
La Asociación de Alcaldes de Francia había convocado a concentrarse el lunes al mediodía ante los ayuntamientos de todo el país por los "graves disturbios" que atacan "símbolos" como escuelas, ayuntamientos, bibliotecas y policía municipal. Sin embargo, para muchos políticos, el fin de semana se cruzó una línea roja con el ataque con un coche al domicilio del alcalde derechista de L'Haÿ-les-Roses, Vincent Jeanbrun.
"La propia democracia está siendo atacada", dijo Jeanbrun a las puertas de su ayuntamiento, durante una marcha de la que participaron unas mil personas, entre ellas destacados políticos de la oposición de derecha y del oficialismo. El alcalde estaba en la sede de su gobierno al momento de los hechos, mientras que su esposa tuvo que huir de la casa junto a sus dos hijos, fracturándose la tibia. La justicia lo investiga como un "intento de asesinato".
Un millón de dólares para el policía
El gobierno intenta buscar una salida a esta nueva crisis abierta cuando intentaba relanzar su agenda tras las protestas contra su impopular reforma jubilatoria, que sacudieron durante meses a la segunda economía de la Unión Europea. Macron, que canceló este fin de semana una visita de Estado a Alemania, debe recibir el martes a 220 alcaldes de localidades que vivieron disturbios, luego de reunirse el lunes con los presidentes de las dos cámaras del Parlamento.
Su primera ministra, Élisabeth Borne, que ya prometió "la mayor firmeza" en la aplicación de sanciones, se reunió el lunes con los presidentes de los grupos políticos de la Asamblea y el Senado. Parece difícil alcanzar un consenso: los responsables de derecha y ultraderecha piden mano dura contra los autores de los disturbios, mientras que parte de la izquierda pone el foco en la responsabilidad de la policía en la actual crisis.
En ese contexto, un fondo de apoyo a la familia del policía que mató a Nahel, y que se encuentra en prisión preventiva por homicidio voluntario, recaudó más de un millón de dólares, indignando a la oposición de izquierda. "¿El mensaje? Vale la pena matar a un joven árabe", condenó la eurodiputada francesa Manon Aubry, que pidió la supresión de la colecta.
"No es una revuelta de los barrios"
Para el gobierno de Macron, este estallido de violencia originado tras la muerte de Nahel, no es una revuelta social sino un episodio provocado por bandas de delincuentes. Fuentes del Ejecutivo remarcaron a la prensa que lo que se ve "no es una revuelta de los barrios", sino "actos de delincuencia y robos". Los habitantes de esos barrios más desfavorecidos son los más afectados por la destrucción de escuelas, bibliotecas o centros juveniles, pero también por el saqueo de unos dos mil comercios o el incendio de miles de autos.
En contra de los manifestantes se sumaron patrullas de escuadrones neofascistas con bates de béisbol, saludos romanos y gritos de "Francia para los franceses". En algunas ciudades del país, desde Lyon hasta Angers, estas bandas tomaron las calles en los últimos días amenazando a los manifestantes que salieron en rechazo a la muerte de Nahel, la mayoría de ellos de origen árabe.
La violencia en Francia, que será sede este año del Mundial de Rugby y en 2024 de los Juegos Olímpicos, preocupa en el extranjero. Varios países aconsejaron a sus ciudadanos no viajar a las zonas de los disturbios. La ministra de Deportes, Amélie Oudéa-Castéra, anunció que se reforzó la seguridad de las infraestructuras que recbirán los Juegos Olímpicos.