Sin frío para camperón ni tumultos que entorpezcan el ingreso, Callejero Fino hizo su Movistar Arena. Después de reventar un Luna Park. Después de ir a varios programas de televisión. Después de enseñar por Instagram a preparar su merienda favorita (copos de cereales sumergidos en chocolatada). Después de liberarse de la tobillera electrónica que fue carne de cañón para el cinismo de los medios, de una prensa aleccionadora que jamás se molestó en aprender siquiera qué música hace. "Callejero Fino: El trap de la prisión (domiciliaria)", tituló Telenoche.

Un trono recubierto de armas, una calavera en el centro y con números enormes una cifra: 723, por la dirección de su casa en Presidente Derqui. Así, apenas pasadas las 21 del domingo, Natanael se deja ver en escena, aunque sin cortar el mambo del público que aguarda. Un público visiblemente familiar, que será reconocido por el cantante a la hora de cerrar el show: "Gracias en especial a los padres y madres que hicieron lo posible para venir".

Lo acompaña su banda y un boliche emplazado en el fondo. Sus letras iluminadas con intermitencia responden a un nombre más que sugerente: RESKATE. Una palabra que puede aludir tanto al carácter nostálgico de la cumbia que hereda orgánicamente el RKT (tanto por una cuestión histórica como por la genuina intención de sus referentes actuales), como también a la advertencia que el Calle se impone pos condena: hay que ponerse pillo, rescatarse.

Y es que el Hagan Ca$o no es una mera muletilla del cantante. CF llama a la disciplina con reglas propias. Aunque disciplina no implica sumisión: el hombre de los mil berretines -expresión que también supo reconfigurar dándole un aspecto positivo, llevándola al plano de la fantasía- encara un meneo ATP, no ahorra en sonrisas y camina el escenario acompañado del péndulo que dibujan las etiquetas de sus prendas, visera incluida.

Sigue sumando marcas registradas: al Calle le gusta así, dejar la ropa con el cartón con el que la compra y la de sus tres cambios de vestuario no será la excepción. Un detalle que se replica en los atuendos de las bailarinas. Cuidar el aspecto sin perder las mañas, es un poco lo que parece decir su alias. Aquel que dictó su mamá (igual que a L-Gante), figura clave en el universo Callejero.

Foto: Prensa Callejero Fino - @mazza.ph

Llamativamente, esta noche no hay introducciones ni invitados. Tampoco menciona a los personajes que acompañan el movimiento: toda la fiesta está contenida en ese tren de canciones imparables, tan efectivas que permiten que el himno 2022 argentino, Tu turrito, suene sin mucho preámbulo ("Esta es para que la cajeteen"), sin Rei pero soltada con la seguridad de tener municiones de sobra en el cartucho hitero. El romance sigue intacto y la canción no perdió la magia.

"Cómo no voy a seguir el show con un publicó así", pregunta el turro más coqueto de la movida. Entonces estamos ya en la mitad del evento, que avanza con ritmo de teclado. No se llegan a lamentar los malabares de los teléfonos, que vuelan por los aires ya como una instancia propia de los espectáculos actuales, aunque el caos previene a CF: "No tiren celulares a la lengua que después no sabemos de quiénes son".

La cara de la Banda de los Millones se mantiene cómodo para compartir la cosecha de éxitos: se escuchará el remix de Te escapas de mis brazos (un revival de cumbia pura y dura donde brilla solo), la Turreo Sessions junto a DJ TAO, la Mission con Alan Gomez y Mío no tuyo, grabación que también pegó con el productor del chanteo. Promediando la noche habrá que complacer el último fetiche bailantero: el remix de MA.

En su delivery de amor serial también queda espacio para la ternura. Después de saludar a un niño de entre la gente, hace una señal para que lo acerquen a sus brazos. Sin comprender demasiado lo que está viviendo, el bebé hace gestos con su mano y el cantante lo imita. Luego sí, los anuncios: ATR un tema inédito que anticipa el que será "el primer disco de RKT". Para ello, las pantallas reproducen una promo a modo de trailer del álbum y su tracklist.

Acabados los parroquiales, lo que importa es la imagen. No hace falta anticiparse cuando el protagonista de esta historia está bien conectado y sabe perfectamente cómo conducir el relato en sus redes sociales. En una escena musical donde caben la tragedia, la presión y el caos, Callejero Fino custodia la cúspide, un triunfo efímero pero contundente. Por lo pronto festeja, que se lo ha ganado. Siempre siempre nunca nunca.


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