“¿Por qué si fue César (mi hijo) responsable nos incriminan a nosotros?”. La frase es parte de una carta manuscrita que Marcela Acuña difundió este lunes entre los medios de comunicación y en la que parece dar por sentado que César Sena mató a Cecilia Strzyzowski. El texto no se presentó en la causa judicial, pero es posible que ingrese a través de un expediente policial complementario. La carta es más bien un alegato político en el que Acuña sostiene que ella y su marido, Emerenciando, son perseguidos políticos y que no hay evidencias para que estén presos. En realidad, podrían haberse defendido frente a los fiscales, pero nunca quisieron hacerlo y en las escasas frases que vertieron en sus declaraciones, dieron versiones poco creíbles: “vi un bulto que me pareció un cuerpo”, “sé que algo terriblemente aberrante ocurrió en casa” y, sin embargo, después no hicieron nada, no reaccionaron. Y respecto del crimen mismo, es la primera vez que hacen una mención específica: los padres apuntan, sin dudas, a que el femicida es el hijo. Por otro lado, este lunes se enviaron a Córdoba los restos humanos encontrados en el río Tragadero y la abogada del gobierno del Chaco, Nahir Barud, anticipó que hay un octavo participante en la destrucción del cuerpo de Cecilia.
Homicidio de a tres
Para los fiscales --Jorge Cáceres Olivera, Jorge Gómez, Nelia Velázquez--, el femicidio se cometió cuando César Sena, Emerenciano y Marcela Acuña estaban en la escena, al mediodía del 2 de junio, entre las 12.16 y las 13.01. El equipo acusador admite que a Cecilia la mataron “por motivos que aún se desconocen”, pero dicen que los homicidas fueron los tres.
Hay una evidencia de primer orden que son las marcas en el cuerpo de César: lesiones producidas por uñas, en el cuello y en un brazo, compatibles con acciones de defensa de Cecilia. El otro elemento clave es que César registraba un hecho de violencia contra la chica, sacándola de la camioneta y haciéndole una toma como las que practicaba en sus clases de artes marciales. “Hoy vi mi vida delante de mis ojos”, le dijo Cecilia a un testigo de identidad reservada conocido como Ciervo.
Respecto de los padres, los fiscales no les asignan un papel preciso en el homicidio mismo, pero los acusan de ser partícipes directos, primarios. Está en la calificación formulada en la prisión preventiva, sin detalles.
Este lunes, entonces, Marcela Acuña se desmarca por primera vez: “No hay que confundir, una cosa es el hecho del femicidio de Cecilia, repudiable desde todo punto de vista, y otra cosa es el querer inculparnos desde una fiscalía que, sin pruebas, nos tiene, no sólo encerrados, paseándonos como trofeos con esposas, como delincuentes, sino que nos mete en una causa con una carátula que no se sostiene con pruebas, sólo con supuestos”.
Sin validez en el expediente
Al cierre de esta edición, la carta de Acuña no había llegado a la fiscalía ni se incorporó al expediente. Es sólo un alegato público.
Lo insólito es que, hasta el momento, los Sena no se defendieron, no explicaron nada de nada.
* Ante los fiscales, nunca dijeron que César mató a Cecilia. Cómo fue, dónde fue, por qué fue. La lógica indica que César estranguló a la chica, porque no aparecen rastros de sangre, pero ni eso está confirmado.
* No dieron detalles de cómo se enteraron, qué es lo que vieron.
* Parece probado que los Sena encabezaron la operación para hacer desaparecer el cuerpo. La mano derecha de Emerenciano, Osvaldo Obregón, confesó haber llevado bolsas con el cuerpo a Campo Rossi, donde lo incineraron. Luego usaron unas palas para poner los restos en bolsas y los tiraron en el río Tragadero. Nada se hubiera hecho sin orden expresa del matrimonio que es líder del movimiento.
* Está claro que Emerenciano y Acuña mintieron (como imputados estaban en su derecho) diciendo que vieron un bulto o que algo aberrante pasó en la casa, pero se negaron a aportar cualquier elemento.
* Aun así, César y Cecilia estuvieron a solas dos veces en la mañana del 2 de junio. De 10.11 a 10.46 (35 minutos) y luego de 11.41 a 12.16 (también 35 minutos). En esos períodos se pudo haber cometido el femicidio. Para los fiscales, sin embargo, el crimen no se cometió en esos momentos, sino al mediodía, entre 12.16 y 13.01 (46 minutos) cuando estaban los padres. No hay evidencias definitivas sobre esa hipótesis.
La carta es un anticipo: todo indica que, tarde o temprano, el matrimonio va a declarar y al menos dará su versión. Es posible que sea ante el juez, cuando apelen la prisión preventiva.
Hacia los peritajes decisivos
El trabajo de los fiscales logró casi el esclarecimiento completo del femicidio de Cecilia. Sin embargo, todo se reforzaría con evidencias objetivas, periciales. Hay una prueba pericial hasta ahora: los rajuñones que tenía César, peritados por forenses.
* Una clave, los restos humanos, muy seccionados, encontrados en el río Tragadero. En un operativo muy cuidadoso, en el que hubo custodia de la Gendarmería, esos restos se llevaron a Córdoba este lunes. La fiscal Nelia Velázquez estuvo presente. Ahora, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), de prestigio mundial, intentará determinar, mediante ADN, la identidad de la persona cuyo cuerpo se incineró.
* Según dicen en Chaco, también se espera un informe de la Gendarmería sobre rastros encontrados en la casa de los Sena y que podrían ser de sangre. Habrá que ver de quién es la sangre y si los rastros son recientes.
* Faltan muchos informes relacionados con los celulares y las computadoras.
El octavo cómplice
La abogada que representa al gobierno de Jorge Capitanich como querellante en la causa, Nahir Bardu, viene insistiendo desde hace rato en que otro colaborador de Emerenciano Sena participó de la incineración del cuerpo de Cecilia. Los fiscales lo están estudiando.
Sería de importancia, porque buena parte de la prueba de cómo fueron las cosas las aportó Gustavo Obregón, mano derecha de Emerenciano, quien verdaderamente se quebró y aportó bastantes detalles. Si se quiebra alguien más, puede completarse el cuadro probatorio que, hasta el momento, es bastante apabullante.
Aunque judicialmente un imputado está en todo su derecho a no declarar, desde el punto de vista criminalístico es una evidencia de culpabilidad y pacto de silencio que el clan Sena no haya hablado. Este lunes algo se rompió: Marcela Acuña virtualmente acusó del femicidio a su hijo, en forma tácita señaló el móvil vinculado a los celos enfermizos y la violencia de género, pero todavía están todas las preguntas sin responder: cómo fue exactamente el asesinato, cuándo se cometió, cuál fue el móvil. El trabajo de los fiscales ya recorrió gran parte del camino, son confirmaciones que faltan.