Satisfecho con los números que anoche seguían llegando de todo el país y con la estrategia ya en marcha de cara a las elecciones generales de octubre, Cambiemos celebró el resultado de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Antes de tiempo, dio por ganada por estrecho margen la provincia de Buenos Aires, remarcó el abultado resultado porteño y ensalzó su performance electoral en distritos como Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Santa Cruz, San Luis, Neuquén y Entre Ríos. El oficialismo repitió la estrategia de 2015: entre globos, “si-se-puede”, música bolichera y papel picado, fue sacando en distintas tandas a sus principales figuras a medida que se iba confirmando una tendencia favorable para el oficialismo. Unificó en Costa Salguero los bunkers de la ciudad y la provincia de Buenos Aires y concentró en Horacio Rodríguez Larreta, Elisa Carrió, Esteban Bullrich, María Eugenia Vidal y Marcos Peña la comunicación de los resultados. Mauricio Macri coronó la velada repitiendo las mismas frases que utilizó durante toda la campaña, sin confrontar directamente con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Con la atención concentrada en el resultado de Buenos Aires, ya sea por su peso electoral (39 por ciento del padrón), como por los actores involucrados, el Gobierno esperó hasta las 22 para arriesgar un resultado. A esa hora recibió el informe de las mesas testigo, las mismas que en 2015 la dieron vencedora a Vidal por sobre el entonces postulante a la gobernación del Frente para la Victoria, Aníbal Fernández. “Entre 2 y 3 puntos de diferencia”, señalaron desde la jefatura de campaña bonaerense de Cambiemos. La “diferencia” era entre el ex ministro de Educación y la ex presidenta, primer postulante a senadora por Unidad Ciudadana. Anoche, a medida que se completaba el porcentaje de votos escrutados, esa brecha continuaba achicándose y al cierre de esta edición estaban virtualmente empatados.
“Esta es una noche especial para todos los argentinos y también para los bonaerenses. Gracias, gracias. Hicieron que me vuelva a pasar lo que me pasó en 2015. No me alcanzan las palabras para agradecer tanto amor”, dijo anoche Vidal, sin soltar en ningún momento el tono emotivo con el que se puso al hombro la campaña provincial. No se animó a dar una definición sobre el resultado ni salirse del libreto elaborado repetido durante la campaña. “Los mismos que gobernaron, que fueron cómplices o miraron para otro lado con el narcotráfico y la corrupción, te decían que no se podía hacer nada, y nos ves ahora a nosotros peleando y enfrentándolos”, aseguró, en un intento por reforzar su imagen de luchadora contra “las mafias”. La gobernadora fue la encargada de cerrar la anteúltima ronda de discursos, que contó primero con una breve alocución de Graciela Ocaña y un speach un poco más extenso de Bullrich. El primer postulante a senador logró evitar frases desafortunadas como celebrar que “todos los días hay un pibe más preso” o confundir la consigna “ni una menos” con una posición antiabortista.
Antes había sido el turno de los candidatos y dirigentes de Capital Federal. La líder de la Coalición Cívica y el jefe de Gobierno porteño tenían pocas dudas sobre el contundente resultado que cosecharían al terminar la jornada. Con el 98 por ciento de los votos escrutados, la lista Vamos Juntos quedaba a menos de medio punto del 50 por ciento de los votos. Unidad Porteña sumaba entre sus tres listas un 20,7 por ciento y Evolución, de Martín Lousteau se quedaba con el 13,04. No hubo mención alguna para “rulos”, como Carrió supo llamar al ex ministro de Economía cuando compartían alianza, no hace mucho. “Estoy muy conmovida y un poco azorada. Saben que yo estoy acostumbrada a perder y no a ganar. La República se ha reafirmado a lo largo y a lo ancho del país”, se entusiasmó Lilita, cuya lista podría meter 8 bancas en el Congreso si se repiten en octubre los mismos resultados. La alegría también tenía como componente el buen resultado para la Coalición Cívica, que podría duplicar su fuerza legislativa y recuperar al menos una parte del bloque que supo tener en sus años de gloria. La contundencia del triunfo significó también un respaldo para la estrategia elaborada en la Ciudad, que implicó romper Cambiemos para poder expulsar a Lousteau de una posible competencia interna. “Hoy dimos un paso importante, muy importante que debemos consolidar en octubre. Falta un paso más que lo ayude a Mauricio a cambiar la Argentina”, completó Rodríguez Larreta, aportando la cuota de macrismo explícito.
A lo largo de toda la noche se repitieron las mismas ideas-fuerza: no “volver al pasado”, luchar contra “las mafias” y “el narcotráfico”, consolidar “el cambio”. También se evitó la confrontación y se convocó al electorado que no acompañó al oficialismo.
Mientras se esperaba una definición en Buenos Aires, en paralelo comenzaban a llegar buenas noticias de otras provincias. Córdoba revalidaba el carnet de provincia macrista que había obtenido en 2015, cuando le permitió al Presidente obtener su sillón en la Casa Rosada. Con casi el 92 por ciento de las mesas escrutadas, Cambiemos obtenía 44,59 por ciento de los votos frente al peronismo del gobernador Juan Schiaretti que sacaba el 28,48. Héctor “la Coneja” Baldassi vencía por más de 15 puntos al vicegobernador Martín Llaryora y se terminaban casi dos décadas de hegemonía peronista. Al cierre de esta edición, en Santa Fe Cambiemos también lograba imponerse por dos puntos al peronismo, que venía achicando la brecha.
Precisamente por eso, una de las primeras cosas que hizo Macri ayer en su discurso fue dedicarle un agradecimiento especial a los votantes y a sus candidatos en esas dos provincias.
“Fueron a votar para elegir que el cambio está más vivo que nunca. Que este cambio no es propiedad de un gobierno sino de todos los argentinos. De todos los que tenemos derecho a vivir mejor. Lo que vale, lo que tiene que durar, lo que va en serio, no se hace de un día para el otro. Se hace dando un pequeño paso todos los días. Sabemos y aprendimos de nuestra historia”, afirmó Macri, desde el escenario compartido con Carrió, Peña, Gabriela Michetti y Vidal. En medio del clima triunfalista, el Presidente intentó hacerse el simpático con su socia y cofundadora de Cambiemos, a quien había invitado a almorzar ayer. “Le dije (a Lilita) comé liviano porque vas a tener que festejar, pero no hubo manera, no dejó nada en la parrilla”, contó el Presidente, supuestamente como una broma.
Sin dar números, Macri ensayó un repaso por las provincias en las que Cambiemos obtuvo buenos resultados, incluso por encima de sus expectativas. En San Luis, de la mano del ex gobernador Claudio Poggi, lograban destronar a los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez Saá por 28,8 a 28,4. En Neuquén vencían al MPN por 24,8 a 21,8. A medida que el presidente iba nombrando algunas provincias, los simpatizantes y voluntarios que ocupaban el predio de Costa Salguero aplaudían y coreaban el mantra macrista “sí se puede, sí se puede”.
La tribuna se entusiasmó especialmente cuando habló de Santa Cruz. “Gracias a los santacruceños. Vamos Eduardo Costa. Va a haber mucha tarea por hacer”, dijo Macri, a lo que le respondieron con un cantito alusivo “no vuelven más, no vuelven más”. En esa provincia anoche se imponía Cambiemos por 46 por ciento a 28,5. También hubo un mensaje para las tres provincias gobernadas por la UCR: Mendoza, Corrientes y Jujuy, a la que recordó por sus reiteradas visitas. No hizo mención a los nombres de los gobernadores, ni a la situación de Milagro Sala, que continúa presa a pesar de la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
“El cambio crece. La economía arrancó, la inflación está bajando”, aseguró Macri. El presidente sostuvo que los tarifazos, así como otras medidas que afectaron a los sectores más vulnerables, fueron necesarias y que si hubiera podido, no las hubiera tomado. Sin tomar en cuenta que sobre el escenario había dirigentes de la UCR, o que algunos de sus funcionarios como la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, fue ministra de Trabajo de la Alianza, Macri responsabilizó de los problemas del país a “quienes han gobernado en forma ininterrumpida en los últimos 20 ó 25 años”.
“A días de que asumimos la conducción del país empezaron a poner palos en la rueda, a decir que ellos tienen la solución a los problemas que ellos mismos nos dejaron”. Esa fue una de las pocas frases en las que se salió el espíritu positivo y new age con el que impregnó todo su discurso. Macri se definió como “un puente” para ayudar a los argentinos “a ir de lo que son a lo que pueden ser”. Habló de armar “un equipo de 40 millones de argentinos”, de “cambiar la historia para siempre”, de “confiar en nosotros mismos” y cerró la noche con una épica histórica: “Si creemos, nos seguimos diciendo la verdad, que mi vecino es mi hermano, estaremos empezando a recorrer los 20 años mejores de nuestro país, los 20 años mejores de la historia argentina”. Otra vez, el cantito fue el de siempre: “Sí se puede, sí se puede”.