Nadie debe tener recuerdos gratos de la última pandemia ni tampoco la sociedad cambió para alcanzar una actitud más solidaria con los más necesitados, como muchos se ilusionaron. Pero lo cierto es que, a la par de los médicos que pusieron el cuerpo y salvaron muchas vidas, algunas instituciones educativas se convirtieron durante el aislamiento en un lugar de alojo de estudiantes y en un ámbito donde las familias podían sentirse contenidas. También es cierto que algunos educadores y educadoras se vieron desbordados cuando todo el mundo perdió su zona de confort. ¿A qué escuelas estamos volviendo? ¿Qué escuelas queremos? Esas son algunas de las preguntas que se formularon Martín Ferrari y Carlos Skliar, director y co-guionista, respectivamente, del documental El vaivén de las escuelas, que se estrenará este jueves en el Cine Gaumont.
El documental comenzó a gestarse en el 2020, en medio de la pandemia de Covid-19, sistematizando videos y relatos de educadores de todo el país e, inclusive, de otros países vecinos. En medio de esa circunstancia, se cruzaron Skliar y Ferrari para comenzar la tarea de ir tejiendo esas experiencias y encontrar el guión de la película. Fue así que en 2021 se comenzó a filmar en escuelas de Yavi (Jujuy), Bariloche (Rio Negro), Villa Las Rosas (Córdoba), San Martín (provincia de Buenos Aires), y González Catán (provincia de Buenos Aires). El rodaje culminó en julio de 2022, para luego comenzar un arduo proceso de montaje junto con Camila González Revoredo.
Martín Ferrari y Carlos Skliar son educadores e investigadores interesados en repensar la educación pública. En 2018, Ferrari co-realizó junto a Malena Noguer el documental La educación en movimiento, donde relevaron el estado de la educación a través de un viaje por Latinoamérica. Carlos Skliar es investigador principal del Instituto de investigaciones sociales de América Latina (IICSAL) y del Área de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Argentina. Es también Doctor en Fonología con Especialidad en Problemas de la Comunicación Humana, con estudios de posgrado en el Consejo Nacional de Investigaciones de Italia, en la Universidad de Barcelona y en la Universidad Federal de Río Grande do Sul, Brasil.
"La película nació en medio de la pandemia. Es interesante contextualizar que, en medio de la pandemia, los encuentros eran difíciles y, entonces, con Carlos empezamos a compartir mails. Y cada uno venía habitando diferentes proyectos. Yo venía de hacer el documental La educación en movimiento, donde recolecté material audiovisual de toda Latinoamérica", comenta Ferrari. "Y la pandemia nos obligó, en el mejor de los sentidos, a que nos encontremos a compartir lo que estábamos viendo y escuchando, y ver qué posibilidades había de que eso no pase porque descubríamos o nos animábamos a develar que había algo fecundo en todos esos intentos, preguntas de seguir garantizando la continuidad pedagógica, que generaba mucha incertidumbre, mucho dolor, angustia, pero también había algunos intentos, prácticas y preguntas que eran muy disruptivas para nuestra escuela pública. Y eso nos fue encontrándonos más cada vez. Y empezamos a escribir a partir de esas propias historias y salimos a filmar a cuatro provincias de nuestro país con un criterio federal", sostiene Ferrari.
-¿En qué se basaron para elegir las escuelas donde transcurre el documental?
Carlos Skliar: -Yo tuve un ciclo durante toda la pandemia que se llamó "Conversaciones entre cualesquiera", y llegaban a mí todas las semanas muchísimas experiencias y relatos de gente que estaba atravesando la pandemia durante el confinamiento y en el momento de regresar a las escuelas. Fui registrando las escuelas del interior y así se sumaron a la escuela de Bariloche, a la de Yavi, en Jujuy, y a la escuela de Traslasierra en Córdoba, dos escuelas de la provincia de Buenos Aires en las que Martín transitaba. Y, en ese momento, nos interesaba registrar dos circunstancias: por un lado, el vacío de las escuelas como edificios, como instituciones, como lugares y el momento del reencuentro, en el que la mayoría de los docentes y los equipos volvían para conversar a propósito de lo que había pasado y qué querían hacer. Justamente, con esa idea de qué les gustaría hacer es que transcurre buena parte de la película porque es el momento en el que se formulaba una posibilidad que luego el tiempo decantó; pero en ese momento estaba en carne viva la posibilidad de imaginar otra escuela.
-¿Por qué decidieron no abordar situaciones de escuelas públicas de la ciudad de Buenos Aires?
Martín Ferrari: -Nuestro primer criterio fue que fuera federal. Y creíamos clave que muchas veces hay materiales audiovisuales que centran su mirada en el centro porteño. Mostramos esas experiencias de una escuela de frontera en Yavi, una escuela del alto de Bariloche, una escuela enclavada en un pueblo de Córdoba, una escuela en el fondo de los basurales de José León Suárez, una escuela en La Matanza... Priorizamos el criterio federal por sobre otro más centroporteño.
C.S.:- Hay otro detalle: la ciudad se muestra al principio como un paisaje de barullo, tumulto y después desierto. Y también es cierto que el documental ofrece paisaje. Hay una mirada hacia los paisajes más abiertos, a la gente en su paisaje. Eso se pudo mostrar muy bien en los lugares donde hemos ido, mucho más que en esta ciudad de carácter más anónimo. Había ahí una relación a pensar entre los maestros y sus paisajes, que fue muy bien retratado.
-En la época de la cuarentena muchos ansiaban un cambio en la sociedad que no se produjo. ¿Creen que algunas escuelas sí fueron lo suficientemente solidarias?
C. S.: -En muchos momentos del documental, las escuelas se expresan, incluso por parte de los estudiantes, contando la experiencia de haber sido el único lugar que reunió, que permitió coordinar temas de cuidado, compañía, conversación, no sólo de la tarea específica educativa sino también con respecto a la salud y a la comida, porque casi todas las escuelas se transformaron en núcleos de entrega de comidas para los barrios. Y eso está reflejado en aquello que se puede entender como la escuela en una comunidad determinada y no simplemente la escuela de puertas cerradas. Así que yo creo que, en términos generales, la pregunta por si seremos mejores o peores fue muy inicial, muy rápida, muy apurada y lo que muestran estos maestros y maestras de todo el país es que les hubiera gustado hacer muchas cosas, pero también había mucho dolor, mucha enfermedad, incluso muerte y, por lo tanto, entre el dolor y la ilusión, estuvieron planteándose cómo ser otra cosa.
M.F.: -Sumo que ese dolor que atravesó a todas y a todos también fue un motor para el intento de pensar otra escuela posible. Hay una docente que dice "Fuimos más empáticos". Habrá que ver si eso perdura o no, pero también fue una decisión decir "¿dejamos eso o no?", pero qué sorprendente que hayamos atravesado una pandemia y esa pandemia nos siembre la posibilidad de darnos cuenta de que no éramos tan empáticos, y ahora podemos ser un poco más. O, inclusive, todo lo que fue el trabajo colectivo. Carlos bien lo decía: fue por una bolsa de comida, pero también ese trabajo colectivo provocó el preguntarse cómo hacemos para que niños, niñas, jóvenes y adultos aprendan. Y abordarlo colectivamente: rondas docentes, parejas pedagógicas. Todo eso que emergió durante la pandemia, el documental invita a ver qué pasó, qué nos pasa, cuánto nos mueve.
C.S.: -También está la cuestión del vaivén entre querer hacer y no poder hacer, entre la potencia y la impotencia, entre querer y no poder: la imagen del vaivén, de lo desordenado, de lo que se interrumpió, de lo que continuó, entre el ir y el volver a las escuelas. Ahí está la clave de una imagen, que es la que con el tiempo perdurará. La escuela es un vaivén, como todas las instituciones. La vida es un vaivén. Y me parece que ahí hay una clave interesante de lectura.
-El documental muestra que, en algunos casos, las instituciones fueron mucho más que educativas. ¿Creen que a partir de los testimonios que recogieron las escuelas sirvieron como espacios de contención de los estudiantes y, en algunos casos, también de las familias?
C.S.: -Sin duda que sí, no sólo por el documental porque la película retrata una parte. No voy a decir pequeña porque teníamos testimonios mucho más grandes, múltiples, y en todos los casos notamos que la escuela no se retiró: al contrario, la escuela se ofreció como ese hilo por el cual pasaba todo el tejido de una comunidad. De otra manera, yo creo que, en una época de desmoronamiento, como nos tocó vivir, menos mal que estaban las escuelas para ser un sostén. Y esas relaciones que se habían roto antes entre escuela y familia, ahora vuelven a debilitarse, pero durante la pandemia estuvieron muy fortalecidas.
M.F.: -Inclusive, cuando vos hablás de contención, pienso como algo diferente, no sólo contuvo, sino que alojó, cuidó porque fue algo clave que no era simplemente decir "Demos ese bolsón de comida", sino que recibía las problemáticas, miraba con otra lente las problemáticas de una familia, pero también de su comunidad que, a veces, en la cotidianidad de los días se perdía. Y ese frenar y ese otro tiempo que nos regaló la pandemia permitió que la escuela, sus docentes mirasen, descubriesen, le dieran otro valor a esas cuestiones que estaban pasando. Entonces, no es solo "Contengamos que falta comida", sino que la escuela tendría que estar vinculada a esas problemáticas que hay en la comunidad, la escuela tendría que trabajar más colectivamente, la escuela tendría que ver cómo acompañar las trayectorias personalizadas de los estudiantes. ¿Qué tendría que hacer la escuela con el avance tecnológico? Es una pregunta que atraviesa el documental y que nos quedará a todos para los debates que vendrán con el documental, pero bueno, esa tecnología que nos llegó, ¿qué preguntas nos genera?
C.S.: -Un detalle es que hay testimonios en el documental de maestros que cuentan que han ido a buscar a los chicos, que han ido a tocar las puertas de las casas, que han salido de las escuelas, que han salido de lo personal y de lo privado por la preocupación, por la responsabilidad. Y esa búsqueda de cuidado, como quedarse insomnes de no saber qué pasaba con alguno de los estudiantes. Hubo mucha deserción en ese momento y estaba el no saber qué ocurría. Así que creo que, además, extendió sus paredes, extendió sus fronteras, fue más allá de sí misma.
-¿Cómo analizan el rol de la educación pública tras el fin de la pandemia? La escuela enseña, pero ¿qué aprendió la escuela?
C.S.: -A nosotros nos interesaba llegar hasta el momento en que los maestros, maestras y los chicos volvían a la escuela. Después, nuestra experiencia de trabajo cotidiano sabe cosas, intuye cosas al seguir los trabajos, pero a nosotros nos interesaba en el documental tocar ese umbral, llegar hasta ese momento en el cual la escuela se reencuentra a sí misma y muestra si es capaz de sostener las preguntas que se originaron durante la pandemia. No quisimos entrar en qué pasó luego. Puede ser motivo de otro trabajo, pero nos gustaría que el umbral sea ese, llegar al momento en el cual se expresa esa duda entre lo que continúa, lo que se repite y lo que no se repite, la alegría por volver, la desazón porque no volvieron todos. Esa es la expresión última del documental. Por supuesto que tu pregunta nos apasiona, nos interesa, nos conmueve, pero me parece que el documental quiere llegar hasta ahí. Ese es el límite que se plantea.
M.F.: -Inclusive, pienso que el documental provoca recuperar la pregunta que nos traés porque si no, no lo hubiésemos hecho. Quizás esa pregunta nos atraviesa porque somos educadores. Entonces, ¿qué aprendió la escuela? ¿qué aprendimos? Aun late, aún no sabemos si mucho de eso se pudo reflexionar. Por eso, el documental, y por eso creemos que ahí hay una punta del ovillo para tirar. Cuando nosotros íbamos a las provincias, tan sólo con poner la cámara y el micrófono, los docentes contaban verborrágicamente lo que habían vivido, contaban lo que querían que se sostenga, decían "Ojo, no quiero que la escuela se meta en mi vida íntima, necesito cierto límite". Bueno, hay un montón de prácticas, intentos y preguntas que están ahí, aun en la punta de la lengua. Me parece que tenemos una oportunidad. Y el documental busca que los colectivos de docentes, profesorados hagamos memoria y que de esa memoria nos permitamos reflexionar juntos y juntas qué aprendimos para pensar qué escuela queremos.