Arrancó como un entretenimiento de fin de semana y se convirtió en su oficio. Dejó de lado el taller mecánico y las herramientas para dedicarse de lleno a lo que más le apasionaba. Las abejas se hicieron sus amigas y gracias a la calidad de su miel recorrió el mundo. Su empresa Miel del Parque cuenta con 600 colmenas y sus productos no tienen agregados. "Nuestra miel es miel", repite José María Muñíz, uno de los productores apícolas más conocidos de la región, mientras repasa detalladamente su historia en diálogo con BuenosAires/12. 

Esa frase es su slogan de cabecera. "Cuando me dicen 'qué rico', les digo 'sí, porque es miel', y la gente me mira como si les estuviese tomando el pelo, pero adentro del frasco hay miel sin agregados", explica. "Lo que hay adentro es un contenido neto, no está cortado con jarabe de maíz, el producto debe cumplir con ciertas condiciones para llamarse como tal, porque si vas a comprar nafta y te dan gasoil, no es lo mismo.", detalla. Y cita un refrán: "No hay nada que alguien pueda hacerlo peor para tratar de venderlo más barato".

La Provincia de Buenos Aires cuenta con 5.812 productores registrados en el Registro Nacional de Productores Apícolas -RENAPA-. Según los datos oficiales del Ministerio de Desarrollo Agrario, el territorio bonaerense aumentó la cantidad de apiarios a 19.993 y alcanzó las 1.548.143 colmenas. Ya son 851 las salas de extracción y 156 las de fraccionamiento. Además, se elevaron las exportaciones de miel a lo largo de los últimos tres años y medio. Dentro de ese lote de productores, hay uno que es reconocido entre sus pares como "Tucho", un apicultor oriundo del municipio de Azul que desarrolla sus tareas junto a las abejas hace casi cincuenta años.

Actualmente, con su hijo a la par, llevan a cabo todo el proceso apícola. En Miel del Parque crían las abejas reinas, mantienen 600 colmenas, extraen los paneles, le quitan la cera y lo trasladan al extractor. Luego del reposo del producto, realizan el fraccionado y continúan con el agregado de valor. Allí generan porciones de 25, 250, 400 y 500 gramos y de 1 kilogramo, tanto en envases de vidrio como de plástico. Hacen miel pura y cremosa; fabrican hidromiel, vinagre de miel y miel con maní.

"El galpón es mi lugar. La apicultura es todo. Ir al campo es pelear y desafiar a la naturaleza constantemente para que tu colmena te produzca. Ya sea cambiar la abeja reina, darle alimentos, suplementos o vitaminas, pero la colmena debe funcionar. Dedicarme a esto es una satisfacción muy grande." Con esas palabras, José María Muñíz le explica a este diario lo que la apicultura despierta en él. Cuando habla de "el galpón", Muñíz hace referencia al lugar donde lleva a cabo la producción Miel del Parque, su emprendimiento familiar que ya lleva más de quince años con las abejas, y que está ubicado en el Parque Industrial de Azul, a quince cuadras de su casa.

"Tucho" nació en Azul hace 70 años, pero no siempre vivió allí. Por motivos laborales, su padre rumbeó hacia el Gran Buenos Aires cuando él tenía cinco años. "A los 20, ni bien terminé la colimba en City Bell, me fui volando hacia el pueblo. No quería saber nada con el servicio militar", dice, entre risas, al recordar su adolescencia. Cuando volvió a su lugar de origen, "Tucho" creó su familia y se desempeñó como mecánico en la fábrica de Citroën, donde fue jefe de taller. Pese a que desarrollaba su vida entre herramientas, él recuerda que hubo un hilo que siempre lo unió con la apicultura.

Cuenta Muñíz: "Conocí a un apicultor a los seis años y eso me quedó en la cabeza. Entre los pibes, algunos quieren ser médicos, otros abogados, pero yo quería tener abejas. Cuando hice el servicio militar, un compañero que tenía colmenas me contó como era todo el proceso y eso me dio más manija. Después volví a Azul, empecé a trabajar de mecánico y a medida que pude me contacté con apicultores. Comencé a comprar colmenas para tener en el patio de mi casa y ahí arranqué, en 1976".

Por aquel año, la apicultura era una actividad completamente autodidacta, ya que los conocimientos no estaban al alcance de la mano. Muñíz señala que, para aprender, lo único que quedaba era "charlar con un apicultor viejo, si es que te daba bola y no te miraba de reojo". "Así arranqué, hice mil macanas, pero fui aprendiendo. Hubo momentos buenos, momentos hermosos y momentos malísimos, pero siempre seguí. Previo a los años noventa, ya comencé a capacitarme e hice cursos de especialidades, como el de cría de abejas reinas", explica Muñíz. Luego de adquirir el marco teórico, "Tucho" dictó clases de apicultura, y mecánica, en el Centro de Formación Profesional de Azul.

Pese a su jerarquización dentro del rubro apicultor, Muñíz resalta que hasta el año 2000 tenía sus colmenas como "una alternativa del taller". "Era mi escape de fin de semana, pero un día, a pesar de tener trabajo constante, cerré el taller del todo y arranqué con las colmenas. Necesitaba cambiar el rumbo y empezar de cero", detalla "Tucho". Junto con él, sus tres hijos comenzaron a interiorizarse en la apicultura. "Ellos aprendieron a caminar entre las colmenas, a no tenerle miedo y a meter los dedos. Mi hijo Gerónimo, por ejemplo, terminó el secundario y ya andaba con abejas. Fue a hacer un curso de cría de reinas en General Belgrano, en la Cabaña del Ministerio, y luego viajó por el mismo motivo a Hawaii. Fue por 90 días y se quedó aprendiendo durante ocho meses", señala Muñíz.

A raíz del volantazo que pegó, "Tucho" comenzó a incrementar su actividad y hace quince años acuñó el nombre de Miel del Parque. "En la empresa eramos tres, hasta mayo, cuando se fue una de mis hijas. Hoy por hoy, estoy con Gerónimo y ocupamos gente temporalmente para trabajos específicos, como épocas de cosecha. En el fraccionado estamos solo nosotros. Es por una cuestión de seguridad, porque sabemos qué hacemos, cómo lo hacemos, y dónde y cuándo debemos meter las manos. En la empresa no tenemos más de 600 colmenas para abarcarlas bien". En en galpón de Miel del Parque, el cual está habilitada como "sala de extracción y depósito de tambores" por la cartera agraria provincial, los Muñíz realizan la extracción propia y extracciones de miel a terceros. De hecho, Miel del Parque integra la Cámara Argentina de Fraccionadores de Miel -CAFraM- desde sus comienzos.

En el pasado reciente, Miel de Parque no fue la excepción de los miles de productores afectados por la sequía. Al no haber lluvia, las flores se secaron y las abejas no lograron extraer el néctar necesario. "La sequía fue terrorífica. Nos afectó mucho, pero sin embargo pudimos sacar miel", describe Muñíz. Con ese amargo recuerdo en la memoria, pero con su innovadora miel con maní como "caballito de batalla", la familia de Azul estará éste fin de semana en el predio La Rural, de Palermo. Con Miel del Parque expondrán sus productos en la Feria Caminos y Sabores, que se realizará entre el 6 y el 9 de julio.

Los conocimientos detallados sobre la producción apícola hicieron que los Muñíz viajen por el mundo para compartir sus experiencias. Detalla "Tucho": "Cuando tenía 58 años me invitaron a México para armar un criadero de reinas, y de paso enseñarle a los empleados del lugar diversas técnicas. Estuve un mes y medio y de ahí me fui a España por el mismo motivo, por lo que estuve casi cuatro meses en el extranjero. Luego, volví a España con mi hijo y nos la pasamos visitando apicultores, fuimos desde Barcelona hasta los Pirineos para ver el trabajo que hacen con las abejas. Con Gerónimo también dimos charlas de apicultura en Chile y Uruguay".

Al repasar sus vivencias, el productor de Azul reflexiona y sentencia orgulloso: "Mirá donde me llevaron mis abejas".