Se denomina in vitro —del latín, en vidrio— a todo procedimiento de laboratorio por el cual se emula el desarrollo de un proceso o un organismo. La paradoja de lo in vitro, cuando se trata de la búsqueda de un embarazo, es que nada es tan claro y transparente como asistir a través de un vidrio a la multiplicación de células, a la espera de que se conviertan en embriones con estructuras adecuadas para la futura implantación, volcados luego en tablas comparativas que los ubican en casilleros de viables o no viables.
Todo parece tan frío al calor de un deseo. En estos casos, en el camino de la búsqueda de un embarazo mediante métodos de fertilización asistida, no suele verse lo que está a la vista: un deseo que se presenta zigzagueante en medio de los tratamientos entre las genuinas ganas de tener une hije, y el mandato y un cuerpo devastado por la medicación a la deriva en el subibaja hormonal. Un juego de opuestos subvertido entre lo que queda expuesto y lo que sucede a oscuras. Porque si un embarazo sin intervención médica sucede al interior del útero sin testigo ocular alguno, en los procesos de fertilización asistida todo está a la vista, expandido y sobre expuesto dentro y fuera del cuerpo de la gestante.
Igual, todo puede salir mal, todo puede salir mal muchas veces, como se lee en los relatos de búsqueda de embarazos y maternidad que empiezan a poblar las bibliotecas, en donde sin variación persiste esa línea negra del embarazo no logrado. Ese estado oculto, que el reciente libro de la escritoria (poeta y ensayista) mexicana Isabel Zapata, muestra con la claridad de la palabra escrita desde la experiencia, con el registro poético de una prosa clara: los vaivenes de la psiquis y el cuerpo a merced de las expectativas, las pruebas, el cóctel de hormonas, las manipulaciones, las dudas o el dinero invertido —en la Argentina estos tratamientos seencuentran en el Plan Médico Obligatorio (PMO) por ley—. Y mientras tanto, si no sale bien, venga la nueva heladerita de medicamentos y volver a empezar, a veces desde el fondo del bajo fondo.
Con la estructura de un diario íntimo, In vitro narra y acompaña la idea de maternidad entendida en modo extenso, en un mosaico que incluye a las mujeres que se hicieron la pregunta: ¿quiero tener hijos? o ¿quiero ser madre? y se contestaron que no; las que optaron por el aborto, las que donaron óvulos; las que maternan más allá del círculo que dibuja como exclusiva la relación madre-hije. Entendiendo que todes cabemos en lo materno. Decir, saber, escuchar, romper: estos son los verbos que hilvanan la escritura de Isabel Zapata ante su propia experiencia con la maternidad, lejos de toda metáfora hiperbólica que ponga a las madres en ciertos pedestales o comparándolas con la maravilla.
“Quiero decirlo todo y saberlo todo y escucharlo todo, romper con el pacto de silencio que mantiene en aislamiento los temas dolorosos relacionados con la maternidad”. Así, In Vitro, publicado en Argentina por Editorial Excursiones, cumple con su propósito. Con una escritura fragmentada, reflejo del estado materno en donde nada corre de modo parejo y continuo, el ensayo en tono de autoficción se sostiene a lo largo del libro por el cordón que narra en primera persona —con algunos tramos en segunda persona, dedicados a su hija Aurora—, los avatares del último tratamiento de fertilidad asistida, el embarazo y el parto.
Repone y cuenta aspectos médicos y biológicos que incluyen la búsqueda de un embarazo con asistencia y rompe los silencios cavados por el miedo o los prejuicios. Uniéndose a las relecturas de tantas otras que, como ella, se ocuparon de escribir sobre (sus) maternidades Jane Lazarre, Rachel Cusk, o el registro fotográfico de sus no embarazos de Elina Brotherus, confirma aquello de que los territorios se conquistan entre varias y que es necesario ir dejando huellas. Solo así se sale de ciertos oscurantismos: acompañada por el relato de otres que hayan transitado el mismo canal.