En Dreams by Jane Brodie (Sueños de Jane Brodie), la artista indagó en el límite difuso entre vigilia y mundo de los sueños. Con curaduría de Mariana Obersztern, recientemente el material pudo verse en el Centro Cultural Kirchner en dos pantallas (en inglés y en español) y escuchar los 16 sueños recopilados por Brodie apenas se despierta, con el recuerdo de ese sueño por momentos intacto, otras veces borroso; inexorablemente otro, diferente, en el mismo momento en que intenta traducirlo a palabras. Ahora, quien quiera recibir información con el material puede enviar un mail a la galería de arte contemporáneo María Casado ([email protected]), cuyo staff integra la artista.
El registro, la cadencia de la voz de la artista, sumergen en esas escenas inaprensibles con lógica propia, con la fuerza de algo que tiene entidad física, real. Una tiene la sensación de meterse en esos sueños, que se suceden a ritmo vertiginoso. “Es la propia voz de Jane, aún frágil por el estado de desguarecimiento del despertar, la que recoge desde las mismas entrañas del sueño sus íntimos residuos. Sin perspectivas morales ni retenida en empalagos sentimentales, la voz del sueño avanza con su exquisita fisonomía, abriendo paso a una peculiar identidad autoral lúcida y llena de gracia (…)”, escribe Obersztern en el texto curatorial.
En esta video - instalación los sueños –siempre interpretables, para Freud vía privilegiada de acceso al inconsciente— se sucedieron en el CCK uno tras otro, sin respiro, en la propia voz de la artista - narradora. En ese mundo tan íntimo que deviene público habitan su familia y también artistas, galeristas y críticos el arte. Aparecen Juan José Cambre, María Gainza y Guillermo Kuitca, entre otros. También su familia, un carpintero que trabajó en su casa, y un puñado de hombres amenazantes, capaces de lastimarla. Un grupo de mujeres indígenas se protege junto a la artista de un tiroteo; Trump maltrata al chofer de un Uber. Las distintas escenas concatenadas dan cuenta de ese universo del sueño con singular lógica, anclado en lo más subjetivo y fantasmal.
“Hace cuatro años empecé a grabar mi primer habla a la mañana en un intento fútil, hasta absurdo, por captar un mundo onírico que se está desvaneciendo. Esas grabaciones son la materia prima del proyecto”, cuenta la artista. Y añade: “Mi interés no reside en las anécdotas que cuentan los sueños, en su supuesto poder de revelar un enigma sobre la persona, el sujeto o el universo, sino en la fragilidad de la voz que habla en ese momento, en su empecinamiento mal dirigido. Seria, hasta solemne, se embarca en una tarea imposible por donde se la mire: traducir el mundo de los sueños al lenguaje de la vigilia. Es una traducción destinada al fracaso que, además, requiere todo el esfuerzo de la voz hablante”.
A la par del arte, Brodie desarrolló una intensa carrera como traductora del español al inglés, especializada en artes visuales. Trabajó para el Malba, el Programa de Artistas de la Universidad Torcuato Di Tella, y el Museo de Bellas Artes de Houston e ISLAA (Institute for Studies on Latin American Art), entre otras instituciones.
Nacida en Filadelfia en 1967, Brodie, quien estudió Letras en la Universidad de Yale, como artista visual indagó en la materia y sus múltiples posibilidades y límites, con obras hechas con cintas, acetatos, brea, papeles y pegamentos. Desde 1990, vive en Buenos Aires. Participó del taller de Diana Aisenberg y de la Beca Kuitca, donde empezó a producir obras efímeras realizadas con materiales no convencionales.
Brodie expuso en el Centro Cultural Ricardo Rojas en 1995, en la Alianza Francesa, Belleza y Felicidad, en el Centro Cultural Recoleta, Fundación Proa, en el Centro Cultural San Martín y en María Casado Home Gallery, donde integra el staff de artistas de la galería. En 2016, participó en arteba con una instalación en el espacio Dixit.
Su voz recuerda aquello que parece haberla perturbado hace instantes: “Voy a buscar unas obras con María… había una muestra, creo que en el Borges o algún lugar así. Como de costumbre, descuidaron las obras terriblemente, creo que hasta estuvieron debajo del agua durante algún momento. Y me pongo a hacer una especie de reclamo para conseguir una compensación. Yo estoy como enfurecida. Nadie nos ignora, nadie parece ni siquiera entender cuál es el problema. La situación es increíblemente frustrante, y no sé bien cómo, empezamos a entender que ahí había una máquina, es casi como si fuera un Banelco, donde podés… como que responderán a tus preguntas y, casi sin querer, preguntamos algo como archivo, muestras recientes, Jane Brodie, y nos muestran situaciones donde la obra ha sido abusada. Y nos damos cuenta de que hicimos esto pero que no pedimos…No sacamos fotos de la pantalla que después podríamos presentar. Pensábamos que podríamos recuperar como 200 mil pesos por esto. Entonces yo digo: Voy a hacerlo de nuevo, tipear lo mismo, pasar por el mismo proceso, empezar de nuevo en otra máquina”.
“Estoy en Misiones, en una especie de choza. Y se vuelve completamente revuelta. Intento ordenarla, pero se pone como completamente revuelta… completamente revuelta. Están unos tipos que son medio amenazantes, no de forma explícita. Son como amenazantes, nos podrían lastimar a mí y a la mujer con quien estoy, si se les diera la gana. No lo van a hacer, pero podrían. Y luego estoy como en una muy larga y pastosa… como en una playa, pero sin mar”, se escucha decir a la artista sobre el sueño que acaba de tomarla, una escena pregnante, imposible de traducir totalmente.