Esquí                                                 8 puntos

Argentina, 2021.

Guion y dirección: Manque La Banca.

Fotografía: Florencia Mamberti.

Montaje: Manuel Embalse, Manque La Banca.

Música: Antu La Banca.

Diseño sonoro: Hernán Biasotti.

Duración: 75 minutos.

Estreno: en la plataforma Mubi.

¿Qué tienen en común un viejo folleto para aprender a esquiar con un enigmático monstruo de ojos rojos llamado Capa Negra? ¿Y unos locuaces ancianos alemanes con una antigua leyenda mapuche? ¿Y esos turistas enfundados en coloridas texturas sintéticas con unos pibes de extramuros de identidad inequívocamente marrón? Todos estos materiales diversos –y muchos más- convergen en Esquí, el primer largometraje de Manque La Banca (Bariloche, 1990), ganador del premio de la crítica internacional en el Forum del Cine Joven de la Berlinale 2021.

Hay algo nuevo y potente en Esquí y es la cruza de un film que se asume sin ambages como una película eminentemente política, que cuestiona el colonialismo sobre el que se asienta el principal centro de esquí de América latina, San Carlos de Bariloche, y que a su vez lo hace con un desparpajo y una libertad formal fuera de lo común para lo que se suele entender como cine político.

Con un montaje disruptivo, que hace volar por los aires todo intento de leer su film en términos narrativos convencionales, ya sea en modo documental o de ficción, Manque La Banca sin embargo se las ingenia para ir construyendo sentido con una amalgama de materiales de todo tipo. En principio, trabaja con distintos formatos y soportes: Súper 8, 16mm reversible, digital. También hay archivo, como esa entrevista a Otto Meiling, un alemán que dice haber sido un pionero del esquí en la región junto con otros amigos de su mismo origen, alguno de los cuales también se ufana de haber traído la prosperidad a la ciudad.

Se podría decir que la contraparte a ese mito de origen de Bariloche está en las leyendas y testimonios de la clase prestadora de servicios del centro turístico, hombres y mujeres jóvenes de raíces originarias que viven en el barrio periférico El Alto y con quienes el film entabla una relación de complicidad y empatía poco común. También queda explícita la toma de posición política del director, que alude directa o indirectamente a las muertes violentas de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel producidas por las fuerzas represivas del gobierno de Mauricio Macri, ya sea con el registro de una marcha para pedir el esclarecimiento del crimen del primero –unas imágenes en un deteriorado blanco y negro que parecen remitir al cine militante de los años ’70- o el emotivo momento en la tumba de “Rafita” Nahuel, mientras es evocado por sus amigos.

Pero Manque La Banca evita deliberadamente toda construcción binaria, añadiendo a esos contrastes el esplendor plástico de los cuerpos surcando la nieve a toda velocidad con sus esquíes; o introduciendo una subtrama de suspenso en pleno Cerro Catedral (“Pasan cosas extrañas en la montaña”, asegura alguien); o provocando una cisura aún mayor con el propio director y sus amigues en una improvisada sesión de fotos eróticas en un hotel abandonado de la zona.

La banda de sonido está construida de modo acorde, con superposición de texturas y archivos. Músico de culto dentro de la escena electrónica local, con un par de trabajos ya editados en plataformas, Manque le suma a algunas escenas de Esquí una tenue modulación de tintes psicodélicos, a otras un zumbido ligeramente industrial y, hacia el final, a todo ello le superpone algunos recortes de audios de archivo. Puede ser un locutor de algún viejo noticiero cinematográfico, que resalta la prosperidad de Bariloche; una arenga político-militar que celebra el genocidio perpetrado por el General Roca en la llamada Campaña del desierto; o un mensaje de Whatsapp de una amiga del director a quien le confió una copia de trabajo y que –palabras más, palabras menos- le dice a Manque: “Mirá… las imágenes están muy bien, todo lo que me contás del cine contemporáneo también, pero si no te posicionás políticamente te convertís en cómplice”.

Y desde el sillero del Catedral hasta los pibes de una carpintería y panadería social, pasando por los niños y niñas de bajos recursos que suben por primera vez al cerro para aprender a esquiar, Manque la Banca sabe muy bien al lado de quién quiere estar.