Casi muerta 6 puntos
Argentina/Uruguay, 2023
Dirección: Fernán Mirás
Guión: Beatriz Carbajales, Rodrigo H. Vila y Fernán Mirás
Duración: 106 minutos
Intérpretes: Natalia Oreiro, Diego Velázquez, Paola Barrientos, Ariel Saltari, Violeta Urtizberea, Alberto Ajaka.
Estreno: exclusivamente en salas.
Cuando alguien o algo resulta distinto de la idea que los demás se forman, a partir de una primera impresión al paso, suele decirse que las apariencias engañan. De eso se trataba, si hubiera que escribir una sinopsis rápida, El peso de la ley, ópera prima del actor Fernán Mirás como director, en la que una abogada novata debía defender a un hombre acusado de violación y culpable de portación de cara. Algo así también puede decirse de Casi muerta, segunda película de Mirás, en la que una mujer, a la que le descubren una repentina afección cardíaca, debe afrontar la perspectiva de una muerte inminente en compañía de sus tres mejores amigos.
Muchos indicios, del afiche de promoción al tráiler, señalaban a Casi muerta como una comedia de humor poco sutil, pensada para lucimiento y explotación comercial de su protagonista (Natalia Oreiro) y producida en el modo piloto automático del cine mainstream argentino de segunda línea. Que la película sea la remake de otra (la española Bypass, de Aitor Mazo y Patxo Tellería, 2012), a la que casi calca situación por situación, no ayuda en la previa a confiar en ella. Y si bien este segundo trabajo de Mirás encaja en muchos de esos prejuicios, también es cierto que en buena medida consigue trascenderlos, confirmando que juzgar por el envase no es una decisión inteligente.
Casi muerta se inscribe en la tradición de la comedia romántica, a la que suma oportunas pinceladas de humor negro y dosis costumbristas no siempre logradas. El argumento es tan básico como clásico: María es diagnosticada y Javi, un amigo de la infancia con el que siempre estuvieron enamorados sin jamás confesarlo, se ve obligado a cuidarla durante el mes que le queda de vida. La compañía de dos amigos pintorescos ayuda a multiplicar situaciones de gracia dispar. Los temores previos se cumplen en la sucesión de escenas donde vestuarios, peinados y maquillajes parecen más importantes que la acción, generando un ambiente artificial que las deja más cerca de la televisión que del cine.
A pesar de todo, Casi muerta logra sostener la atención. Un poco porque no todas las escenas resultan fallidas, pero sobre todo porque el elenco potencia la gracia de ciertas situaciones, para llevarlas al siguiente nivel a fuerza de oficio. Diego Velázquez logra crear química con Oreiro; Paola Barrientos y Ariel Saltari se hacen fuertes en su rol de secundarios; y Violeta Urtizberea y Alberto Ajaka completan un reparto homogéneo. Por su parte, Mirás consigue que la película se expanda sobre el final, alcanzando el clímax durante una cena en la que participan todos los personajes. Ahí, los secretos y mentiras acumulados crean un crescendo de enredos, en donde el director se luce mostrando un manejo de los tiempos muy eficaz.