Noh    7 puntos

Argentina, 2021

Dirección: Marco Canale, Juan Fernandez Gebauer e Ignacio Ragone.

Guion: Marco Canale.

Duración: 75 minutos.

Estreno exclusivamente en Cine Gaumont y Centro Cultural Recoleta.

En la edición 2017 del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), el dramaturgo y director teatral argentino Marco Canale presentó la obra La velocidad de la luz, realizada en la Villa 31 junto a un grupo de mujeres de avanzada edad y raíces aborígenes. Un par de años más tarde, se embarcó en una curiosa adaptación de esa misma pieza, trasladada al Extremo Oriente. De visita artística en Japón, el autor no sólo se arremangó y puso manos a la obra con la escritura y la puesta: ayudado por los realizadores Ignacio Ragone y Juan Fernández Gebauer, todo el proceso fue registrado por cámaras y micrófonos con la intención de realizar un largometraje. El resultado final es Noh, que lejos de ser un mero ejercicio documental sobre la ejecución de una obra teatral adquiere vuelo y se transforma en un objeto audiovisual por derecho propio.

Estrenada en la Competencia Argentina del Festival de Cine de Mar del Plata, donde obtuvo una mención especial del jurado, Noh propone un juego de espejos entre la realidad y la ficción, el pasado y el presente, el arte y la vida cotidiana en circunstancias particulares. Un espectro recorre los 74 minutos de metraje. Es el fantasma de un veterano actor de teatro noh recientemente fallecido. Nada extraño en el universo de ese particular y riguroso arte, que suele estructurarse “a partir de un muerto que se acerca al mundo de los vivos, como el inicio de Hamlet, aunque el noh es anterior”, según las declaraciones de Marco Canale en una entrevista con Página/12. Chiyoko, su viuda y lo más parecido a una protagonista, se empeña en evitar el cierre y demolición del pequeño teatro familiar luego de la muerte y confiesa que, a escondidas, siempre ha practicado los movimientos del centenario género teatral, vedado por tradición a la mujeres.

Desde luego, Chiyoko forma parte de la troupe que, con la dirección de Canale, está ensayando la obra. Otra anciana recuerda la terrible masacre de Nankin durante la Segunda Guerra Mundial, y el conflicto bélico que marcó a fuego a esa generación de japoneses vuelve al frente en varias remembranzas. En pantalla, el argentino ofrece directivas y conversa con sus actores amateurs, en su mayoría mujeres, introduciendo cambios al texto y la puesta en escena. De a poco pero temprano, Noh demuestra que una de sus intenciones primarias es reflexionar sobre la cuestión de la representación y sus múltiples formas y facetas. La intrínseca al noh, desde luego, pero también la que los sujetos documentales adquieren frente a la cámara, transformándose en personajes. Hay momentos graciosos, varios de ellos protagonizados por una punk inveterada, pero también se producen cuando las diferencias culturales e idiomáticas pasan al frente (Canale es ayudado todo el tiempo por una intérprete).

De pronto, al grito de “¡Juira, coronavirus!”, la realidad más coyuntural empapa al film, señalando el momento concreto del rodaje de esos planos: el comienzo de la reciente pandemia. Desde Argentina llegan noticias no demasiado buenas para el director, y la posibilidad de que la obra llegue a buen puerto comienza a tambalear. Es entonces cuando la película vuelve una vez más a Chiyoko y se vuelca a la reconstrucción de un mito de origen; cierta leyenda acerca de un pino escondido en un enorme bosque bajo el cual, se dice, fue creado el teatro noh, hace cientos de años. Canale, Fernández Gebauer y Ragone construyen una película frágil, extraña y bella, que no se autoimpone corsés estéticos y va construyendo sus formas al tiempo que avanza en el camino.