4 - LA NOCHE DEL DEMONIO: LA PUERTA ROJA
(Insidious: The Red Door/Estados Unidos, 2023)
Dirección: Patrick Wilson
Guión: Leigh Whannell y Scott Teems
Duración: 107 minutos
Intérpretes: Ty Simpkins, Patrick Wilson, Rose Byrne, Sinclair Daniel, Hiam Abbass, Andrew Astor y Juliana Davies
Si efectivamente se concreta la huelga del Sindicato de Actores que amenaza con poner un freno de mano en Hollywood, los estudios estarían en serios problemas. Más aún si el demonio decide adherir a la medida de fuerza. ¿Qué ocurriría, entonces, con las nueve de cada diez películas de terror que lo invocan desde su título, incluso cuando después no haya ni un fotograma con algo siquiera parecido a la criatura de cuernos? Es hora de que, así como uno de los mandamientos católicos llama a no utilizar el nombre de Dios en vano, Satán se plante ante quienes lo usan sólo como gancho comercial. No vendría mal que el primer escarmiento caiga sobre los responsables de La noche del demonio: La puerta roja, quinta entrega de una saga que hace un buen tiempo avanza como lo hacen aquéllas que no tienen demasiado novedoso ni interesante para contar: en piloto automático, con el desgano propio de quien se levanta obligado por el despertador un lunes antes del amanecer.
Primera incursión en la dirección del también protagonista Patrick Wilson –que entre esta saga y la de El conjuro ha hecho un Magíster en cómo pasarla mal en pantalla–, La puerta roja retoma las desventuras de los Lambert diez años después de los hechos narrados en la cuarta. A ellos encuentra intentando dejar atrás varias situaciones del pasado que han legado una huella indeleble en los hijos. Especialmente en Dalton (Ty Simpkins), que en una de las primeras escenas, durante un intento de consuelo hacia su padre en el velorio de su abuela, deja bien en claro que es un nihilista total diciendo que los muertos no recuerdan. El muchachito canaliza sus disgustos en dibujos con los que un psicólogo se haría un festín, así que emprende su vida facultativa en una carrera artística. Mientras tanto, papá Josh (Wilson) tiene una pesadilla cuando se duerme durante una tomografía. Una pesadilla en la que se vislumbran criaturas misteriosas que podrán ser cualquier cosa, pero no el Diablo ni ninguno de sus parientes.
El pobre Dalton es, obvio, bastante antisocial, pero de todas formas pega un poco de onda con su compañera de cuarto. Con ella va a una de esas fiestas de fraternidades que solo existen en las películas y donde tiene una alucinación muy similar a la de su padre, un indicio de que las cabezas de los hombres de esa familia acarrean problemitas desde hace un buen tiempo. O, por qué no, alguna particularidad sobrenatural. Quizás la capacidad de realizar “viajes astrales”, es decir, disociarse del cuerpo para que el espíritu vea una realidad que los humanos no pueden. ¿Suena un tanto delirante? Bueno, lo es: La puerta roja se enreda en una trama imposible que conduce a ningún lado, siempre con un tono bien pero bien serio, no sea cosa que algún espectador piense que no está ante una película de terror “en serio”. De allí, entonces, los inevitables sustos a intervalos regulares. O, mejor dicho, los intentos de sustos, porque La puerta roja ni siquiera puede ufanarse de generar al menos un par de saltos en la butaca.