Ni Rossana Pía Caputo tenía un rol dentro de Caputo Hermanos ni la empresa solía hacer pagos –mucho menos millonarios-- en efectivo: todo fue parte de la rareza que rodeó a la contratación de la carpintería de Jonathan Morel, el líder del grupo ultraviolento Revolución Federal. Esos son los principales conceptos que dejó la declaración que brindó la semana pasada un empleado de la firma, Lucas Daniel Nudelman, y que hizo que los abogados de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner volvieran a pedirle al juez federal Marcelo Martínez de Giorgi que llame a indagatoria Rossana Caputo y que profundice la pesquisa sobre Flavio Caputo, otro de los hermanos de Luis “Toto” Caputo, el exministro de Finanzas de Mauricio Macri.
Nudelman declaró el jueves 29. Contó que hace cinco años es empleado de Flavio Caputo y que él se desempeña particularmente en el fideicomiso Club Social Pueblos del Plata SA. Su función es contabilizar y efectivizar las órdenes de pago para los proveedores de los fideicomisos que están en obra.
Según Nudelman, Caputo Hermanos se dedica a la construcción de barrios cerrados, pero no a sus interiores. Es probable que, por eso, no fuera habitual que Rossana Caputo –que es diseñadora de interiores– trabajara con sus hermanos. Una y otra vez, Nudelman explicó que la mujer no tenía un rol activo dentro de Caputo Hermanos. “Nunca había tenido contacto con ella ni había intervenido en otro proyecto de este tipo”, declaró Nudelman.
Esa regla se rompió con Espacio Añelo, un edificio que hizo Caputo Hermanos en la zona de Vaca Muerta. A Nudelman le habían pedido en abril de 2022 que buscara presupuestos para este emprendimiento. Se enfocó en conseguir precios en Neuquén y en Buenos Aires. Flavio Caputo le aprobó todo. Sin embargo, cuando le acercó los presupuestos para los muebles, le dijo que de ese tema se iba a ocupar su hermana Rossana.
Para entonces, Rossana Caputo estaba en contacto con Morel, que había montado una carpintería en Boulogne después de haber aprendido el oficio supuestamente por YouTube. La versión oficial indica que Rossana Caputo estaba, a finales de 2021, de paseo por la zona de Boulogne y divisó el local, que no tenía cartel a la calle, entró y compró unas mesas ratonas para otro emprendimiento, Santa Clara al Sur. Las mesas se rompieron, lo que hizo que la mujer tuviera un nuevo contacto con Morel. Lejos de guardarle rencor por haberle vendido muebles que estaban en mal estado, Rossana Caputo le hizo un nuevo encargo: 144 mesas de luz, 144 respaldos para camas, 48 banquetas y 60 mesas ratonas. Todo ese mobiliario sería destinado para el Espacio Añelo.
Según Nudelman, Morel se ocupó del traslado. El joven pidió que fuera en furgón cerrado y dijo que él iría en ese vehículo. No era la modalidad con la que habitualmente se manejaba Caputo Hermanos. Para la querella de CFK está claro que Morel viajó en avión y lo que, en realidad, le preocupaba era que nadie pudiera fiscalizar lo que estaba haciendo. Los abogados José Manuel Ubeira y Marcos Aldazabal suman otro elemento que los hace sospechar: Morel se tomó fotografías instalando los muebles. La pregunta para ellos es si estaba generando evidencia para probar que había hecho el trabajo cuando saltara que había recibido pagos millonarios por parte de Caputo Hermanos.
La historia de los pagos de Caputo Hermanos está directamente ligada al surgimiento de Revolución Federal. El 24 de mayo del año pasado, Morel le facturó a la empresa más de 2.000.000 pesos. Un día después hizo su presentación en sociedad Revolución Federal, la agrupación cuyo lema era "bala al kirchnerismo" y su modo de intervención pública tenía que ver con la instalación de horcas y antorchas encendidas.
En julio del año pasado, una mujer de nombre María Isabel Said –jubilada y sin experiencia en mueblería, tal como surge de las investigaciones que hizo la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA)-- le facturó 3.450.393 pesos. Las facturas de Said se emitieron el 27 de julio. Seis días antes, Revolución Federal había protagonizado una manifestación violenta ante el Instituto Patria, donde CFK tiene sus oficinas. Para esa época, “Dali Revolución” ofrecía su arma 9 milímetros para matar a la vicepresidenta.
Una de las curiosidades es que, si bien Said facturó por casi 3,5 millones de pesos, solamente tiene acreditaciones bancarias por 350.000 pesos –es decir, un diez por ciento de lo facturado–. Para la querella de CFK, es un indicador de que el resto del dinero se manejó en efectivo –algo que Nudelman dejó en claro que no era habitual–. Otros dos hombres que fueron “subcontratados” por Morel, Francisco Javier Aris y Patricio García Trucco, dijeron que a ellos les habían pagado de esa forma.
“A la luz de lo declarado por Lucas Nudelman, termina de quedar absolutamente claro que lo que existió no fue una decisión comercial casi inentendible de Caputo Hermanos, sino una evidente financiación de una agrupación violenta y dispuesta a matar”, afirmaron Ubeira y Aldazabal. Los letrados también resaltaron que la financiación existió mientras estuvo activa Revolución Federal, que pasó a cuarteles de invierno después del 1 de septiembre del año pasado, cuando Fernando Sabag Montiel le gatilló a centímetros de su rostro a CFK --sin que saliera la bala--.
Los abogados de CFK volvieron a pedir la indagatoria de Rossana Pía Caputo --algo que ya habían hecho el mes pasado-- y que el juez Martínez de Giorgi investigue el rol de Flavio Caputo. En el escrito también señalaron que Jimena, hija de Flavio, era quien tenía la firma para los cheques, según surge de la declaración de Nudelman. La querella pidió otra serie de medidas, incluso que declaren los vecinos de la carpintería de Morel –que se cerró después del intento de asesinato de la vicepresidenta– para que digan cuán frecuente era que entrara y saliera gente de allí.