Compadeudores, oras y oros:
Nuevamente he de pedir disculpas –como casi todas las semanas, últimamente–, aunque –y en esto sí voy a ser original– esta vez ni siquiera sé bien por qué les pido disculpas. ¿Tal vez sea que me autopercibo culposo? Puede ser, pero lo cierto es que estoy en medio de un intríngulis tal que ni siquiera me animo a consultárselo al Lic. A. Por tres motivos: primero, que tal vez él no sepa qué responderme y me arruine su imagen omnisciente que hemos sostenido durante décadas. Segundo, Francia, y no solamente por lo futbolístico, sino por mostrar cómo el primer mundo ya no es lo que nunca fue. Y tercero, porque yo, un militante activo de la rama desorientada del movimiento nacional y popular, tengo claro, esta vez, qué es lo que voy a hacer: voy a… ¡TATÁN TATÁNNN...! (música de suspenso) ¡apoyar al movimiento nacional y popular!, que ha adoptado el nombre de Unión por la Patria, pero supo ser el Frente de Todos en 2019 y el Frente para la Victoria entre 2003 y 2015.
–¡Qué vivo! –dirán ustedes–, se define sin definirse…, pero ¿a quién va a votar en las PASO?
La verdad, queridos ustedes, no tengo ningún empacho en decirlo. Sé que no soy influencer, y sé que ninguno de los 46 millones de argentinos va a votar a alguien “porque lo vota un humorista”, sería como votar a alguien “porque mide alto en las encuestas” (¡uuups!), pero no lo voy a decir, porque ya lo he dicho: ¡voy a apoyar al movimiento nacional y popular, y votar a sus candidatos!
–Bien, pero ¿a cuál de ellos? –quizás pregunten ustedes. Por favor, ustedes: comprensión de texto y de contexto, como dijo nuestra vicepresidenta.
Digamos que no estoy preocupado por las PASO. Sí me preocupan las “quiero retruco”, que son las de octubre y quizás noviembre, si no logramos que nuestro archiadversario ultraderechista se vaya al mazo aunque tenga “el as de espadas, que nos domina”, “el de bastos, que entra a dar” y el as de oro, que no es bueno para jugar al truco, pero compra las otras dos cartas.
Por eso no entiendo, digamos, la discusión de estos días. Ya sabemos qué es y qué NO es nuestra lista de candidatos, pero se me hace que se viene una final de tenis de parejas donde “Texto y Contexto” juegan contra “Cárcel y Bala”, que encima tienen el apoyo del juez “Dinamita”. Porque es esto lo que está en juego.
Hace pocos días participé de una reunión de amigos y amigas. Todos y todas kumpas, kumpos y kumpes. Pero… noté que incluso en la rama desorientada del Movimiento había internas: estaban los “perplejos”, los “asombrados”, los “estupefactos”, los “indecisos ma non troppo” y los “ninguna de las anteriores es correcta”. Escuché cosas como:
- “Yo lo votaría a Grabois, pero tengo miedo de que gane”. A la pregunta: “No entiendo; si lo votarías, ¿no tenés ganas de que gane?”, esta fue la respuesta: “Bueno, sí, pero no, pero sí; digamos que no, pero en verdad sí, pero mejor no, porque mirá si…, y mirá si no…”. Y así siguió durante media docena de empanadas.
- “Mirá, yo en el 2015 me morfé el sapo y lo voté a Scioli; en el 2019 me morfé el sapo y lo voté a Alberto… y, la verdad… ¡le estoy tomando el gustito!”
- "Mirá, yo la voto a Bullrich para que le gane a Larreta y después pierda contra Massa, que tendría que ganarle a Grabois para que ambos se clasifiquen a la final”. Su pareja, algo fundamentalista, le espetó: “¿Vas a votar a Bullrich? ¡No sabía que te gustaban los montoneros!”. Eso provocó que una docena de empanadas explotaran al mismo tiempo, de la impresión.
- Uno con cara de “yo debería hablar de esto en la tele, pero nadie me invita”, sostuvo: “Grabois le aporta votos a Massa por izquierda, pero eso lo debilita frente a la postura moderada de Larreta, quien a su vez lo puso de vice a Morales para mostrarle a Bullrich que tiene el machete más grande que ella, quien coquetea con Milei para conseguir el voto desaforado, pero él a su vez está muy preocupado porque algunos de sus votantes, si ese día tomaron la pastilla equivocada, podrían votar a la izquierda, o sea a Myriam Bregman, que a su vez está un poco enojada con la candidatura de Grabois, así que yo la tengo muy clara: lo que quiero es... ¡un ansiolítico!"
- Otro habló de “votar a la derecha para que no gane la derecha”.
- Otra cantaba: “Grabois Grabois, qué grande sois”.
- Dos bailaban “un paso p'alante, tres p'atrás”. Les pregunté qué ritmo era ese, y me respondieron: “El de Alberto”.
La ansiedad voraz del grupo solo amenguaba al ritmo de las empanadas, los choripanes y los vasos de vino (en algunos casos, con soda, como lo tomaba mi abuelo).
Y me sentí muy bien, y también por eso pido perdón. Ya que en medio de tantos interrogantes y disquisiciones, mi decisión de pelear por octubre más allá de agosto me transmitía una calma envidiable. Habrá que ver qué me pasa cuando se acerque octubre.
Sugiero acompañar esta columna con el video estreno de Rudy-Sanz “Kumpas 100X100”.