No muchos saben que en la ciudad de Buenos aires existe una escultura que retrata a un esclavizado. Esto refuerza la falsa ilusión de algunos que dicen que en la Argentina no existió la esclavitud o que fue más benévola que en otros lugares.

Francisco Cafferata (1861-1890), reconocido escultor argentino, inmortalizó una parte de ese pasado. Desde la página del Gobierno de la Ciudad describen la escultura de la siguiente forma: “Refleja las huellas de la esclavitud en el Río de la Plata, a donde a finales del siglo XVI llegaron los primeros esclavos para ser usados como mano de obra”

Esa primera descripción figura como algo neutro que pasó hace mucho tiempo previo al establecimiento del Estado Nación; y a su vez es de destacar que se habla de esclavos que es un término muy diferente al de esclavizados, es decir, personas que estaban en esa situación contra su voluntad. También habla del territorio del Río de la Plata y no del que sería en un futuro nuestro país. Algún desprevenido puede pensar que refleja un esclavizado de Uruguay. 

La descripción continúa: “Su cabeza da cuenta de los rasgos étnicos característicos. Las cadenas rotas indican que ha sido liberado, pero en su pose y en la expresión de su rostro -a través del ceño fruncido y la boca entreabierta- se advierte el abatimiento y las ataduras de su condición.” A través del breve texto lo identifica como un esclavizado liberado, es decir, que no continúa en esa situación pero por la propia descripción que se realiza sigue en una posición de derrota, de inferioridad. No es una persona que está festejando el ser liberado o que lo toma como una conquista. 

En la misma escultura no se realizó ningún detalle de las torturas que éste esclavizado pudo haber sufrido, sólo su posición corporal y sin ropa, junto con sus grilletes dan cuenta de la situación y esto a la vez sirve para reforzar la falsa idea que en la Argentina los esclavizados no sufrían tanto como en otros lugares, que aquí eran mejor tratados. La tortura es un acto fundamentalmente político. No es algo al azar que la única escultura sea la de un esclavizado supuestamente liberado.

Susan Sontag, ensayista y filosofa; luego de difundirse la imágenes sobre la tortura a los prisioneros en Irak, en el año 2004 escribió: "las imágenes somos nosotros, nuestro racismo, nuestro amor por la violencia y nuestra desvergüenza imperial”. No se niega lo que existió pero a través de las esculturas se lo deja como algo del pasado con una supuesta desconexión con la actualidad.

Otro tema no menor es el tamaño y la ubicación geográfica de la escultura. No tiene las dimensiones de los grandes monumentos de Buenos Aires. Hasta hace unos años estaba ubicada en los Bosques de Palermo, pero no lindante a las grandes avenidas sino en un lugar oculto, casi en un no lugar, no se puede indicar una dirección exacta para ubicarla. Luego pasó a ser restaurada, se la retiró del lugar y no se sabe cuándo la van a volver a emplazar.

Actualmente está dentro del Patio de Esculturas (Monumentos y Obras de Arte), taller donde se arreglan los monumentos de la Ciudad. La escultura ya no figura en el listado de las obras en restauración sino que pasó al listado de esculturas del Museo a cielo abierto. El Patio de esculturas por el momento no puede ser visitado, en su entrada un pequeño cartel informa que “El paseo permanecerá cerrado al público hasta el mes de agosto por obras en el espacio”.

Escultura "La Esclavitud" en la acutalidad. Imagen: Nicolás Parodi

El académico Horst Bredekamp, identifica la importancia que tienen las esculturas como una forma de reforzar el discurso del Estado y con sus monumentos crean hechos, instauran imágenes en el mundo y relatan la historia. 

Esta actitud del Gobierno de la Ciudad de no volver a emplazar la escultura refuerza la invisibilización de la comunidad afroargentina y el discurso negacionista en relación a ese gran crimen de lesa humanidad que ha sido la esclavitud; y es contrario a los reclamos de reparación del activismo afroargentino.