"Creo que la red, si yo tuviera que buscar una palabra para definirla, sería encuentro, la red es el lugar del encuentro. Si bien se conformó con el objetivo de capacitarnos, de aprender la técnica del hilado, de lograr un hilado de calidad, es el lugar donde nos juntamos para hacer y para pensar, para construir, para proyectar. Ese sentido de pertenencia ha generado una identidad. Todas nos vamos con ganas de volver y cuando estamos no nos queremos ir", afirma Marcela Villarino, que forma parte de la Red de mujeres rurales hilanderas del centro-oeste bonaerenses, Nodo Ibarra. Conformada por aproximadamente treinta mujeres que habitan el medio rural de los partidos de Carlos Casares, Pehuajó, Bolívar y 9 de Julio, se convirtió no solo en un espacio de núcleo y encuentro para mujeres rurales dispersas por las propias condiciones del territorio, sino también en una identidad para muchas. La historia de cómo aprender un oficio brinda autonomía, libertad y autoconocimiento.
Los orígenes
Todo comenzó en 2020, cuando en la Chacra Experimental de Bellocq (partido de Carlos Casares), que depende del Ministerio de Desarrollo Agrario de la provincia, incorporó ciento treinta ovejas con el objetivo de producir carne y lana. A raíz del excedente, apareció la idea de realizar talleres de hilado que duraran uno o dos días, dictados por un instructor aportado por el Programa PROLANA y Ley Ovina. Inicialmente, fueron pensados como abiertos al público general pero asistieron solamente mujeres. En dichos encuentros, las participantes expresaron la necesidad y las ganas de que la actividad no culminara en ese único taller, sino darle una continuidad que les permitiera nuevos aprendizajes para afianzar la práctica y el vínculo entre pares.
A la idea original de Carolina Estelrich, responsable de la Chacra Experimental de Bellocq y de los antecedentes de los talleres, se le sumaron Laura Harispe, que pertenece a INTA Carlos Casares y Mariana Coliqueo, de INTA Pehuajó. Ellas fueron las responsables de conseguir la financiación necesaria para darle al proyecto la estructura que merecía, y que la demanda de esas mujeres solicitaba. Esto facilitó el acceso a recursos no reintegrables para la compra de capital semilla y el acompañamiento de las actividades por un año. El enfoque de género está orientado a atender en este caso, problemáticas de la mujer que habita el medio rural.
"La idea era sostener este grupo de mujeres que tienen la particularidad de, por habitar el medio rural, estar muy dispersas", afirma Laura Harispe. "Unas viven en el campo, otras viven en localidades rurales muy chiquitas y todas a a grandes distancias".
Las mujeres rurales o que viven en el campo en general tienen una trayectoria muy parecida: son las esposas de empleados rurales y se dedican pura y exclusivamente a las tareas domésticas y reproductivas, ocasionalmente ser empleadas de limpieza en la casa del patrón y alguna que otra changa. Con estas capacitaciones, podríamos estar hablando de una independiencia económica.
Cada tres meses hay encuentros de capacitación, pero cada quince días se reúnen los nodos, cinco en total, que están divididos de acuerdo a la cercanía. La red está conformada por aproximadamente treinta mujeres. Las más jóvenes rondan los veinte años, y la más grande cumplió hace poco ochenta. "Tienen todas diferentes realidades. Por ahí hay gente que ha sido ama de casa, acompañando por ahí a su familia, pero también hay algunas que son docentes jubiladas, por ejemplo, del medio rural y que siguen viviendo en el medio rural y quieren hacer algo. Por eso, no solo para generar un ingreso, sino para tener una actividad, un lugar de encuentro, para intercambiar", afirma Mariana.
La fuerza de este proyecto no reside simplemente en brindar capacitación sobre un oficio que permite una fuente de ingresos que aporta a la independencia económica de las mujeres rurales. Además, estimula el encuentro y el intercambio con otras mujeres que comparten experiencias de vida similares, otorgándoles una oportunidad de comunidad y una identidad que antes desperdigada individualmente. Pero para entender el verdadero significado de la red de hilanderas, es necesario escucharlo en las propias palabras de sus protagonistas.
Ellas
Cintia Hernández pertenece a la red de hilanderas del nodo Magdala, Pehuajó, y la experiencia de la red le cambió la vida. "La aparición de la red en mi vida significó aclarar dudas, aprender un oficio. Yo no sabía nada de la hilada ni del procedimiento, y aprendí el valor verdadero de la lana y cómo de algo tan rústico al final en el tejido puede quedar algo tan lindo y solamente haciéndolo con nuestras manos. Aprendí tanto del hilado como de mis compañeras hilanderas, sus anécdotas, sus experiencias, de qué manera se puede hilar, que cada cual hila en formas distintas, cómo somos cada una artesanas de lana hilada y todas distintas y todas están bien", afirma.
Para Paola Barragan, del nodo Bellocq, significó también un cambio en lo cotidiano de su vida, inclinada a los quehaceres domésticos. "Antes era solamente cocinar, lavar, limpiar, llevar los chicos a la escuela, ayudar con sus deberes, etc. Es algo nuevo y diferente que hacer, estoy aprendiendo a hacer algo que me gusta mucho y además compartiendo con otras mujeres que estamos en la misma situación. Al vivir en un pueblo chico y alejado todo lo que queres hacer o te gustaría aprender, tenes que trasladarte a una cuidad, y a veces es dificultoso", afirma.
Cada mujer es un mundo, cada hilandera también. Lo que significa para cada una de ellas varía. Para Marcela Villarino, del nodo Ibarra, hilar es una terapia. "El tiempo empieza a cobrar otra dimensión, uno dimensiona diferente el tiempo. Más lento, porque aprende otras capacidades, como la paciencia y la constancia. En estos tiempos, donde es todo ya y todo muy rápido, el poder percibir el tiempo diferente e incorporar capacidades que ayudan a tener una vida un poco más desacelerada y un poco más comprometida es totalmente sanador. Pero cada una de nosotras podemos buscarle un nombre y todos serían totalmente compatibles y nos sentiríamos representadas en ese nombre que la otra le pone", afirma.
El presente y el futuro
Además de la importancia personal de estar cambiando la vida de esas mujeres, productivamente el proyecto podría ser muy pertinente para el desarrollo económico de la Provincia de Buenos Aires. En paralelo con el proyecto, comenzó a haber demanda de lana hilada de oveja, que no es cubierta por aquellos que realizan el proceso productivo. Por lo tanto, con mayor financiación y más tiempo, las mujeres rurales del centro-oeste bonaerense podrían tener mayores objetivos en su horizonte. "Otra idea, en paralelo, es poder aprovechar un recurso que es local y que se está tirando o vendiendo a un valor muy bajo en donde se le puede agregar valor, y realmente es mucha la diferencia", afirma Mariana.
O por ejemplo, en sus planes está inmiscuirse en términos de cardado. El procedimiento de obtención de cardado lleva mucho tiempo y eso hace que obtener un kilo de lana lleve muchísimas horas de trabajo, que si uno le pone un valor justo a ese trabajo, no terminaría siendo competitivo en el mercado. "Una de las alternativas es mecanizar, con una maquinita manual, esa etapa del cargado que es una de las que insume más tiempo y por ahí que no es la más agradable de realizar. Entonces en esta segunda parte empezamos a trabajar eso, ver de poder incorporar cargadoras para cortar la cantidad de horas que se dedican a esa etapa del proceso. Queremos mantener esto de darle un uso y agregarle valor a la lana local", afirma Laura.
Más allá de la importancia que podría tener para el desarrollo productivo de la provincia, que no es menor, quizás también la necesidad de continuar se deba a la importancia de que donde había una necesidad, nació un derecho.
"Me parece que el entusiasmo que se nota es también lo que nos motiva a nosotras a acompañar ese proceso. Ellas se organizan solas, llenan el auto de una, aparecen. No es algo que uno tenga que andar insistiendo mucho para generar la movilización, es bastante espontánea, solo hay que organizarla nada más, pero me parece que es mucho el interés. Los encuentros, los que charlan y se ríen, es impresionante. Cada vez toman más confianza entre ellas, se conocen y se genera todo esto de la charla y la risa, se divierten también", concluye Mariana.
Cada vez más aparecen más mujeres que se interesan y se entusiasman por compartir este espacio tan especial que es la red de hilanderas de la provincia. Las ganas están, la demanda también. Todas las chicas están esperando si las políticas públicas acompañarán este camino, estas nuevas experiencias, que marcaron un antes y un después en su vida y que ya no pueden ignorar.