Sin duda el tablero político mundial será cada vez más complejo. La forma que tendrá la inevitable confrontación que existirá entre Estados Unidos y China por disputar la hegemonía del capitalismo aún no ha mostrado su verdadero alcance. Este será sin duda un conflicto geopolítico de primera magnitud. Pero junto a ello se prepara una nueva versión contemporánea de una suerte de "protolucha de clases".
En épocas de expansión del capital fordista era necesario que las sociedades occidentales, tanto las centrales como periféricas, intentaran integrar al denominado por Marx "ejército de reserva", con inmigrantes y manos de obra barata, de distintas latitudes. Sin embargo, la expansión del Capital en su modalidad tecnofinanciera comienza a ralentizar su marcha.
El neoliberalismo mundial ha fracasado en sus distintas estrategias de "integración cultural". Proliferan por distintos lugares del mundo Estados fallidos que contienen guetos, ciudades marginadas, bandas, que ya llevan varias generaciones sin ningún contacto con la vida política y cultural de los Estados bajo los que viven.
Una enorme multitud de mujeres y hombres de distintos colores, religiones y lenguas comienzan a entender que ya no tendrán lugar en el occidente cultural. Por ello, el mediterráneo está lleno de cadáveres y ya todas las ciudades centrales tienen un cinturón de barriadas marginadas donde se comienza a preparar bajo distintas modalidades un nuevo tipo de enfrentamientos.
Si bien es cierto que el capitalismo prosigue su reproducción ilimitada, en la imbricación tecnofinanciera en cambio, no se producen ni creación de sociedad ni tampoco de comunidad en el sentido político del término.
Las nuevas derechas con argumentos neonazis que acceden al poder en distintos lugares del mundo constituyen la nueva máquina de guerra construída en una férrea lógica identitaria, la que siempre habla a los verdaderos "nacionales" invocando la anulación, el desprecio, el rechazo con odio hacia el Otro extranjero.
Esta cuestión todavía no ha tomado la forma definitiva de un antagonismo político y se mantiene en el orden de las tensiones violentas de distinto tipo. Pero no falta tiempo para que esta conflictividad social adquiera un nuevo rango en su escalada violenta. Una forma política que aunque podamos intuir en nuestra imaginación todavía desconocemos