Hace un año, The Afterparty sorprendió con su desvergonzada combinación de whodunit, comedia y un género cinematográfico distinto por capítulo. Cada perspectiva de los involucrados implicaba un modismo audiovisual, cada episodio ofrecía más elementos para resolver el acertijo. La segunda temporada troca el reencuentro de egresados por una boda, mantiene el misterio y la promesa de ocho nuevas “películas mentales”, según la definición de uno de los personajes sobre el intríngulis de esta ficción cuyos dos primeros episodios podrán verse por Apple TV+ desde el próximo miércoles. “Si me dicen que hay un género que no podemos hacer, me lo tomo como un desafío”, le dice Chris Miller a Pagina/12, uno de sus creadores junto a Phil Lord y Anthony King.
El que abre el nuevo arco jugará con los arietes de la “secuela en una comedia romántica”. Los siete restantes se bifurcan entre Jane Austen, baladas épicas, el policial negro, found footage, novelas ochentosas, Hitchcok, Heist y alguna que otra sorpresa. El código cambiante de The Afterparty, empero, incluye algunas caras conocidas como la parejita conformada por Aniq (Sam Richardson) y Zoë (Zoë Chao), invitados al casamiento de la hermana de esta última. Que el novio pase a difunto servirá como excusa para la reaparición de la investigadora Danner (Tiffany Haddish). ¿El método? Alimentar la criminología con un balde pochoclo, y una nueva corte de sospechosos entre los que se destacan Elizabeth Perkins, Paul Walter Hauser, John Cho y Ken Jeong.
El único que no provee su particular versión de los hechos es Zach Woods, que interpreta al malogrado Edgar, un genio de la computación más preocupado por el bienestar de su reptil que el de su flamante esposa –y principal incriminada por el asesinato-. “Al estar muerto no tiene chance de dar su mirada, pero si hubiera tenido la posibilidad de hacerlo la habría contado como en un documental médico, de esos que te muestran todo y son muy gráficos, con las tripas y el corazón en movimiento”, imagina el actor visto en The Office y Silicon Valley.
Los creadores de The Afterparty tienen un master en cultura pop tal como lo demostraron en películas como The Lego Movie, y la saga animada Spiderverse. La propuesta, rocambolesca y ambiciosa, encuentra su mejor versión cuando se desentiende de la parodia y lo metaficcional. Así y todo, sus responsables apuestan a que su producto siga algunas temporadas más, probando géneros y surfeando el renovado interés por el whodunit (Entre navajas y secretos, Mira como corren, Asesinato en el Expreso de Oriente). “A mí me gustaría probar con un subsubgénero como el de las películas de horror en los pantanos de Florida. Va a ser un poco húmedo, pero creo que podríamos intentarlo”, bromea Lord.
-Además del misterio y los géneros involucrados, la premisa es sobre gente encerrada en un cuarto después de una fiesta, a la que han llegado con un propio clisé a cuestras. ¿Está la intención de aprovecharse de la caricatura de cada personaje?
Chris Miller: -La fiesta es la excusa para juntar a gente diferente y un asesinato misterioso necesita de lo mismo. Todos están encerrados, piensan que la van a pasar bien -aunque no lo hagan- y tomamos eso como la base para la diversión: resolver el caso y describir sus actitudes.
Anthony King: -En una fiesta vos proyectás una imagen más limpia de vos mismo. Eso es muy cierto. No vas a contar todos tus problemas en un evento público. Lo que el programa hace es tomar eso para meternos uno a uno en la mente de esa persona.
Phil Lord: -Y un casamiento es algo universal. Todos pueden relacionarse con eso. Las fiestas son como una performance para cualquiera. Todos pretendemos que todo va a estar bien, especialmente, con las bodas (risas).
-¿Cómo deciden el género y el estilo visual para cada personaje? ¿Cuán difícil es concretarlo?
C.M.: -Es complicado. La raíz es el caso, luego tenés a todos los personajes con sus secretos, motivaciones e historias por desarrollar. Recién después pensamos qué estilo o género les cabría. Las pensamos bastante en relación al elenco, eso también ayudó.
-Es un programa bastante complejo de explicar, pero simple de entender. ¿Cuánto cambió eso de la primera a la segunda temporada?
C.M.: -Tenemos más confianza porque se entendió el concepto, así que fuimos un poco más profundo en cada punto de vista. Creo que el estilo, la ambientación y los tonos son mucho más salvajes.
P.L.: -Y están las piezas del misterio. Es como si hubiéramos tomado un rompecabezas más complejo, con más partes, y hubiéramos batido más la caja para los espectadores. Tomá, ahí lo tenés: ahora resolvelo.