El miércoles 12 a las 18.30, en el Centro de Historieta y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502) se presentará el tratadO BRUTOSKI, la medisina según oskI y césar brutO, un libro enorme con el que la editorial de la Biblioteca rescata una notable obra de la dupla, además de aportar una gran investigación de Judith Gociol (co-coordinadora del Centro), Claudio Aguilera y Laura Cilento. La publicación es la segunda de la colección Papel de Kiosko, que recoge las colaboraciones entre el Centro de Historieta y el área de publicaciones la institución. De la presentación participarán Jorge Meijide (humorista gráfico y médico pediatra), Daniel Santoro (artista plástico), Laura Varsky (diseñadora gráfica y codirectora del Programa en Ilustración Profesional en FADU) y Paula Labeur (autora, licenciada y profesora en Letras). Además se exhibirán materiales ligados a Warnes, Oski y César Bruto que integran el acervo del archivo del Centro.
El libro reúne por primera vez dos series de fascículos realizados por encargo en la década de 1950: Medisinal Brutoski Ilustrado, a pedido del laboratorio argentino Dupont, y el Vade Mecum Brutoski Medisinae, solicitado por el laboratorio chileno Recalcine. Gociol cuenta que “se trata de dos materiales que nunca habían sido reunidos en un libro". "El argentino se reeditó una sola vez en 2007, por Página/12 con el diario, y el chileno nunca”. Entre las particularidades que señala Gociol destaca que “es quizá la autoría compartida más original de la cultura argentina porque está escrito por un dibujante real, de carne y hueso, que es Oski, y un personaje inventado por Warnes y Oski que es César Bruto. Entonces, queda un escritor invisibilizado que es Warnes y un personaje de ficción”.
Fruto de donaciones al Centro, la recuperación de estas obras necesitó una cuota de fortuna, pero también resulta clave la confianza que hay en el circuito hacia el trabajo que ejerce la institución. El material encargado por el laboratorio chileno, por ejemplo, era inconseguible en la Argentina e incluso los contactos trasandinos mostraban las manos vacías cuando se les consultaba. Hasta que alguien de la familia de la segunda pareja de Carlos Warnes les donó su archivo y los encontraron encuadernados. “Hubo mucho, mucho laburo de limpieza de las imágenes, trabajo de compaginar, de ordenar, pero con los recursos que teníamos lo más importante era que fuera legible, primero, y que después no perdiera el tono de antiguo, de la época del ‘50. No queríamos limpiarlo y perfeccionarlo tanto que pareciera un material hecho hoy. Así que ese fue un trabajo bastante artesanal y con la ayuda de gente que se prendió amorosa y voluntariamente”, explica Gociol.
La investigadora conocía el trabajo de la dupla para Chile desde antes, pero reconoce que fue con la lectura de corrido, para este trabajo, que terminó cautivada con ese material. “Cuando lo leí todo me resultó desopilante y me parece que entre ambos trabajos está lo mejor de la dupla. La verdad que Oski está desatado ya en el argentino y me parece que Warnes todavía más en el chileno”, considera.
Lo curioso, desde los ojos de hoy, es que ambos trabajos fueron concebidos como trabajos por encargo, hechos por una empresa que no estaba vinculada a la historieta ni al humor gráfico en lo más mínimo. “Es verdad que cuando se habla de un trabajo por encargo, en general, la mirada es medio peyorativa, pero para mí Oski y Warnes están plenamente metidos en ese engranaje y no por eso perdían calidad artística”, evalúa Gociol. “Eran gente de laburo, laburantes de la cultura que producían mucho de manera febril y fabril, pero eso no les quitaba calidad y mucho menos popularidad, que tenían muchísima en Rico Tipo, por ejemplo. Creo que esos encargos de los laboratorios vienen, más allá de que había algún conocimiento familiar por el lado de Oski, de la popularidad de los personajes”, agrega.
Publicados durante la década del ’50, gozaron de mucha circulación entre médicos, estudiantes y pacientes, que solían encontrarlos en los consultorios. Esa popularidad –y posterior desaparición del circuito- es uno de los motivos para recuperarlo, señala Gociol. “La labor de Oski es muy reconocida ahora por sus colegas, pero perdió conexión con el público, por eso me parece interesante este rescate”, observa.
“Es un encargo de laboratorio en el que se burlan o cuestionan a los propios laboratorios, y estos se lo recibieron de buena gana y sin problema, como una ‘travesura cordial’, como la llamaban, donde el trabajo de Warnes es muy crítico a la medicina y a las culturas consagradas en general, porque ese era su sello”, destaca la investigadora. “Además rescata un trabajo de un escritor humorístico, que no son tantos y no tienen mucha prensa, y los dibujos de Oski, que tienen una excelencia, una calidad que es como una especie de compendio de ver en qué andaba él, de una calidad inusitada. Son súper disfrutables y no han perdido vigencia en su calidad”.