Argentina es de los pocos países del mundo sin una cinemateca. Nuestra historia del cine depende de la buena voluntad de algunos privados o amantes del séptimo arte nacional que pasan sus días abriendo latas y revisando cajas perdidas. Este último es el caso de Alejandro Ojeda, un actor e historiador de cine que descubrió gran parte del archivo perdido de los Estudios San Miguel arrumbados en el altillo de un Petit Hotel semiabandonado ubicado en el barrio porteño de Balvanera. En los años cuarenta los estudios de Bella Vista eran el Hollywood del conurbano. Por sus imponentes decorados pasaron todas las estrellas del cine nacional, inclusive Evita que filmó allí su última película. En 1974, luego de décadas con problemas económicos, la productora vendió todos sus archivos a una vieja distribuidora con base en Balvanera, el Petit Hotel. Esto, Alejandro no lo sabía. Acudió al edificio simplemente para adquirir unos afiches que había visto en Facebook y el hallazgo lo sacudió. Rápidamente llamó a un amigo de Bahía Blanca, juntos compraron todo el material que el dueño amenazaba con “hacer papel” y se comprometieron a salvar esta historia del olvido. Hoy son dueños del Archivo San Miguel, están apunto de lanzar una página web para difundir este material, Alejandro va a publicar un libro y ambos sueñan con tener un museo propio.
El hallazgo
“Cuando entré a unas habitaciones de la vieja distribuidora, la imagen fue impresionante. Parecía que en los ochenta habían cerrado algunas puertas y, desde ese entonces, había permanecido así. Estaba todo intacto, hasta los almanaques colgados.” explicó Alejandro Ojeda. Si bien desconocía que en ese Petit Hotel de Balvanera había trabajado la distribuidora dueña de los archivos San Miguel, sabía lo suficiente de cine nacional para darse cuenta que estaba frente a un hallazgo. En esas habitaciones estaban apilados miles de afiches originales, cientos de fotografías de rodajes y registros de todas las producciones de los Estudio San Miguel. Todo este archivo estaba abandonado, acumulando polvo y humedad.
En ese momento, Alejandro llamó a un amigo coleccionista experto en afiches de Bahía Blanca, Matías Gil Robert, y le contó la situación. Él le respondió que viajaba de inmediato a la ciudad. “Intentamos disimular nuestro entusiasmo, pero el dueño nos empezó a apurar. Nos dijo que tenía otros compradores, que lo iba a vender para hacer papel. Se quería deshacer de todo, lo iba a tirar. Ahí decidimos juntos comprar el archivo sin saber bien qué había y en tres días nos lo llevamos.” explicó Alejandro.
La meca del cine en el conurbano
Para los coleccionistas de cine nacional como Alejandro y Matías, cualquier hallazgo es importante. Sin embargo, descubrir el archivo de los Estudios San Miguel estaba lejos de ser “cualquier hallazgo”. Fundados en 1937 por el empresario inmigrante Miguel Machinandiarena en la localidad de Bella Vista, estos estudios fueron unos de los más grandes y completos de Latinoamérica. Sus instalaciones tenían treinta mil metros cuadrados, cinco galerías siempre listas para filmar tres películas en simultáneo, talleres de todo tipo acondicionados para preparar los miles de decorados necesarios para cada producción, central telefónica propia, surtidor de nafta, usina eléctrica, capilla y chalets para las estrellas. Era una pequeña ciudad ubicada en el medio del conurbano. Los vecinos de Bella Vista la llamaban “La vaca de San Miguel” porque le daba de comer a toda la zona.
Entre 1938 y 1952, los Estudios San Miguel produjeron aproximadamente ochenta películas. Todas se destacaron por la factura de su puesta, más elaborada que la del promedio del cine nacional. Los actores, actrices y realizadores más importantes de la época trabajaron en estas producciones. Entre los clásicos del cine que salieron de sus estudios se encuentran Petróleo, La Guerra Gaucha, Historia del 900, Los Isleros y La Pródiga, famosa por ser la última película en la que actuó Eva Duarte antes de casarse con Juan Domingo Perón.
A partir de la década del cincuenta, como gran parte de los estudios latinoamericanos, San Miguel entró en un periodo de decadencia que culminó con el remate total de sus archivos en 1974, vendidos a la ex-distribuidora de Balvanera, y la demolición total de los estudios una década después. Al día de hoy, sólo queda en Bella Vista una placa conmemorativa de lo que fue esa industria, algunos chalets y los plátanos sembrados por los técnicos del estudio en la inauguración.
Y ahora qué
Por más de cuarenta años, todos los registros administrativos, carpetas de prensa, fotografías y afiches de estos estudios permanecieron perdidos. Esto fue lo que descubrieron Alejandro y Matías cuando comenzaron a abrir los miles de rollos de papel madera y carpetas que rescataron de la distribuidora abandonada. “Era ponernos a llorar cada vez que abríamos un sobre. Ahí estaba nuestra historia. “ contó Alejandro.
Sin embargo, luego de la alegría del descubrimiento, comenzaron los problemas. Había que asegurarse que ese material quedara preservado. Además, ambos tenían claro que debían hacerlo público, pero sin fondos ni financiación la tarea se hacía difícil. Matías Gil Robert y Alejandro Ojeda no son más que amantes del cine con sus propios trabajos. A distancia, uno en Bahía Blanca y el otro en capital, comenzaron a catalogar miles de documentos y a digitalizar cientos de fotografías inéditas. Financiaron esta enorme empresa a pulmón y voluntad.
En 2021, crearon los Archivos San Miguel y, en 2022, recibieron el apoyo de Mecenazgo que les alcanzó para costear el diseño de la página web que están pronto a lanzar. A través de ella, esperan compartir el archivo fotográfico y los afiches en calidad media para que todos los interesados puedan consultarlo.
Los resultados de su labor fueron inmediatos. La información que recabaron le permitió a Alejandro finalizar un libro dedicado a los estudios cinematográficos argentinos del periodo clásico que llevaba diez años escribiendo y que espera publicar este año. Además, colaboraron con un realizador francés que se encuentra realizando un documental sobre Evita y con un equipo de investigadores argentinos que están preparando un libro y una película sobre Vlasta Lah, la primera directora mujer del cine sonoro argentino.
Hoy sueñan con crear un museo y encontrar un sistema que le permita financiar a futuro la preservación y difusión de este material. “Es un bien público, de alguna forma y queremos que sea accesible- Estas imágenes forman parte de nuestra historia y serán muy útiles para nuevas investigaciones. Pero lo estamos haciendo a pulmón y necesitamos encontrar una forma de poder sostenernos en el tiempo.” concluyó Alejandro, que se muestra entusiasmado con el futuro de su proyecto.