CASH - 6 puntos
Francia, 2023
Dirección y guion: Jérémie Rozan.
Duración: 95 minutos.
Intérpretes: Raphaël Quenard, Igor Gotesman, Agathe Rousselle, Antoine Gouy, Grégoire Colin.
Disponible en Netflix.
Particular aproximación al universo de las heist movies –las películas de robos sofisticados, finamente planificados más allá del resultado final–, la francesa Cash podría definirse como un film de pequeños hurtos. O de micro robos. Es que, a diferencia del gran golpe que suele latir en el corazón del popular género cinematográfico, en la comedia del debutante Jérémie Rozan el despliegue criminal se desarrolla a cuentagotas, día a día, lentamente y a la vista de todo el mundo.
Metáfora visual más que evidente, el prólogo ubicado en el pasado destaca la eterna lucha de clases: en un pueblo de provincia donde cada habitante parece trabajar, de una u otra manera, a las órdenes de la familia Breuil, los dueños de una exitosa planta de envasado y despacho de perfumes de lujo, el niño Daniel Sauveur ve cómo la vista de la catedral, que su madre adora observar desde el porche de casa, es eclipsada por un enorme cartel que reza “Breuil e hijo”.
Como afirma su voz en off desde el presente, “los Breuil siempre ganan”, y es por esa razón que, luego de emprender un pequeño negocio de reparto en motocicleta junto a su amigo Scania (sí, como la famosa marca de camiones), a Daniel no le queda otra que emplearse en la factoría, metiendo cajitas en cajas más grandes. Pero el protagonista tiene otros planes: vencer al sistema desde adentro, aprovechando las inevitables pérdidas marginales de productos en beneficio propio. Así, sacando a escondidas algunos frasquitos de fragante líquido, evitando la mirada admonitoria del corrupto supervisor del área, Daniel logra vender a precio reducido, y sin costo de arranque, el aroma aspiracional envasado. De cómo esa pequeña tramoya casi inocente se convierte en poco tiempo en un complejo entramado criminal trata Cash, siempre bajo el manto de la comicidad, aunque no falta algún que otro golpe físicamente serio y doloroso.
El guion del propio Rozan incorpora una serie de subtramas que hacen aún más intrincado el asunto, incluyendo la posible venta de la compañía familiar a un empresario del negocio online (el inquietante y algo oscuro Grégoire Colin), y un par de entreveros del tipo sentimental. Hay referencias a Buenos muchachos de Scorsese, en particular cuando Daniel descubre en qué han gastado sus ingresos los miembros de la banda, y varias vueltas de tuerca cerca del final que el guion oculta hasta último momento.
Cash no inventa la rueda ni pretende hacerlo, pero funciona relativamente bien como comedia de enredos criminales donde nadie es realmente malo. El villano, de existir, es el propio sistema –el capitalismo, estúpido–, que los antihéroes proletarios intentan horadar, apenas, un poquito. O bien esa persona llegada desde la gran ciudad. Porque, a fin de cuentas y más allá de las diferencias de clase, los hermanos deben estar unidos si no desean ser devorados por los de afuera.