La reedición de El síndrome Guastavino a más de quince años de su publicación original viene a ratificar la enorme potencia de la obra de Carlos Trillo y Lucas Varela. La dupla, en un brillante trabajo conjunto, sigue los pasos de Elvio Guastavino, el hijo de un torturador de la última dictadura militar. Con la particularidad de que Elvio está enamorado de una muñeca de porcelana y se desvive por poseerla. El grotesco ficcional y el horror histórico se entremezclan en las viñetas y el resultado no podría ser más punzante. El rescate esta vez corre por cuenta de la editorial Hotel de las Ideas, que recuperó la historieta originalmente publicada en la revista Fierro que acompañaba a Página/12 en ese entonces (El síndrome Guastavino llegó a los kioskos entre 2007 y 2008) y que apenas tuvo una edición recopilatoria de Sudamericana.

La lectura hoy asume varias aristas. Una es la dimensión histórica y de contextos de lectura –que las investigadoras Mara Burkhart y Mariela Acevedo desgranan en un muy buen prólogo-, que va desde el contexto de reapertura de los juicios de lesa humanidad contra los perpetradores de la última dictadura cívico-militar en el país y una ola de gobiernos progresistas en el continente hasta el actual momento en que la derecha (e incluso la ultraderecha) llegó al gobierno en gran parte de la región y en que los candidatos que promueven la mano dura y la represión cuentan con respaldo de un electorado harto de promesas incumplidas y contratiempos inesperados para los programas progresistas. Burkhart y Acevedo señalan también el foco que el relato de Trillo y Varela pone en los crímenes contra la integridad sexual. Conviene agregar a eso que una lectura de hoy aparece inevitablemente atravesada por movimientos como el Ni Una Menos, que profundizan la carga sobre la crueldad de los crímenes de la dictadura.

Desde lo formal, quizás el mayor acierto de Trillo para esta historia está en proponer como protagonista al hijo de un genocida y el modo en que va desarrollando la historia, como por capas que caen y revelan aún más a fondo la psíquis degenerada de Elvio. Siempre punzante, siempre implacable, resulta evidente que en El síndrome Guastavino Trillo puso todo de sí. No fue para él una historia más, de las tantas que hacía (“para vivir de la historieta hay que remar, y yo he remado mucho”, declaró alguna vez a Página/12, cuando el gran festival de historieta Viñetas Sueltas lo homenajeó en 2009).

También el lector encuentra aquí a un Lucas Varela desatado y en su salsa, donde su línea clara y su gusto por los gusanitos y las asquerosidades (de los que ya había dado muestras en Paolo Pinnochio) encuentran su lugar en el relato grotesco que le proponía el guionista. También Varela entrega todo en estas páginas, consciente de lo que se juega tanto en las páginas como en la historia de su tiempo.


Lanzamientos

* Niño guapo (Javier del Romero y Juan Manuel Terradas / Comic.ar Ediciones)

Del Romero y Terradas equilibran en esta historia los albores de la Década Infame con las pasiones populares del momento (el turf, especialmente) y una historia de amor homosexual prohibido para la sociedad de ese momento. El trabajo es sólido y cumple con todo lo que se propone, aunque no llega a descollar, quizás porque en el dibujo –que es muy correcto y apropiado para el relato y la época que retrata- le falta un punto de osadía en los recursos.

* Cleopatra en el espacio vol. 2 (Mike Maihack / Editorial Común)

Maihack sigue a la faraona trasplantada el tiempo y mantiene el tono del relato, aunque hace aún más marcado el pasaje entre un capítulo y el otro. Mientras el primero tiene largas secuencias de acción y persecuciones (notablemente planteadas), el segundo es mucho más dialogado y el tercero vuelve a encontrar el equilibro del primer volumen. Esta segmentación se refuerza con la paleta de colores de cada pasaje. Sigue siendo un gran trabajo para infancias lectoras.

* Mamma Marilyn (varios autores / Viajero del Alba)

Mamma Marilyn es una buena carta de presentación para la joven editorial Viajero del Alba. La propuesta está bien desde lo conceptual: una antología de relatos en torno a un arma bautizada en el lejano Oeste. Lo interesante es que los autores no se quedan anclados en ese período histórico sino que exploran otras posibilidades (aún a veces bordeando los límites de la consigna). Dentro de las propuestas destacan “Herencia”, “Circus” y “Plegarias de erkes y campanas”.

* Complex Age vol. 1 (Yui Sakuma / Penguin House Mondadori)

El cosplay es un fenómeno muy interesante y Complex Age lo aborda desde la perspectiva de una veinteañera que empiece a sentirse “grande” para su afición. Más allá de diferencias culturales y etáreas con la manifestación local de la práctica, e incluso más allá de la propia excusa del cosplay, el trabajo de la mangaka sintetiza un recurrente momento de crisis de temprana juventud en que las personas empiezan a sentir los tironeos de la vida adulta y lo que se espera de ellas.


Viñetas

CBB anticipa invitados

La convención internacional de historieta Crack Bang Boom, que se celebrará del 17 al 20 de agosto en Rosario, comenzó a anunciar sus invitados para esta edición. Entre los internacionales, por ahora CBB anticipó la presencia del español Enrique Sánchez Abuli (Torpedo), conocido aquí también por sus colaboraciones con Oswal, y del brasileño Marcelo Quintanilha (Escuta, Formosa Márcia), ganadora del Fauve d’Or del Festival de BD d’Angouleme, el primer brasileño en conseguirlo. Además, entre los argentinos figuran Patricio Oliver (Los potenciales), Christian Montenegro (Metrópolis, El Tripero), Pablo de Bonis (North Bend, Quimera), Dolores Alcatena (El fuego que purifica, Las locas), Carlos Barocelli (Coordinador General de Muestras de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario), Carlos Dearmas (Apagón) y Aleta Vidal. 

Aunque ya es un buen grupo de invitados, los seguidores del encuentro rosarino esperan aún más, pues CBB convoca siempre un buen número de autores y editores. Desde sus redes sociales la Crack también anunció que la Crack Bang Boom Party será el sábado 19 en el Centro Cultural Güemes (Güemes 2808) con la participación de Fullmecha y DJ Charlie Egg. Las convocatorias para la participación de los fanzineros ya se lanzó, y cerró ya la recepción de trabajos para el Concurso que el festival organiza en cada una de sus ediciones.

La censura no afloja

Desde hace varios años es recurrente noticia la prohibición de libros en las bibliotecas norteamericanas. Y el cómic es uno de los blancos predilectos de los censores. Clásicos contemporáneos como el Blankets de Craig Thompson sufren el hacha, lo mismo que otros como Gender Queer (de Maia Kobabe) y hasta títulos fundamentales de la historia de la disciplina, como el mismísimo Maus, de Art Spiegelman, señalan desde el portal especializado Publishers Weekly. Desde PW advierten que muchos bibliotecarios enfrentan “virulento acoso en redes sociales e incluso en persona” y que “muchos abandonaron la profesión a causa del cansancio derivado y el temor por su seguridad personal”. El odio y la persecución a la cultura siguen vigentes en el “país de la libertad”.