El excapellán de la Policía bonaerense Christian Federico Von Wernich podría dejar en las próximas semanas la Unidad 34 de Campo de Mayo, donde está detenido por los secuestros, las torturas y los homicidios por los que fue condenado en 2007. El cura, que supo ser el ladero de Miguel Osvaldo Etchecolatz y de Ramón Camps durante la última dictadura, pidió acceder a la libertad condicional y que lo reciban en un hogar sacerdotal del barrio de Flores.

Von Wernich lleva casi 20 años detenido. En 2007, fue condenado a prisión perpetua por el Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata, que presidía Carlos Rozanski. Los jueces lo encontraron culpable de 35 casos de privaciones de la libertad y tormentos y otros siete casos de secuestros, torturas y homicidios. En pocos días, estará en condiciones –al haber cumplido los dos tercios de la condena y haber acumulado estímulos educativos durante el período de reclusión– de salir de la cárcel.

En marzo, la defensora oficial que lo representa le notificó al TOF1 que su defendido estaba cerca de reunir las condiciones de la libertad condicional. Después, le pidió que le computaran los cursos que había hecho mientras estaba preso. Von Wernich, que el 27 de mayo cumplió 85 años, no descolló como un estudiante aplicado. Mientras estaba alojado en el penal de Marcos Paz hizo un curso de formación profesional de informática de oficina –en el que acreditó 330 horas– y, en 2018, cuando ya se había mudado a Campo de Mayo asistió a una jornada de huertas de cultivo hidropónico.

Con eso le alcanzó para descontar dos meses de régimen penitenciario. Inicialmente se estimaba que podría salir el 24 de septiembre, pero el tiempo se acortó al 24 de julio. En menos de dos semanas. El TOF1 ordenó al Servicio Penitenciario Federal (SPF) que realizara los informes correspondientes. Las últimas calificaciones del sacerdote en la U34 son de conducta ejemplar-10 y concepto muy bueno-7.

El cura de Camps

Von Wernich vagó por el mundo y alardeó de sus conquistas amorosas antes de dedicarse al sacerdocio, como reconstruyó el periodista Hernán Brienza en su libro Maldito tú eres. La ordenación sacerdotal le llegó en 1974 cuando ya era un treintañero. La víspera del golpe de 1976 lo encontró oficiando misa en el partido de 9 de Julio. “Gracias a Dios se están terminando estos días de desorden y anarquía. Ya nada será como antes. Esta semana que entra se acaba este gobierno deplorable”, lo escucharon decir los fieles del lugar. 

Para marzo de 1977 ya estaba trabajando en la Policía bonaerense. Lo hacía bajo las órdenes de Etchecolatz, por entonces director general de Investigaciones de la policía provincial. Cobraba un sueldo, se movía con chofer y tenía acceso a distintas mazmorras: Puesto Vasco, Pozo de Quilmes, la Brigada de Investigaciones de La Plata, la Comisaría 5ª y Arana. Camps, el jefe de la Bonaerense, llegó a referirse ante la justicia a Von Wernich. “Los detenidos recibían asistencia espiritual y quien era el encargado de suministrar la misma era el sacerdote Von Wernich, incluso el sacerdote fue condecorado por la acción que tuvo y/o desarrolló con los detenidos”, dijo.

Luis Velasco tuvo contacto con Von Wernich mientras estaba secuestrado. Después de verlo torturado, le dijo “te quemaron los pelitos” y le recomendó: “La vida de los hombres depende de vos y de tu colaboración”. Mientras lo tenían privado de su libertad en Puesto Vasco, Von Wernich buscó entrevistarse con el periodista Jacobo Timerman.

El cura también tuvo un trato directo con siete detenidos de la Brigada de Investigaciones de La Plata: Liliana Galarza, María Magdalena Mainer, Pablo Mainer, Domingo Moncalvillo, Nilda Susana Salamone, Cecilia Idiart y María del Carmen Morettini. Era el nexo entre ellos y sus familiares. En un momento determinado les dijeron que iban a dejarlos en libertad y que los iban a ayudar para salir del país. Von Wernich fue parte de ese engaño.

Los planes de los hombres de Camps eran otros. Julio Emmed, por entonces, se desempeñaba como custodio de Etchecolatz. Un día lo convocaron al despacho del comisario y le preguntaron si con un golpe de judo podía dejar inconsciente a una mujer aunque estuviera en un espacio reducido de un auto. Emmed contestó que podría intentarlo.

A los pocos días, le dijeron que tenía que trasladar a tres personas que habían estado secuestradas. Von Wernich estaba en el auto. En un momento, Emmed recibió la señal para dar el golpe pero logró cumplir con el objetivo. Otro de los policías que iba en el vehículo sacó su arma y empezó a golpear a las tres personas. En un paraje, frenaron el auto y se encontraron con el médico Jorge Bergés que inyectó a las tres víctimas en el corazón. Los cuerpos fueron llevados al cementerio de Avellaneda. El procedimiento volvió a repetirse con otros tres detenidos. En ese caso, los asesinaron en un descampado y llevaron sus cuerpos a Puesto Vasco para ser incinerados. “El cura me dice que lo que habíamos hecho era necesario para el bien de la Patria”, contó Emmed ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). Al tiempo fue asesinado.

Un lugar en la Iglesia

En 2018, organismos de derechos humanos le pidieron al Papa Francisco que expulsara a Von Wernich de la Iglesia. La expulsión nunca llegó, por eso ahora el excapellán de la Bonaerense pide fijar su domicilio en el Hogar Sacerdotal de Buenos Aires “Mariano Espinosa”, ubicado en la calle Condarco al 581. Jorge Bergoglio vivió en ese hogar y ya había adelantado que esperaba alojarse allí cuando se retirara. La residencia fue fundada en 1920 y lleva el nombre del cuarto arzobispo de Buenos Aires.

Para que Von Wernich pueda mudarse se requiere el consentimiento del arzobispo. Según la comunicación que envió el SPF, Von Wernich advirtió que deberían esperar a que el arzobispo electo José Ignacio García Cuerva regrese del Vaticano, lo que, según sus cálculos o informaciones, podría producirse para finales de julio.