Al menos en lo que respecta a su trabajo, hoy comienza una de las semanas más intensas de este 2023 para Susana Pampín; una de esas supersemanas que funcionan como una suerte de extracto del año, porque condensan casi todos los circuitos y los proyectos que la tuvieron y la seguirán teniendo ocupada de acá a un tiempo. Con entradas agotadas, hoy y mañana por la tarde habrá funciones –Susana prefiere llamarlas “ensayos abiertos”– de Sombras, por supuesto, la obra que reúne a la compañía El Silencio trece años después de la entrañable y muy recordada El tiempo todo entero. El elenco, como entonces, está compuesto por ella, por Pilar Gamboa, Esteban Bigliardi y Esteban Lamothe, bajo la dirección de Romina Paula.

El martes, el Metropolitan volverá a estallar en risas en una nueva función de Tarascones, la obra de Gonzalo Demaría con puesta de Ciro Zorzoli en la que Susana, la actriz de voz dulce y atemperada, la de la energía serena y ese involuntario halo de persona sabia, interpreta a uno de los personajes más grotescos e hilarantes de su carrera, en compañía de Eugenia Guerty, Paola Barrientos y Alejandra Flechner. El miércoles toca subirse a un avión para aterrizar en España el jueves junto a sus compañeros de La obra, el nuevo trabajo de Mariano Pensotti que estrenó hace pocas semanas en Viena, tuvo un fugaz paso por Atenas, el viernes y sábado se verá en Gran Canaria y recién el año que viene llegará a Buenos Aires. El domingo, la fugaz vuelta al invierno para volver a hacer Sombras el lunes y Tarascones un día después. El miércoles siguiente, al onceavo día, Susana Pampín podrá descansar.

Sombras por supuesto, de Romina Paula

“Pensar que cuando era joven decía que no me gustaba estar en más de un proyecto a la vez”, se ríe ella, que en este momento tiene cuatro obras rondando en su cabeza. Bajo la dirección de Paula, de Pensotti, de Zorzoli y, muy pronto, también bajo la de Luciana Mastromauro, que le está dando forma a un recorrido performático por el Parque de la Memoria a partir de textos del Archivo Biográfico Familiar de las Abuelas de Plaza de Mayo que se verá en septiembre, Susana dice estar, sobre todo, divirtiéndose con esta vida que se armó y que a veces –por ejemplo ahora–, cobra una velocidad inusitada, impulsándola a entrar y salir no solamente de personajes muy distintos, a razón de uno por día, sino de mundos poéticos muy disímiles. “Divertirse es, por un lado, verterse hacia afuera y por otro entregarse a formas diversas. Creo que actuar es esas dos cosas, y en ese sentido siempre digo que para mí el teatro es pura diversión. Con mis células, con mi piel, con mi voz y mi imaginación, me entrego a esos mundos que me proponen otros. Lo considero un privilegio, en este mundo espantoso”.

Por supuesto, en esa entrega a universos creativos y lenguajes tan variados siempre hay algo de ella que permanece inalterable, pero sobre todo hay una gran capacidad de escucha y de adaptación a las propuestas de los artistas a cuya mirada y dirección se entrega. Quizá no sea necesariamente “camaleónico” el adjetivo que podría usarse para definir su modo de actuar, aunque esté muy cerca: lo que siempre llama la atención cuando se la ve en cine o en teatro es su cualidad mutable, su forma de acompañar y hacer crecer las ficciones sin estridencias, y con una comprensión muy nítida de los mundos que está habitando. Ella lo define así: “Es como cuando sos chica y un amiguito te invita a jugar a su casa, con sus juguetes, y te propone una forma de organizar el juego. Si es la primera vez que vas, quizá no sabés muy bien con qué te vas a encontrar, qué vas a hacer ni cómo, pero en el diálogo la cosa se va armando”.

¿Qué dirías que te pide cada uno de estos trabajos tan distintos?

Foto: Nurith Wagner-Strauss.

–Con Romina, sin dudas, está el corazón. Nos volvimos a juntar después de muchos años porque siempre es muy gozoso trabajar junto a ella y con los chicos. A mí me fascina cómo escribe Romina, su sensibilidad. Las situaciones dramáticas que plantea siempre son el puntapié de reflexiones sobre la vida, la muerte, la maternidad, que son sus grandes temas. Lo de Mariano es una propuesta casi gimnástica, entrar y salir de escena, hacer distintos personajes, y también ser una relatora desde afuera por momentos. Mientras ensayábamos, yo pensaba “cómo voy a lograr una organicidad si este texto me pide que me esté fragmentando todo el tiempo”. Los dispositivos de Pensotti son una suerte de competencia para el ego del actor, que siempre piensa que es el dueño de la escena. Y Tarascones, bueno, es de un absurdo total, el juego en su máxima expresión. Llevamos cientos y cientos de funciones y todavía tengo que hacer esfuerzos para no reírme por lo que alguna de mis compañeras está haciendo.

Si bien funciones venideras de Sombras por supuesto están cerradas exclusivamente a los suscriptores del Club Paraíso (con unas pocas entradas vendidas para público general que se agotaron a la velocidad de un rayo), el elenco ya piensa en organizar una temporada más extensa hacia fin de año. Aún queda mucho por explorar en ese universo incipiente: este nuevo trabajo entre ellos, dice Susana, recién comienza a levar. Por eso prefiere pensar esta instancia de apertura como “ensayos con público”. Sabe que, con el correr de las funciones y el contacto con los espectadores, irá apareciendo una nueva verdad que quizá no haya descubierto todavía. “La escritura de Romina pide que te tomes tiempo para ir excavando hasta entender realmente lo que estás haciendo. Siempre hay algo debajo, repetís el texto infinidad de veces hasta que un día te parás y decís: ¿Y esto? Ah, ¡en realidad yo lo que estaba diciendo era esto!”.

Quizá por esa cualidad tan incapturable de las obras de Paula es que prefiere no adelantar mucho sobre la trama, porque la verdad no está necesariamente en lo que parece que se cuenta sino en ese todo que termina de acontecer con ella, y con los demás, en escena, poniendo el cuerpo, las células, la voz y la imaginación al servicio de esa ficción, una de las tantas que la tienen divirtiéndose este año.

Foto: Alejandra López

Sombras se presenta durante julio en ArtHaus para suscriptores del Club Paraíso. Tarascones puede verse los martes a las 20 en el Metropolitan, Av. Corrientes 1343.