“Él mismo es un puente cultural entre España y la Argentina”, así fue presentado José Sacristán en la conferencia de prensa donde el actor habló acerca de su último trabajo que es, además, su primer unipersonal. Se trata de Señora de rojo sobre fondo gris, monólogo basado en la novela del español Miguel Delibes del mismo nombre, con el que realizará dos semanas de funciones en el Teatro San Martín para luego hacer una gira por las provincias. A su término, el actor prolongará su estadía en la ciudad volviendo a hacer funciones pero en el Teatro Astros. Ante la proximidad de la gira, Sacristán recordó su experiencia de 2011 cuando, junto al pianista Facundo Ramírez presentó Caminando con Antonio Machado, desde Saladillo hasta Comodoro Rivadavia. El actor verbaliza su amor por lo argentino y habla de la poesía de Oliverio Girondo, de sus noches en el desaparecido Bar El Chino, en Pompeya, y de su admiración por Alberto Olmedo.
“Cada vez que vuelvo a Buenos Aires celebro tener en la Argentina un lugar en el mundo”, aseguró Sacristán, además de puntualizar que con sus 85 años cumplidos quiere despedirse de esta obra estrenada en 2018, en un escenario argentino. Por otra parte, el actor confesó que siente “admiración, cariño, respeto y hasta envidia: es emocionante la fidelidad de los argentinos al mundo de la cultura y el teatro”. Y también manifestó su alegría por actuar por primera vez en el Teatro San Martín -“para mí es un templo”, definió- y por presentar en la sala Casacuberta esta obra que, según subrayó, es el proyecto más personal de su carrera.
En cuanto a Delibes, el actor apuntó que “fue uno de los autores españoles que no solamente desarrolló una obra literaria extraordinaria, sino que ha sido un ejemplo de ética, un referente moral incuestionable”. Ésta es la segunda vez que Sacristán aborda una de sus obras. En versión del director José Sámano, había presentado Las guerras de nuestros antepasados pieza que originó en 1993 un programa que condujo en radio Rivadavia llamado Delante de las narices, “una forma de compromiso con la sociedad argentina”, según enunciaba por entonces. En cuanto a la política, Sacristán se manifestó “acojonado por el auge que está tomando en el país la extrema derecha, con el aval del Partido Popular”. En ese sentido dijo “tener la lucidez del perdedor, la melancolía del que sabe que morirá rodeado de hijos de puta, de trapisonderos, de cabrones, de ladrones y necios, pero igual saldré a enfrentar con alegría y vigor la batalla por las cosas que considero imprescindibles”.
Durante la conferencia de prensa, el actor contó el origen de la obra que viene a presentar. Cuando se publicó Señora de rojo… fascinado tras su lectura, le pidió a Delibes los derechos para llevarla el teatro. Pero el autor no quiso ni siquiera que Pilar Miró la hiciese en cine. Solamente dos años antes de morir, permitió que Sacristán realizara una lectura dramatizada de la novela. Años después de su muerte en 2011, los hijos del autor lo autorizaron a concretar la versión que el mismo José Sámano llevó adelante, haciéndose cargo también de su dirección. Según Sacristán, la novela no solamente habla veladamente del padecimiento del mismo Delibes tras la muerte de su esposa Ángeles de Castro, sino que realiza una pintura de época.
La acción de Señora de rojo… transcurre en 1975, meses antes de la muerte de Francisco Franco. El personaje cuenta en primera persona las alternativas de dos sucesos: la enfermedad y muerte de su mujer y la detención de su hija y su marido por motivos políticos. El nombre de la novela se debe a la pintura que el retratista e ilustrador español Eduardo García Benito le hizo a la esposa del autor, en 1962. Con casi 70 años de trayectoria y después de transitar tantos géneros, Sacristán declaró que no le gusta establecer jerarquías entre el teatro, el cine y la televisión, ya que “hacer las cosas bien ha sido siempre mi preocupación, sin importar si es un clásico o un chascarrillo”. En cuanto al personaje que interpreta en la obra de Delibes, un pintor en plena crisis creativa, dijo que colmaba sus aspiraciones como intérprete: “No soy creyente”, admitió, “pero creo que Delibes, desde donde coño esté, me acompaña en esta aventura”.