Especialistas en nutrición señalaron este viernes que la advertencia que hizo recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) al calificar al edulcorante aspartamo como "posiblemente cancerígeno" impulsa a que se hagan "más y nuevos estudios al respecto" y apuntaron que los edulcorantes "no son inocuos, sino que tienen una implicancia en la salud".
La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer de la OMS evaluó por primera vez estudios preexistentes sobre el cáncer en humanos y en experimentos de animales, y encontraron solo tres estudios donde se permite "una asociación positiva sobre el consumo de este edulcorante y el cáncer de hígado", indicó la publicación de los fundamentos de la investigación. El estudio, liderado por 25 expertos de 12 países, fue publicado ayer en la revista científica The Lancet Oncology y hoy en el sitio web del organismo internacional.
El reporte concluyó que el edulcorante aspartamo "puede ser carcinógeno para los seres humanos" y lo clasificaron en el Grupo 2B, nivel que implica que hay "evidencia limitada" sobre su carcinogenicidad en los seres humanos.
Sin embargo, el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA, por sus siglas en inglés) reafirmó que "la ingesta diaria admisible de este producto es de 40 miligramos por cada kilo de peso corporal".
Consultada por Télam, la nutricionista Andrea Graciano, docente de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Buenos Aires e investigadora de esa institución, fue contundente respecto al estudio publicado por la OMS: "Estos informes nos permiten evidenciar que los edulcorantes no son inocuos como creíamos, que hay una implicancia para la salud y que si miramos la salud ampliamente, las implicancias son para la salud humana, animal y ambiental".
Según la investigadora, "esta comunicación se suma a los documentos que recientemente publicó la OMS, una directriz sobre el consumo de edulcorantes, de endulzantes no calóricos, que plantea que si bien se consumen como opción para bajar de peso, la evidencia demuestra que no tendrían ese efecto".
"Analizaron la evidencia científica disponible de mejor calidad y comunicaron que el consumo de edulcorante hasta podría favorecer el aumento de peso, del riesgo de padecer enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación como, por ejemplo, la diabetes tipo 2, y que también podrían aumentar la mortalidad", afirmó Graciano.
Respecto al estudio realizado por la OMS, la docente aseguró que la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer de la OMS "está poniendo el foco en este edulcorante y lo clasifica como posiblemente cancerígeno. Quiere decir que no es inocuo. Es la misma categoría que se le da al glifosato".
Graciano recordó que la Ley de Etiquetado Frontal obliga a las industrias alimentarias a declarar y poner una etiqueta cuando los productos contienen edulcorantes y que se acompañe con una leyenda donde se aclare que no son recomendados para el consumo de niñas y niños, información que antes se disfrazaba de "light o dietético".
"Quienes abogamos por políticas públicas que defiendan y protejan nuestro derecho a una alimentación y salud sana, esperamos que se tomen estos documentos como referencia para que crear políticas públicas que nos cuiden", apuntó.
El presidente de la Fundación Sociedad Argentina de Nutrición y Alimentos Reales (Sanar), Ignacio Porras, coincidió con la postura de Graciano y señaló que clasificar al aspartamo como "posible carcinógeno para los seres humanos" significa que lo identifica como un potencial factor de riesgo en el desarrollo de cáncer, particularmente, cáncer de hígado y que la evidencia sea "limitada" muchas veces es cuestión de tiempo. "Que la OMS alerte, incluso tibiamente, sobre su potencial riesgo, impulsa a que se hagan más y nuevos estudios al respecto", apuntó Porras.
También recordó que las pruebas que se realizan para definir la ingesta diaria admitida de los aditivos alimentarios, cualquiera sea, en este caso un edulcorante, "están basadas en la dosis que generó efectos toxicológicos o muerte en animales, luego ese valor se divide por 100 y constituye ese máximo "seguro" para los humanos".
Es decir que, según el especialista, "no existen estudios sobre el impacto que tiene la exposición cotidiana a estas sustancias".
Esto significa, explicó, que los estudios que se realizan con esos químicos es utilizarlos en animales hasta que ese consumo genera algún tipo de reacción adversa, como una intoxicación, alguna reacción dermatológica o, incluso, la muerte. "Pero no se estudian dosis pequeñas para ver si el animal tiene un cáncer de mama, vejiga o de colon, como tampoco se estudia el consumo de distintos aditivos de manera sinérgica dentro de un producto", explicó.
Porras calificó de "tibia" la posición de la OMS respecto al aspartamo. "Lamentablemente para cuando estos organismos encuentren mayor contundencia en sus estudios y comunicaciones, la población ya habrá estado expuesta a esas sustancias durante mucho tiempo", advirtió.
Las consideraciones de Ana Cáceres, nutricionista y presidenta la Federacion Argentina de Graduados de Nutrición (Fagran), coinciden con la mirada de sus otros colegas consultados: "La publicación de la OMS hace foco en la necesidad de seguir estudiando el aspartamo y su consumo para comprender mejor si constituye un peligro carcinógeno. Si bien la evidencia no resulta concluyente, la realidad es que tampoco tenemos evidencia de que sean verdaderamente inocuos".
Luego explicó que "plantear la discusión puntal sobre el aspartamo, pero también sobre el consumo de edulcorantes en general, significa repensar la alimentación en términos del consumo excesivo de alimentos ultraprocesados y bebidas industrializadas que se consumen en el mundo en general, y en Argentina en particular; y la necesidad de que la Ley de Promoción de la Alimentación saludable 27642, se implemente en su totalidad".
"Como nutricionista, la recomendación es disminuir o evitar el consumo de productos que contengan azúcares en exceso y edulcorantes, tanto el aspartamo como otros. Y también trabajar sobre los hábitos de endulzar infusiones y otras bebidas para recuperar los sabores reales, sin agregados", concluyó.
Los expertos internacionales consultados señalaron que aunque hay estudios que relacionan el consumo de aspartamo con ciertos tipos de cáncer y diabetes, la evidencia es "limitada" a partir de diversos ensayos realizados.
Por esta razón, el IARC (Instituto Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer) lo ha clasificado como posiblemente cancerígeno, un clasificación que utiliza cuando existe evidencia escasa y no convincente de cáncer en humanos. "Esto no debe tomarse realmente como una afirmación directa que indique que existe un riesgo conocido de cáncer por consumir aspartamo (...) En nuestra opinión, esto es más un llamamiento a la comunidad de investigadores para tratar de aclarar y entender mejor el peligro cancerígeno que puede o no plantear el consumo de aspartamo", aclaró la representante de IARC, Mary Schubauer-Berigan.
El director del Departamento de Nutrición y Seguridad Alimentaria de la OMS, Francesco Branca, dijo que, a las dosis comúnmente utilizadas, el aspartamo no representa un riesgo, pero al mismo tiempo reconoció que hay investigaciones que apuntan a sus potenciales efectos adversos y que tendrá que seguirse investigando.
Branca recomendó a los consumidores reflexionar sobre por qué utilizan el aspartamo, al recordar que la OMS ha aclarado recientemente que ningún edulcorante artificial contribuye a perder peso, como es la idea generalizada. "Si el consumidor está ante la decisión de tomar una bebida con azúcar o con edulcorante, yo le diría que hay una tercera opción y es tomar agua. Esto es particularmente importante para los niños pequeños que están en pleno ajuste del gusto", argumentó.
También aclaró que estos resultados no constituyen una recomendación a la industria o a los gobiernos de retirar productos del mercado. "Lo que estamos aconsejando es que los consumidores limiten su ingesta de edulcorantes, estamos recomendando moderación", agregó el experto de la OMS.