Desde que Jujuy se volvió un caldero detonado por protestas sociales y manifestaciones populares, una saga de represiones orquestadas por la policía provincial y la ristra de causas judiciales para acallar los reclamos, las únicas declaraciones que se conocieron de Gerardo Morales fueron a partir de declaraciones en medios nacionales con sede en Buenos Aires. Esto responde a un motivo muy claro: el gobernador reubicó su agenda lejos de la provincia que administra. Por eso resultó toda una novedad ver días atrás al precandidato a vicepresidente de la lista encabezada por el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta en el Canal 7 de Jujuy en la entrevista concedida al ex vicegobernador peronista Guillermo Jenefes donde, entre cosas cosas, se despachó en tono amenazante con personal que trabaja en el Pucará de Tilcara.
A Morales le restan aún cinco meses para concluir su segundo mandato, aunque está claro que su prioridad ya no está en la Casa de la Gobernación de San Salvador sino en la interna que junto a Larreta deberán dirimir con Patricia Bullrich. Una carrera de bandera abierta en la que el jujeño se juega a todo o nada: si pierde, quedará fuera de la generosa planta de puestos del Estado desde que en 1989 fue electo diputado provincial (escaño que ocupó durante casi doce años) y luego escaló a Senador nacional entre 2001 y 2015, año en el que finalmente se convirtió en el primer mandatario de su provincia.
El poco apego a los compromisos para los que en definitiva fue reelecto en 2019 se desprenden de la cada vez más abundante cantidad de viajes que viene realizando por destinos de los más variopintos.
Morales parece haberle soltado la rienda a su segundo mandato, algo que se nota tan solo con observar la cartografía de sus compromisos. Tan solo desde el 20 de junio, día en el que juró de manera abrupta la nueva Constitución provincial y luego ordenó una feroz represión a los manifestantes que reclamaron en San Salvador, Morales visitó más de treinta distritos de todo el país. Ninguno de esos viajes fue por motivos específicos de su gestión como gobernador, aunque todos ellos en calidad de precandidato a vicepresidente, tal como lo presentaban en cada evento y cómo su propio equipo de comunicación lo manifestaba de manera explícita o velada en sus redes sociales (especialmente Twitter, donde alternó entre fotos de campaña y fake news rápidamente rebatidas). En el mapa aparecen desde barrios porteños y distintos bonaerenses hasta localidades de San Luis, Corrientes o Salta, entre otros. Abrazos con Larreta, cafés con Martín Lousteau, estudios televisivos amigos, reuniones con comités de la UCR, apoyos a candidaturas ajenas: en la agenda aparecen actividades de todo tipo, aunque ninguna de ellas referidas a las urgencias y los apremios que atraviesa la provincia que gobierna.
Estos hechos se entrelazan con denuncias recientes y más apremiantes: en febrero pasado, el abogado jujeño Juan Enrique Giusti hizo público que tan solo en enero Morales habría utilizado los aviones sanitarios de Jujuy por motivos que nada tenían que ver con urgencias médicas en 33 tramos y por un valor equivalente a 166 mil dólares. Giusti llegó a esa observación tras cruzar los viajes que el gobernador divulgaba en sus redes sociales con la hoja de vuelos de las naves Cessna 560 XL Citación Excel y Lerjet 31-A.
En esos viajes de verano Morales fue parte de un encuentro nacional de la UCR, una reunión con Elisa Carrió, una visita a la Juventud Radical de Córdoba y visitas a Patricia Bullrich en la coqueta localidad bonaerense de Pinamar. Nunca aparecieron enfermos, pacientes ni hospitales. El gobernador que hizo de la decencia y la honestidad una bandera de campaña (frente al “estado paralelo” que él acusa a la organización Tupac Amaru de haber montado) hizo viajes por cifras siderales a cargo del erario público de su provincia pese a que pudo haberlo hecho con los vuelos comerciales que operan tanto desde el aeropuerto de Perico, a 30 kilómetros del San Salvador, o desde el de Salta, a 100 kilómetros, todos ellos por valones ostensiblemente menores a los que él obligó a gastar.
En 2022 ya había utilizado innumerables veces taxis áreos por valores en dólares que parecen insultantes en una provincia donde los docentes cobran sueldos de miseria y casi el 45 por ciento de niños menores de 14 años sufren malnutrición (según un reciente informe del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana). Los motivos de esos viajes poco parecían tener que ver con motivos de gestión política o de administración gubernamental.
En julio pasado, por ejemplo, participó de una asamblea de gobernadores en Formosa por un costo de veinte mil dólares. Luego se encontró con autoridades de Mercado Libre y después intervino en un acto del comité radical de Vicente López. En ese entonces se estrenó en una constante de sus últimas visitas: los escraches padecidos por gente que lo aguardaba en la calle. Un día después voló a Santiago del Estero, allí lo esteraba Horacio Rodríguez Larreta. Y luego viajó a Tucumán para visitar el complejo azucarero Bella Vista, cuyo dueño es el mismo grupo que maneja el ingenio La Esperanza en la zona del ramal jujeño.
Los viajes en avión siempre fueron una obsesión para él y su tropa. En siete años y medio de gestión él y su séquito viajaron decenas de veces al exterior. El argumento era la búsqueda de invenciones, lluvias que nunca llegó. En julio de 2016, por citar un ejemplo, su hijo Gastón Morales viajó como miembro de Asuntos Legales de la provincia para tener contactos con el grupo Lithops, dedicado entre otros rubros a la fabricación de baterías de litio. Su ex cuñado Marcelo Fernández, entonces presidente del Banco de Desarrollo de Jujuy, estuvo casi un mes por Milán, Bruselas, Luxemburgo, Roma y Beijing con gastos y viáticos a cargo de la provincia, según lo certifica el decreto firmado por el propio Morales que autorizaba estas erogaciones de dinero.
Una semana después de concluido aquel viaje, otra comitiva del gobierno jujeño fue hasta Italia para firmar en la embajada argentina una carta de intención para la construcción de una fábrica de litio. En mayo del 2017, en tanto, Morales acompañó al entonces presidente Mauricio Macri para una agenda que incluyó la foto con Xi Jinping y charlas sobre la construcción de parques solares y la instalación de cámaras de seguridad.
En septiembre 2018 la oposición se sorprendió por la ausencia de Morales y la falta de anuncios de su agenda en el Boletín Oficial. Luego se supo que estaba de viaje en Francia, acompañado por su entonces novia Tulia Snopek, la misma que días atrás estuvo en el candelero por su deseo de utilizar el Pucará de Tilcara, sitio de importante valor histórico y arqueológico (con todos los cuidados que esto conlleva), para un desfile de modas. Poco después ambos contrajeron nupcias, detalle que llevó a varios a observar este periplo por tierras francesas como una especie de “pre luna de miel”, ya que según investigó este mismo diario las actividades incluyeron “encuentros vinculados con la gastronomía, el vino y el turismo”. En ese entonces Morales se casó por segunda vez, aunque eso no le impidió mantenerle cariño María Inés Fernández y a su familia, todos beneficiarios de distintos cargos y puestos en reparticiones estatales de Jujuy y del Congreso de la Nación. Lo curioso es que mientras él viaja por todos lados, a su vez ahora le sugiere a los turistas que no lo hagan en vacacaciones de invierno su provincia, habida cuenta de los numerosos cortes en rutas que aún siguen vigentes.