La cubana que sostuvo la batuta de la Orquesta Sinfónica de Salta por más de una década reflexiona sobre sus características propias, la incidencia de los premios en un trabajo que describe como solitario y los pasos, lentos pero seguros, que tienden hacia la equidad de género en el universo de la música académica. Así, se presta a la conversación y asegura: “Cada una de las directoras que tenemos la oportunidad de hacer una carrera somos responsables por las nuevas generaciones que representamos y nos sucederán”.
-Desde 2008 hasta 2022 dirigió la Orquesta Sinfónica provincial ¿cómo la describiría, qué particularidades tiene ese organismo?
-La Orquesta Sinfónica de Salta es una de las Instituciones más jóvenes del país (22 años) y cuenta con un buen nivel artístico. Llegar de Cuba a la Argentina en el 2008 y conocer esta orquesta de la que no tenía referencia, fue una grata sorpresa. Encontré una orquesta muy joven (con sólo 7 años de existencia entonces), donde la mayoría de los integrantes promediaban entre 24 y 40 años y podían abordar un repertorio interesante. Yo también era una directora joven y venía de trabajar durante 6 años con una orquesta profesional en Cuba, la Orquesta Sinfónica de Matanzas. Haber podido conocer la Orquesta de Salta, ser parte del recorrido y del crecimiento de ese organismo fue una experiencia maravillosa. A lo largo de estos 15 años hicimos muchos estrenos: conciertos sinfónicos de diferentes estilos, ballets, conciertos didácticos, homenajes al rock y al tango, entre otros. Es una orquesta muy versátil y fueron muy interesantes cada una de las propuestas artísticas realizadas en este tiempo.
-¿Qué destacaría de su cargo al frente de la Sinfónica durante tantos años?
-Durante mi curso con la orquesta, algo que destaco es que fuimos de las primeras orquestas del país en rescatar e incluir en su repertorio habitual obras de compositoras. Hasta el 2020 era muy poco común ver en la programación de las orquestas argentinas obras sinfónicas de compositoras. La Sinfónica de Salta llevó a cabo varios ciclos de conciertos dedicados a la mujer, donde invitamos a importantes artistas locales de la música, la plástica, la poesía y la danza. Varias obras de compositoras fueron incluídas en su programación habitual, rescatando así un importante repertorio olvidado o desconocido por muchos que hizo poner la mirada en la Orquesta de Salta, siendo referente de esas primeras interpretaciones en todo el país. A partir de entonces veo que en Buenos Aires y en otras provincias del interior han empezado a incluir este tipo de repertorio y también la invitación de directoras en sus conciertos de temporada.
-¿La OSS tiene un sonido o identidad específica?
-Yo diría que la Orquesta Sinfónica de Salta tiene una particularidad muy interesante y es el de su versatilidad. En varias provincias existen orquestas que sólo hacen ópera y ballet que son las orquestas estables y otras orquestas que hacen mayormente conciertos de repertorio sinfónico. En Salta hay mucha variedad en la programación y además de los conciertos académicos, se hacen programas de ballet, ópera, conciertos sinfónicos corales, zarzuelas, música folclórica, homenajes de rock y conciertos didácticos para diferentes edades. Esto la convierte en una institución muy atractiva, porque exige un gran nivel sobre cualquiera de esos géneros. De este modo la Orquesta ha podido compartir escenario con grandes figuras como Marta Argerich, Marianela Núñez, Eduardo Falú, Juan Falú, Dino Saluzzi, Stanimir Todorov, Daniela Tabernic, Jaquelina Livieri, Luis Gaeta, entre otros.
-Seguirá al frente de la OSS en 2023 o cuáles son sus proyectos para el futuro cercano?
-En este año me aguardan otros retos diferentes y muy estimulantes. Mis proyectos en esta etapa comprenden compromisos con varias orquestas como directora invitada dentro y fuera de la Argentina. Recientemente, en junio de este año, dirigí la Orquesta de Cámara de Chile; tendré conciertos con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Sao Paulo, y la Orquesta Filarmónica de Chile. Estaré nuevamente como invitada de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina, en el CCK, con importantes estrenos de obras argentinas y también en otras orquestas del país. Estoy trabajando en un proyecto muy lindo que espero poder dar a conocer en breve. Tiene que ver con apoyar y aportar a la cultura de Salta y el desarrollo profesional de las nuevas generaciones que se han formado en la provincia. Será un nuevo espacio artístico, así que estoy muy entusiasmada de poder aportar en ese sentido.
-Además de las que menciona, como invitada ha dirigido la Orquesta Filarmónica de Cali, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, del Teatro Colón, la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina, la Filarmónica de Mendoza, la Filarmónica de Montevideo ¿cómo ha transitado esas experiencias, qué aprendizajes ha obtenido frente a formaciones diversas?
-La vida de un artista se nutre de su recorrido por varias instituciones y culturas. En este sentido el hecho de viajar y conocer diferentes orquestas y países es algo muy valioso porque contribuye al crecimiento del director y su interpretación, así como al desarrollo de las orquestas con las cuales se comparte la música. Es una retroalimentación musical en la cual ganamos todos nuevas experiencias. También resulta interesante observar los puntos de encuentro entre diferentes culturas y las particularidades de cada una. En Latinoamércia he podido vivenciar un crecimiento profesional notable. El nivel artístico ha crecido y eso es muy saludable para nuestro arte, porque ahora contamos con profesionales en nuesro continente con una formación más sólida que están instruyendo a las nuevas generaciones.
-En 2022 recibió el premio a la ética y la excelencia de Radio Nacional Clásica como Directora Consagrada y el presente 2023, el premio de la Asociación de Críticos Musicales de La Argentina ¿Qué implicancia tienen en su carrera estos reconocimientos?
-Un premio es algo para lo que el artista casi nunca se enfoca como perspectiva. Siempre perseguimos el crecimiento artístico y la ampliación de nuestros conocimientos para brindar lo mejor de nosotros mismos. Sin embargo, la vida de un director es una carrera solitaria. Hay momentos muy dificiles y mientras que un músico al entrar a una formación tiene una estabilidad garantizada, en el caso de la dirección orquestal sólo existen nombramientos temporales, porque las contrataciones son de poco tiempo, la mayoría de 3 años de duración aproximadamente. En ese sentido, siempre estamos cambiando de horizonte y en soledad. De igual modo, los compromisos de trabajo e invitaciones siempre te hacen sentir que llegas o partes de casa, pero nunca estás suficiente tiempo en un lugar u otro. Ver que otras personas acompañan tu trabajo y lo reconocen es una alegría y una motivación para esos momentos de incertidumbre, que no son pocos. Cuando se tienen más preocupaciones que certezas, entonces los premios dan aliento para seguir avanzando y dar lo mejor de uno, porque al final lo que hacemos es compartir música con el público y si eso es percibido y agradecido, la obra del artista se ha completado y le da sentido a todo.
La vida de un artista es compleja, cada vez más. Como decía anteriormente, hay muchos momentos en la sombra con situaciones que muchas veces escapan a nuestras posibilidades y determinan cuánto podemos hacer y ofrecer. Los presupuestos, cada vez más limitados, determinan lo que es posible realizar. Pese a todo, cuando logras superar los obstáculos y tener buenos resultados la satisfacción es inmensa. Hay mucho en la vida del artista que no es del conocimiento del público. Las horas dedicadas a solucionar situaciones de carácter artístico, el tiempo que deparan la preparación y el estudio, las horas de viaje, la falta de tiempo para compartir con la familia y también las situaciones y dificultades que tenemos como cualquier ser humano y que muchas veces debemos solucionar sin dejar de lado nuestras responsabilidades. Es realmente complejo, pero para quien ama la música no hay satisfación mayor que el resultado de un concierto.
-Es miembro del Proyecto de Desarrollo de la Música Sinfónica, de la UNEAC y del Movimiento Internacional Women Conductors ¿qué puede comentar acerca de estos proyectos?
-Suponen una gran responsabilidad. En Latinoamérica hay situaciones económicas y sociales que limitan el funcionamiento de las orquestas y debemos buscar entre todos las mejores vías para enfrentarlas. La actualidad nos trae nuevos retos. Se precisa unidad y colaboración. Este año se celebrará, del 6 al 8 de octubre, la cuarta edición del Simposio Internacional de Women Conductor en Buenos Aires, con la participación de directoras orquestales y corales de todo el mundo. La maestra Ligia Amadio es quien preside este movimiento que surgió en 2016 y que en el pasado 2020 contó con la participación de más de 900 asistentes entre directoras, personalidades de la acividad política y cultural e invitados. El objetivo fundamental de Women Conductor es visibilizar la labor de las directoras y compositoras y a pesar de que falta mucho por hacer, hoy observo un panorama muy distinto al que existía hace 7 años. En Buenos Aires, la Orquesta Filarmónica y la Estable del Teatro Colón han presentado en la temporada 2022 varias directoras como invitadas, así como obras de compositoras. Lo mismo sucede con los organismos estables de la Orquesta Sinfónica Nacional, el Coro Nacional y la Orquesta Juan de Dios Filberto. En el interior de la Argentina también se comienza a ver alguna apertura hacia las invitaciones y progamaciones de este tipo, aunque modesta. En Argentina tenemos el cupo femenino que ha motivado este cambio. En USA comienzan a verse también importantes directoras al frente de orquestas reconocidas como Nathalie Stutzmann, quien recientemente realizó una aclamada puesta de Don Juan en el Metropolitan Ópera. En Chile, Brasil y Colombia sucede lo mismo. Esto era impensable hace 7 años. Creo que el movimiento ha sido muy importante y ha influenciado estas modificaciones, creando conciencia sobre la realidad y la necesidad de la equidad.
-Como directora y mujer ¿ha observado, por decirlo de algún modo, el “peso del patriarcado”, en la música académica las oportunidades son equitativas para hombres, mujeres y diversidades?
-Creo que la falta de equidad en la dirección orquestal es algo muy palpable. Es por eso que surgió Women Conductor. Si observamos la cantidad de jóvenes que estudian la carrera de dirección orquestal, constatamos que hay igual cantidad de hombres y mujeres con resultados meritorios, sin embargo, a la hora de realizar un carrera profesional, cambia bastante el panorama y ahí es donde las directoras somos minoría. Es curioso, porque en mi caso la necesidad de estudiar dirección orquestal fue inspirada por una mujer, la maestra Elena Herrera, una de las más grandes directoras cubanas que además desarrolló una carrera internacional en Brasil, España y México y que además fue una de las pioneras en Latinoamérica. Han pasado más de 8 décadas desde que se conocieron las primeras directoras como Verónika Dudarova, Antonia Brico, Elena Herrera y Carmen Moral. Sin embargo, las dificultades para que una directora ocupe un puesto de titular en un organismo estable siguen siendo las mismas. Hay algunas, Marin Alsop, Ligia Amadio y Joann Falleta, que ocupan plazas como titulares, pero no dejan de ser hechos aislados.
-En este sentido ¿considera que tiene una misión, un ejemplo que brindar junto a otras directoras y artistas?
-Cada una de las directoras que tenemos la oportunidad de hacer una carrera somos responsables por las nuevas generaciones que representamos y nos sucederán. En ese sentido debemos trabajar para un futuro mejor donde ojalá no haya necesidad de implementar cupos y el acceso a cargos titulares para las directoras sea algo natural. Algo importante que debemos hacer las directoras es tomar conciencia de representar también las voces de las compositoras. Siempre trato de incluir alguna obra de una compositora en los programas que realizo. Hay mucho desconocimiento sobre el valioso legado que tenemos de grandes mujeres, desde el barroco hasta el siglo XX. Estoy esperanzada: aunque el cambio es lento, hay mejoras y espero en un futuro cercano ya no haya que hablar de estos temas.
-Se ha formado con diversos maestros ¿ha pensado también en enseñar?
-Es algo que me gustaría hacer. Enseñar es un arte. Pasar los conocimientos a otras personas es algo que requiere dedicación y verdadero compromiso. Justo en este momento estoy con proyectos que van en ese sentido. Quiero aportar mis conocimientos a los jóvenes como lo hicieron conmigo mis maestros. Abbado en la última etapa de su vida se dedicó a enseñar y estimular las nuevas generaciones de músicos. Fue así que comenzó la Orquesta Gustav Mahler. Según decía, era apasionante trabajar con jóvenes porque estaban ávidos de conocimiento, entonces la actividad creativa fluye en ese ambiente de descubrimiento donde uno también encuentra muchas respuestas.
-Para quienes no están familiarizados ¿cómo describiría la tarea de quien dirige una orquesta, y cuándo surgió en usted esta vocación?
-Dirigir es el arte de organizar los sonidos para recrear una obra musical que sólo puede ser percibida en el propio acto de la interpretación. La partitura no es la música en sí. La tarea del director es darle vida a ese papel a través de su interpretación respetando las ideas del compositor. Cuando era niña comencé cantado en un coro, luego estudié violín y piano en la escuela de artes de mi provincia natal, Matanzas, Cuba. Asistiendo a los conciertos de la orquesta donde tocaban mis maestros descubrí a Elena Herrera y la dirección orquestal y comencé a asistir a los ensayos porque me parecía fascinante cómo conseguía sacar esos sonidos de la orquesta y llegar a interpretaciones tan bien logradas de Tchaikovsky, Mahler y Rachmaninoff.
-¿Existe una forma“latinoamericana” de dirigir?
-Creo que la dirección es única en cada persona. No creo que haya una manera latinoamericana o europea de dirigir. La interpretación tiene que ver con la preparación o formación musical y, por supuesto, el individuo y su temperamento. Conocimos directores muy apasionados como Bernstein, Abbado, Celibidache, y otros maestros mucho más contenidos como Furtbengler o Karajan. Yo me veo como una directora apasionada. Soy una persona que siente intensamente lo que hace y trato de transmitirlo de ese modo. Cada uno es diferente, pero es justo esa riqueza la que nos regala tantas interpretaciones diferentes sobre una misma obra. Es lo que nos hace vibrar.